Eduardo Gozalo: Fundamentos prácticos de la no-violencia

Eduardo Gozalo González

Conferencia dada por Eduardo Gozalo, de la Fundación Pangea de España, en la conferencia “Bases humanistas para la convergencia entre culturas“, celebrada en Moscú en octubre 2007, y organizada conjuntamente por el Centro de Estudios Humanistas de Moscú, la Universidad de la Amistad entre los Pueblos y Pangea España.

Fundamentos prácticos de la no-violencia como metodología del nuevo humanismo

El nuevo humanismo, inspirado en el pensamiento de Silo, plantea un nuevo enfoque sobre la justificación de la acción, basado en el registro interno de la acción explicado en Canarias en el año 1978.

¿Cual es la base de la acción válida? La base de la acción válida no está dada por las ideologías, ni por los mandatos religiosos, ni por las creencias, ni por la regulación social. Aún cuando todas estas cosas sean de mucha importancia, la base de la acción válida no está dada por ninguna de ellas, sino que está dada por el registro interno de la acción.

Hay una diferencia fundamental entre esta valoración que parece provenir del exterior, y esta valoración que se hace de la acción por el registro que el ser humano tiene de lo que precisamente hace.

¿Y cual es el registro de la acción válida? El registro de la acción válida es aquel que:
1. Se experimenta como unitivo.
2. Es aquel que da al mismo tiempo sensación de crecimiento interno.
3. Aquél que se desea repetir porque tiene sabor de continuidad en el tiempo.

Examinaremos estos tres aspectos de modo separado. El registro de unidad interna por una parte, la continuidad en el tiempo por otra parte.

Frente a una situación difícil, puedo yo responder de un modo o de otro. Si soy hostigado, por ejemplo, puedo responder violentamente, y frente a esa irritación que me produce el estímulo externo, y esta tensión que me provoca, puedo distenderme, puedo reaccionar violentamente y al hacerlo experimentar una sensación de alivio. Me distiendo. Así pues, y aparentemente, se ha cumplido la primera condición de la acción válida: frente a un estímulo irritante, lo saco de enfrente y al hacerlo me distiendo y al distenderme tengo un registro unitivo.

La acción válida no puede justificarse simplemente por la distensión, porque sucede que aunque me distienda en ese instante, no tiene ese registro, continuación en el tiempo.

En el momento A produzco la distensión al reaccionar de ese modo, en el momento B, no estoy para nada de acuerdo con lo que hice. Esto me produce contradicción. Esa distensión no es unitiva por cuanto el momento posterior contradice al primero. Es necesario que cumpla, además, con el requisito de la unidad en el tiempo, sin presentar fisuras, sin presentar contradicción.

Así podríamos presentar numerosos ejemplos en donde esto de la acción válida para un instante no lo es para el siguiente, y el sujeto no puede cabalmente, tratar de prolongar ese tipo de  actitud, porque no registra unidad sino contradicción.

Pero hay otro punto: el punto de que tampoco registra una suerte de sensación de crecimiento interno. Hay numerosas acciones que todos hacemos durante el día, determinadas tensiones que aliviamos distendiendo. Estas no son acciones que tengan que ver con lo moral; y las realizamos y nos distendemos y nos provoca un cierto placer, pero ahí queda. Y si nuevamente surgiera una tensión, nuevamente la descargaríamos con esa suerte de efecto de condensador, donde sube una carga y al llegar a ciertos límites se la descarga.

Y así, con este efecto condensador de cargar y descargar, nos da la impresión de que estuviéramos metidos en una eterna rueda de repeticiones de actos, en donde en el momento en que se produce esa descarga de tensión, la cosa resulta placentera, pero nos deja un extraño sabor de que si la vida fuera simplemente eso, una rueda de repeticiones, de placeres y dolores, la vida, claro, no pasaría del absurdo. Y hoy, frente a esta tensión, provoco esta descarga. Y mañana del mismo modo… sucediéndose la rueda de las acciones, como el día y la noche, continuamente, independiente todo de la voluntariedad humana, independiente todo de la elección humana.

Hay acciones, sin embargo, que tal vez muy pocas veces hayamos realizado en nuestras vidas.

Son acciones que nos dan gran unidad en el momento. Son acciones que nos dan además registro de que algo ha mejorado en nosotros, cuando hemos hecho eso. Y son acciones que nos dan una propuesta a futuro, en el sentido de que si pudiéramos repetirlas, algo iría creciendo, algo iría mejorando. Son acciones que nos dan unidad, sensación de crecimiento interno, y continuidad en el tiempo. Esos son los registros de la acción válida.

Nosotros no decimos que esto sea mejor o peor, o deba coercitivamente hacerse. Hemos dado más bien las propuestas, y los sistemas de registros que corresponden a esas propuestas. Hemos hablado de las acciones que crean unidad, o crean contradicción. Y por último hemos hablado del perfeccionamiento de la acción válida, por la repetición de esos actos.

Como para cerrar un sistema de registros de acciones válidas, decimos: “Si repites tus actos de unidad interna, ya nada podrá detenerte”.

Esto último habla no sólo del registro de unidad, de la sensación de crecimiento, de la continuidad en el tiempo. Eso habla del perfeccionamiento de la acción válida.

Es claro, que no todas las cosas nos salen bien en los intentos. Muchas veces tratamos de hacer cosas interesantes, y no salen tan bien. Nos damos cuenta de que las cosas pueden mejorar, y pueden perfeccionarse; y también la acción válida puede perfeccionarse, y la repetición de aquellos actos que dan unidad y crecimiento y continuidad en el tiempo, y la repetición de las acciones válidas, es el perfeccionamiento de la misma acción.

Silo expone en Principios muy generales, los registros de la acción válida.

Hay un Principio mayor, el Principio mayor de todos, aquél que dice: “Trata a los demás como quieres que te traten a ti.” Este Principio no es cosa nueva. Este Principio tiene milenios. Ha aguantado el paso del tiempo en distintas regiones, en distintas culturas. Es un Principio universalmente válido. Se ha formulado de distintas maneras, este Principio. Se lo ha considerado por el aspecto negativo, por ejemplo, diciendo algo así como: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”. Es otro enfoque de la misma idea. O bien se ha dicho:

“Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Es otro enfoque. Desde antiguo se ha hablado de este Principio. Es el más grande de los Principios morales. Es el más grande de los Principios de la acción válida.

Pero ¿como quiero que me traten a mí? Porque se da por sentado que será bueno tratar a los demás como uno quisiera que lo traten a uno mismo. Y ¡como quiero yo que me traten a mi mismo?

Tendré que responder a eso diciendo que si me tratan de un modo me hacen mal y si me tratan de otro me hacen bien. Tendré que responder acerca de lo bueno y de lo malo.

Tendré que volver a la eterna rueda de definir la acción válida, según una u otra teoría, según una u otra religión. Para mi será buena una cosa, para otra persona será la misma cosa. Y no faltará alguno que tratará muy mal a otro, aplicando el mismo Principio; porque sucede que a él le gusta que lo traten mal.

Nos interesa ir a la base de la acción válida, y la base de la acción válida está en el registro que se obtiene de ella.

Yo digo “tratar a los demás como quiero que me traten” ¿Y ésto por qué, a su vez? Habrá algún mecanismo en uno, habrá alguna forma en el funcionamiento de la mente, que crea problemas en uno cuando uno trata mal a los otros. Y ¿cómo puede ser ese funcionamiento?.

Si yo veo a alguien en muy mala condición, o veo a alguien de pronto que sufre un corte, o una herida, algo resuena en mí. ¿Cómo puede resonar en mí algo que le está sucediendo al otro? ¡Es casi mágico!

Ustedes saben bien que a toda percepción corresponde una imagen, y ustedes saben bien que las imágenes pueden tensar ciertos puntos, otras imágenes pueden distenderlos. Si a toda percepción va correspondiendo una representación, y de esa representación se tiene a su vez registro, es decir, una nueva sensación, entonces no es tan difícil de entender el mecanismo, no es tan difícil, este de que al percibir un fenómeno, y al tomar la imagen interna de ese fenómeno, y al movilizarse esta imagen, tenga a su vez sensación en distintas partes de mi cuerpo o de mi intracuerpo, que se han movilizado por acción de la imagen anterior.

Entonces, claro que me siento identificado cuando alguien sufre un corte. Me siento identificado cuando alguien sufre un corte, porque a la percepción visual de tal fenómeno, le corresponde un disparo de imagen visual, y correlativamente un disparo de imágenes cenestésicas y táctiles, de las cuales además tengo una toma interna que da sensación, y que termina provocando en mi el registro del corte del otro. No será bueno que trate yo a los demás de mala manera no sólo porque tengo el mismo tipo de registro del sufrimiento del otro -y ahí hay ya algo interesante- , sino también porque al hacer un tipo de actividad u otra, tengo registro de lo que hago.

Estoy hablando de un segundo circuito. Una cosa es el primer circuito que corresponde a la percepción, representación, nueva toma de la representación y sensación interna. Y otra cosa es el segundo circuito, que tiene que ver con la acción, y que significa algo así como esto: que a toda acción que lanzo hacia el mundo, de esa acción tengo también registro interno.

Esa toma de realimentación es, por ejemplo, lo que nos permite aprender haciendo cosas. Si no hubiera en mi una toma de realimentación de los movimientos que estoy haciendo, jamás podría perfeccionarlos. Yo aprendo a escribir a máquina por repetición, es decir voy grabando actos entre acierto y error. Pero puedo grabar actos únicamente si los realizo. De tal modo que es desde el hacer, desde donde tengo registro. Hay un prejuicio grande entre muchos intelectuales, que a veces han invadido el campo de la pedagogía, y es el prejuicio de que se aprenden las cosas por pensarlas.

Algo se aprende porque se tiene la recepción del dato. Sin embargo la mecánica de los centros de respuesta nos dice que estos centros de respuesta se movilizan cuando hacia ellos llegan imágenes, y la movilización de los centros de respuesta es una sobrecarga de los mismos, que dispara su actividad al mundo. Pero de este disparo de actividad, hay una toma de realimentación que va a memoria y va a conciencia por otro lado.

Y esta toma de realimentación es la que nos permite decir, por ejemplo, me equivoqué de tecla, esto está bien. Y ahí voy registrando la sensación del acierto y del error. Y ahí voy perfeccionando el registro del acierto. Estamos hablando de un segundo circuito.

El primero se refería al dolor en el otro que yo registro en mí.
El segundo circuito habla del registro que tengo de la acción que produzco.

Habrá acciones que permitan integrar contenidos internos, y habrá acciones tremendamente desintegradoras. Determinadas acciones producen en el ser humano tal carga de pesar, tal arrepentimiento y división interna, tal profundo desasosiego, que esta persona jamás quisiera volver a repetirla. Y no obstante han quedado tales acciones, fuertemente adheridas al pasado. Y aunque no se volviera en el futuro a repetir tal acción, siguen presionando desde el pasado., sin resolverse, sin entregarse, sin permitir que la conciencia traslade, transfiera, integre sus contenidos, y permita al sujeto esa sensación de crecimiento interno de la que hemos hablado anteriormente.

No es indiferente la acción que se realiza en el mundo. Hay acciones de por sí, de las que se tiene registro de unidad, y acciones que dan registro de desintegración.

Nosotros registramos como unitivo, como valioso, como algo que nos hace crecer, y nos mejora y nos perfecciona, nosotros registramos también como acción válida, el llevar a otros estas mismas cosas, en palabras y en hechos sencillos.

La acción transforma el medio externo (social) y el medio interno (psicológico), la acción noviolenta por contraposición a la acción violenta elige un camino opuesto, guiada por una dirección mental de apertura al futuro.

Hoy día necesitamos tener referencias claras de conducta que puedan ser válidas universalmente, en estos momentos de mundialización en donde la tesis cultural no puede dar respuesta satisfactoria.

Cada cultura busca no solo permanecer sino imponerse a otras y pensamos que solo tomando los elementos más progresivos y válidos de ellas se podrá dar un salto en la historia humana
superador de etapas culturales pasadas y adentrarnos en la construcción de la nación humana universal.

Por ello:1
Consideramos al Ser Humano como máximo valor por encima del dinero, del Estado, de la religión, de los modelos y de los sistemas sociales.

Impulsamos la libertad de pensamiento.

Propiciamos la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades para todos los seres humanos.

Reconocemos y alentamos la diversidad de costumbres y culturas.

Nos oponemos a toda discriminación y a toda forma de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual, psicológica y moral.

Nos proponemos dar creciente cumplimiento a esa regla que nos recuerda “tratar a los demás como queremos ser tratados”.

 

Eduardo Gozalo
Fundación Pangea España


Nota: 1 – Propuesta a incorporar en la Declaración de Principios final

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