
Las palabras iniciales del VI Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas estuvieron a cargo de Annalisa Pensiero. Luego se presentó un espectáculo de danza folklórica peruana a cargo de la Asociación Cultural Tinkus Masis.
La presentación del encuadre del VI Simposio estuvo a cargo de Walter Chung:
Llegamos a este VI Simposio Internacional “Labrando Nuevos Caminos” en momentos en que sufrimos las consecuencias de una crisis sistémica global, que está llevando a la especie humana al riesgo de su extinción. Hablamos de crisis del sistema para referirnos al fracaso del conjunto de valores, normas, políticas y acciones que operan como sustrato de las creencias y actitudes (trasfondo psicosocial) que favorecen los intereses de una ínfima, aunque poderosa élite mundial, que impone las reglas del juego y organiza el poder que somete a los Estados, a las instituciones y a los individuos. Un sistema que tiene al capital y su acumulación como valor central y que aún se sostiene sin el cuestionamiento de una parte importante de la población mundial.
Esta desestructuración social global se manifiesta en la injusta distribución de la riqueza que condena a la marginación, al hambre y a un futuro incierto a millones de personas. Un reciente informe de Oxfam alerta que en el 2017, el 82% de la riqueza mundial generada en ese año fue a parar a manos del 1% más rico de la población mundial. Esta desestructuración se manifiesta, igualmente, en la violencia creciente, acompañada de intervenciones militares de las grandes potencias y su reverso, el terrorismo; en la magra acción contra el cambio climático y en un estilo de vida consumista insostenible, que pone en riesgo la casa común y cuyas mayores consecuencias la sufren los más pobres. Y, sobre todo, en el fracaso del neoliberalismo, modelo económico que mostró su verdadera careta y contradicciones al generar dos crisis financieras internacionales que golpearon la economía mundial y produjeron un enorme desempleo y la proliferación de la corrupción.
En América Latina, esta realidad se expresa en instituciones que han perdido credibilidad y comienzan a derrumbarse socavadas por la corrupción, en medio del debilitamiento de la democracia y la pérdida de derechos de las poblaciones; y, particularmente, se expresa también en asociaciones público-privadas que han mostrado su peor cara y protagonizado grandes escándalos de corrupción. Si bien varios países han realizado importantes esfuerzos en la última década para promover un mejoramiento de la calidad de vida de las poblaciones y reducir la pobreza extrema, a través de los llamados programas sociales, el mito del crecimiento se ha expandido basado en el consumo y en diversos países se han producido fuertes restricciones a los derechos sociales (salud, educación, seguridad social) y ha aumentado el desempleo.
Sentimos, al mismo tiempo, y constatamos con esperanza el germen de una nueva sensibilidad que va emergiendo de las necesidades profundas de diversos grupos humanos, intenciones que van labrando nuevos caminos y se orientan a la construcción de una nueva sociedad planetaria, en la que el ser humano surge como valor central frente al poder del capital. Así, podemos ver la encomiable resistencia de importantes movimientos sociales de diversas partes del mundo que defienden sus derechos, como el movimiento de las mujeres y de los jóvenes; las tremendas manifestaciones contra las transnacionales y gobiernos de los países poderosos que se resisten a combatir el cambio climático. Vemos también a países que están ensayando con éxito otras formas de institucionalidad y cómo se expanden iniciativas creativas en las que se pone por delante el ‘nosotros’ y se desplaza el dinero como valor central de la sociedad.
En este marco, el VI Simposio busca profundizar la comprensión de las raíces de esta crisis sistémica y promover el intercambio de experiencias y la reflexión sobre nuevos caminos que nos conduzcan hacia otro modo de vida y de sociedad. Necesitamos hacer esos cambios y realizarlos del modo más efectivo posible.
¡De nosotros depende! ¡Somos el 99% de la población! ¡Hoy, más que nunca tenemos la necesidad de proponer y desarrollar estrategias que nos conduzcan al gran cambio que queremos promover en la sociedad latinoamericana y mundial!
El Centro Mundial de Estudios Humanistas propone este simposio como ámbito privilegiado de intercambio, pues solo la comunicación y la acción conjunta permitirán construir el futuro querido por el espíritu humano: el nacimiento de una nación humana universal, cuyo indignado clamor ya está en las calles y plazas de todos los países del mundo.
Leticia García: Lo viejo y lo nuevo en el escenario actual.
Muy buenas tardes a todas y a todos. Es una gran alegría para mí compartir con ustedes este VI Simposio Internacional del Centro Mundial de Estudios Humanistas.
Primero, déjenme contarles que he venido al Perú desde el 2002, inspirada en el proyecto de humanización e impulsando el proceso de unidad latinoamericana. He conocido aquí grandes y queridos amigos, que constituyen ahora parte de mi historia y de mi aprendizaje.
Muchas gracias a los anfitriones, el Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización, por su gentil invitación a reflexionar con ustedes acerca de las nuevas corrientes de cambio en América Latina y en el mundo.
Deseo iniciar con una cita del gran pensador latinoamericano, fundador del humanismo universalista Mario Rodríguez Cobos, más conocido como Silo:
“Si una estrella lejana está ligada a ti, ¿qué debo pensar de un paisaje viviente en el que los venados eluden los árboles añosos y los animales más salvajes lamen a sus crías suavemente? ¿Qué debo pensar del paisaje humano en el que conviviendo la opulencia y la miseria unos niños ríen y otros no encuentran fuerzas para expresar su llanto?”.
Silo. El paisaje humano1
Partamos entonces por preguntarnos ¿qué es lo viejo?
Es innegable que estamos en una época crítica, tanto en Latinoamérica como en el mundo entero.
La imposición homogeneizante y concentradora del modelo neoliberal, sea por la fuerza o por la persuasión comunicacional, está provocando dolor y sufrimiento a nuestros pueblos. Esto ha inundado todo el espacio humano, el de la economía, la educación, la cultura, la salud, el medio ambiente.
Los derechos sociales se han convertido en espacio para los negocios; la antigua solidaridad ha sido reemplazada por la competencia y el individualismo; la educación, en instrumento de entrenamiento y disciplina social; la diversidad cultural, en el mercado del folclore y el turismo; la comunicación social, en la posverdad y en instrumento de control de la subjetividad; la democracia de los Estados, en una parodia cuyo poder real está en puntos muy alejados cuidando intereses ajenos a los ciudadanos; el rol social de los gobiernos está corrompido por el poder del gran capital; el descanso y el ocio han sido capturados por el mercado del consumo y la fuga social; las aspiraciones de una mejor vida han sido secuestradas por el endeudamiento y la comunicación interpersonal está mediatizada y teñida de soledad y sinsentido.
En suma, el modelo globalizador, concentrador y homogeneizante está en crisis y, como en todo sistema cerrado, sus componentes están también en crisis. El sistema se desestructura y muestra su completo fracaso para responder a las necesidades reales y profundas de las poblaciones; se cae a pedazos.
¿Y cómo se defiende lo viejo?
Se defiende con la más vieja de las estrategias: infundir temor. Temor al desempleo, a la delincuencia, al desorden, a la pobreza, a lo diferente, al cambio, al otro. Y el temor produce sufrimiento y violencia. No es extraño entonces que en la desorientación general que produce el temor, la pérdida de referencias, el descrédito general y la desesperanza emerjan monstruosidades de toda laya, que mostrando aparente fuerza y convicción se anuncian a sí mismos como los adalides que recuperarán el “control” de los males a los que temen las poblaciones. No abundaré aquí en caracterizar su discurso violento, pues no merecen que nos concentremos en ello. Son solo un síntoma de la descomposición social y tienen ese hedor antihumanista y violento que nos repugna.
Ante este escenario, ¿qué es lo nuevo?
Lo nuevo no es tan nuevo en realidad. Anida en la profundidad de la consciencia humana, en sus más cálidos sentimientos, en sus necesidades más auténticas, aquellas que le dan sentido y dirección a la propia vida. Es la rebelión contra el dolor y el sufrimiento, la rebelión contra la injusticia, la violencia y la manipulación, la rebelión contra lo oscuro, contra la opresión, contra la muerte.
¿Y cómo se manifiesta lo nuevo?
Se manifiesta como en toda época oscurantista y antihumanista vivida por la especie humana. Y se va traduciendo y expresando inspirada por lo que llamamos la actitud humanista mediante:
- La ubicación del ser humano como valor y preocupación central
- La afirmación de la igualdad de todos los seres humanos
- El reconocimiento de la diversidad personal y cultural
- La afirmación de la libertad de ideas y creencias
- El repudio a toda forma de violencia, ya sea física, psicológica, económica, religiosa, moral, racial, sexual
- La tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado o impuesto como verdad absoluta.
Es posible rescatar en la historia, en el pensamiento y en la espiritualidad de cada cultura estos elementos, que se constituyen en valores, en principios, en una ética social. Estos, más que anhelar un nostálgico retorno a un pasado dorado, están inspirando las mejores aspiraciones futuras y representan el punto de convergencia posible entre las culturas más diversas.
Si caracterizamos lo nuevo, podremos ver que su emergencia y su potencia buscan que se exprese la actitud antes descrita en sus formas organizativas, en sus conductas, en sus valores, en su ética y en su estética.
Vemos esto en experiencias globales de nuevas generaciones, mujeres, ambientalistas, defensores del agua, objetores de conciencia, pueblos originarios, comunidades que construyen relaciones horizontales, en nuevas búsquedas espirituales. Es una nueva sensibilidad que se abre paso.
Bueno, nací y vivo en Chile, así que revisemos algunas experiencias chilenas. Con la dictadura cívico-militar encabezada por Pinochet, desde septiembre de 1973 hasta marzo de 1990, la educación pasó de ser un derecho a ser un bien de consumo. Esto no solo se tradujo en un gigantesco negocio, sino que fue deteriorando y jibarizando la educación pública. Esa dirección no solo se mantuvo, sino que se profundizó en los gobiernos de la posdictadura. Por una parte, se empezó a hablar de industria y mercado de la educación e incluso se facilitó el protagonismo de la banca, que convirtió el acceso y la calidad de la educación en un espacio de cada vez mayor segregación social. Por otra parte, se introdujo tanto en el currículo como en las formas de evaluación del aprendizaje, conceptos derivados del mercado, con pruebas estandarizadas, y se desecharon la diversidad, los proyectos educativos innovadores, la formación cívica y la participación democrática, entre otros.
En el 2006, las nuevas generaciones, especialmente las y los estudiantes de enseñanza media, se rebelaron, usaron una metodología noviolenta que tenía como consignas: “Fin al lucro en la educación”, “Rechazo a una educación de mercado”, “Calidad de la educación”, “Participación en las decisiones de sus comunidades educativas”. Lo lindo de este proceso es que toda la comunidad educativa, incluidos profesores, asistentes de la educación, padres y apoderados y, de forma creciente, diferentes movimientos sociales se plegaron a esta lucha social.
En el 2011, esto se expandió a la educación superior. Son históricas las movilizaciones sociales de la época, no solo por su masividad, sino por la expresión creativa de la noviolencia activa que rompió los cánones tradicionales polarizantes, generó un plegamiento nacional y abrió un debate serio y profundo respecto del derecho a la educación. Notable fue también el intento de las nuevas generaciones de avanzar a través de procesos democráticos horizontales, que enseñaron a las generaciones adultas una nueva forma de organización político-social.
Ambos momentos, que entendemos como un mismo proceso que muestra la emergencia de una nueva sensibilidad, generaron cambios en las políticas educativas; no todos los esperados, pero hubo avances. Otro caso, concomitante con una explosión a nivel mundial, es el de las mujeres. Las consignas de fin a la violencia de género, a la discriminación salarial, a la segregación en política, al patriarcado y a la misoginia avanzan en las calles, en la discusión pública, en el uso del lenguaje, visibilizando no solo las problemáticas, sino proponiendo al feminismo como la base conceptual y práctica de una revolución cultural. El feminismo, visto como una nueva relación social donde se expresa la actitud humanista antes descrita, está dando luces para el tipo de mundo en el que queremos vivir.
Brevemente, les comento acerca de una experiencia que me toca vivir de cerca en esta etapa de mi vida. La experiencia en Chile del Colegio de Profesores y Profesoras. El Colegio de Profesores es el sindicato más grande de Chile, tanto en número como en porcentaje de afiliados. De aproximadamente 200.000 maestros, 63.000 están asociados al Colegio de Profesores (31%), mientras que a nivel país, la sindicalización llegó a 20,6% luego de la reforma laboral en el gobierno anterior.
En el 2014 y el 2015 se produjo la “rebelión de las bases” contra el clientelismo político, la colusión con los gobiernos de turno, la primacía de la militancia partidaria por encima de la opinión de las bases, la democracia interna formal, el abandono del rol pedagógico del magisterio, la corrupción, la negligencia en la gestión y otros despropósitos.
La rebelión de las bases se organizó y trazó un camino de lucha social noviolenta por los derechos a la educación, la que en un proceso normal de elecciones internas obtuvo una votación inédita en la historia del gremio, que permitió elegir a 8 de los 11 dirigentes nacionales del Colegio de Profesores, 4 de ellos humanistas, uno de ellos es el presidente nacional. Esto se tradujo también en los distintos niveles de la organización.
Los profesores hoy día, en su mayoría, se sienten orgullosos de su gremio y sus representantes. El Colegio ha potenciado el rol de liderazgo pedagógico del magisterio, se desarrollan ejercicios permanentes de democracia real y directa en la toma de decisiones, se ha saneado el Colegio en cuanto a situaciones de corrupción y desidia frente a las necesidades de las profesoras y profesores, se ha recuperado la dignidad y hay un esfuerzo por obtener mayores logros en cuanto a derechos de los docentes y la calidad de la educación, entendida esta como un proceso para habilitar a las nuevas generaciones en una visión no ingenua de la realidad, en aprender a aprender, en el reconocimiento de sus emociones, de su intencionalidad, de su habilidad colaborativa para imaginar y crear el mundo al que aspiran.
Se está muy lejos aún de lo aspirado, pero se está en la dirección correcta. He descrito esta experiencia con más detalle, porque a mi modo de ver constituye un efecto-demostración de lo que una comunidad organizada, en este caso la educativa, puede ir logrando cuando se hace cargo de su destino, más aún cuando se vincula, se siente parte de un movimiento social y no solo lucha por los propios derechos, sino que se asume como protagonista de un cambio mucho más global y profundo.
En la próxima ronda realizaré una invitación. Por ahora, deseo cerrar con el párrafo final del mismo texto de El paisaje humano de Silo con el que empecé:
“Todo mundo al que aspiras, toda justicia que reclamas, todo amor que buscas, todo ser humano que quisieras seguir o destruir, también están en ti. Todo lo que cambie en ti, cambiará tu orientación en el paisaje en que vives. De modo que si necesitas algo nuevo, deberás superar lo viejo que domina en tu interior. ¿Y cómo harás esto? Comenzarás por advertir que aunque cambies de lugar, llevas contigo tu paisaje interno”.
Entonces, no habrá transformación social, sin que cada uno se haga cargo de su propia transformación personal. En otras palabras, transformación personal en función de la transformación social.
Muchas gracias por su amable atención.
Augusto Castro: Cambios y desafíos del mundo actual
Muchas gracias por la invitación. Muchas de las cosas que Leticia acaba de decir yo las suscribo y me parecen sumamente interesantes.
¿Qué cambios se están produciendo?
Estuve pensando qué podría traer a este simposio y se me ocurrió que podía decir algunas cosas en sintonía con el tema de este panel. Por ello, propongo partir por observar qué cambios se están produciendo en el mundo actual y qué desafíos generan. Recordemos que vivimos un nuevo momento histórico. Esto parece que lo sentimos todos. Hasta ahí, nada nuevo.
Cuando me puse a pensar ¿cuáles son los cambios?, ahí comenzó el problema. Quise darles valor a los cambios y ver cómo estos se integraban. Al preparar la presentación, me puse a considerar cuáles eran los cambios que consideraba fundamentales y comencé a darme cuenta que todos eran consecuencia de uno solo. Y eso me llamó la atención. Volví a revisar, como cuando a uno le enseñan a sumar y uno suma todo otra vez, ¿no me puedo haber equivocado? Y llegaba al mismo principio, al mismo problema: la incesante y creciente desigualdad humana.
Trabajo en cuestiones de ciencias de la naturaleza, en temas de cambio climático y podría haberles dicho con toda tranquilidad que me parece que el cambio climático es el tema central. Pero, en honor a la verdad no podría decir eso. Este es el tema. Y este es el tema que está también en la base del cambio climático: la desigualdad humana.
Comencé a buscar información sobre esto. Y esta es la información de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano.
Miren ustedes lo que encontré: que el 1% más rico del mundo en el año 2000 era dueño del 32% de la riqueza del mundo. El mismo 1% en el año 2011 era dueño del 46% de la riqueza. No tengo ninguna duda de que en el año 2018 este 1% es el dueño de más del 50% de la riqueza del mundo.
Esta es la madre de todos los males; sin embargo, no aparece como un tema tan importante, pero es un tema profundo, es un tema grave de la humanidad. Me puse a pensar cómo sería la proyección y seguí mirando esos datos, que no los he escrito yo ni gente que esté peleando por esto, sino por funcionarios de Naciones Unidas. Entonces, si en el 2015 éramos 7300 millones y en el 2050 seremos 9700 millones, el 85% de los seres humanos vivirá en regiones actualmente en desarrollo.
Si esto es así, parece evidente que el crecimiento de la pobreza va a ser una constante permanente. No se va a reducir la pobreza. Si África tiene 1000 millones de personas en extrema pobreza, en el año 2050 serán 2000 millones de personas.
Por lo tanto, ¿cómo vamos a determinar que la pobreza se ha reducido? La pobreza se va a incrementar. No veo la posibilidad de que esto cambie en el futuro. Si la pobreza crece, díganme ustedes, ¿cómo vamos a vivir? La desigualdad es un tema serio y grave.
Las consecuencias
¿Cuáles son las consecuencias de esta trágica desigualdad humana? Comenzamos a enumerarlas: la pobreza, las enfermedades. No tenemos manera de solucionar las enfermedades que tenemos hoy. Y, sin embargo, las enfermedades se han incrementado en nuestra región y en el país: el zika, la chikungunya, el dengue, la leishmaniasis, etc. Y esto no tiene ningún signo de que se reduzca.
El tema de la educación, lo ha dicho Leticia con toda claridad. No veo signos de transformación si no hay voluntad política de cambiar eso. Se prefiere entregar el dinero al Ejército de Chile, por ejemplo, más que a los estudiantes o a la universidad. Y aquí es igual. Los porcentajes de inversión para la educación son bajísimos. ¿Cómo se va a resolver la educación y la formación humana si no se invierte en eso? Y no hay visos de que eso se vaya a modificar sustancialmente.
En todo orden de servicios, no veo que estos mejoren. Hay una carencia gigantesca de servicios en los barrios más grandes y en poblaciones que se sienten cada vez más necesitadas. No niego que haya avances en los servicios, pero las demandas son inmensas. Miles y millones de seres humanos aparecen como desechables e insignificantes.
Los desafíos
Los desafíos que vivimos como comunidad, como especie. La pelea contra el autoritarismo. ¡Es una pelea en todo el mundo! Los conflictos interétnicos. ¡Están en todas partes! Pero ¿cómo no van a estar en todas partes? ¿Cuántos grupos étnicos hay como parte de la especie humana? Somos más de 6.000. Y ¿cuántos Estados nacionales hay? Hay 194. Quiere decir que 6.000 etnias están en 194 estados. Los Estados no son nacionales, los Estados son multiétnicos, plurinacionales. En el Perú, hay 60 pueblos no reconocidos porque el Perú no es un Estado plurinacional, este es un Estado nacional unitario. Bolivia y Ecuador, por lo menos, reconocen que son Estados plurinacionales. No sé si hay otro país latinoamericano que reconozca esa diferencia.
Los conflictos de género recién empiezan a gestarse, recién empiezan a plantearse. Veo que esos temas van a generar crecientes discusiones y debates y nos van a exigir cambios. Los derechos humanos. Otro gran tema. Estamos en un gran museo de derechos humanos: el Lugar de la Memoria (LUM). Setenta mil (70.000) muertos están acá.
La corrupción. Siglos de corrupción y no solamente acá, en todas partes. Bueno, así que unos se apropian de las riquezas de los otros; unos tienen derecho y otros no; los varones valen más que las mujeres; unas etnias son más poderosas que otras (¿a alguien le interesa hablar aymara o todos prefieren saber inglés?); hay autoritarismo en una democracia (se deciden las cosas sin consultar a la gente).
Deterioro de la situación del planeta. ¿Qué es el cambio climático, sino el uso y el abuso de recursos determinados en función de determinados grupos?
Curiosamente, los que generan el cambio climático son también los responsables de la pobreza. Por ese lado también se llega a lo mismo. Por eso les decía que el tema es la desigualdad.
Pérdida de la biodiversidad. Mi vida vale, la tuya no. La vida de un mono no vale, la de una vaca tampoco, tampoco la de un perro o la de los árboles. Este también es un tema de desigualdad.
Fuente: archivo Augusto Castro
Multiplicación de riesgos y desastres. Unos sufren más que otros las consecuencias de los terremotos, de los sismos, de los huaycos. La precariedad de unos no es igual que la de otros. La vulnerabilidad de unos no es igual que la de los otros.
Destrucción de las formas de vida. ¿Qué vidas se van a perder primero? Las de los más débiles.
Fuente: archivo Augusto Castro
Para concluir
Quiero cerrar con unas conclusiones y seguiremos conversando. La desigualdad es falta de igualdad. Pero ¿qué significa la igualdad? La igualdad no significa dar a cada quien lo que corresponde. Esa es la versión griega, clásica. En cierto sentido, sí. En todo caso, ¿qué es lo que le corresponde a cada quién? Yo creo que acá tenemos que responder como definición de igualdad lo que significa el respeto a las diferencias. Porque somos diferentes en todos los ámbitos tenemos que respetar esas diferencias. Respetar esas diferencias significa luchar por la igualdad. Y la historia de la humanidad es una lucha sistemática por la igualdad. Por la igualdad de género, por la igualdad de las razas, por la igualdad económica, por la igualdad en términos de la justicia.
Entonces, el respeto a las diferencias, que es el reconocimiento del otro, es el elemento central y supremo que aparece como uno de los legados y las banderas más importantes de nuestra época.
Gracias.
1 Investigador y director del Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energía Renovables (INTE) de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). E-mail: [email protected]
Magali Robalino: La paz y el humanismo: antiguos y nuevos desafíos en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible – ODS
Buenas noches con todas, con todos. Me complace participar en este panel y compartir este momento inicial en el Simposio organizado por el Centro de Estudios Humanistas con colegas y amigos con quienes tenemos puntos de coincidencia en el análisis. Más aún, porque desde la UNESCO en el Perú hemos apoyado y contribuido a las iniciativas que desarrollan las diferentes organizaciones que orientan sus objetivos y actividades hacia el humanismo y se han aliado para emprender acciones que representan un esfuerzo para contribuir a la reflexión, desde diferentes sectores, sobre los temas que aquí se han planteado, como la igualdad y la inclusión. En particular, destaco las actividades realizadas por el Centro de Estudios Humanistas, la Red de Educadores Humanistas y la Corriente Pedagógica Humanista en la línea de aportar al debate las grandes tareas éticas que tiene hoy el mundo.
Comparto varios de los puntos planteados anteriormente y me gustaría mencionar el valor que ofrecen estos eventos al colocar temas centrales y comunes con entradas diferentes y que en medio de esta diversidad se puedan encontrar enormes e importantes coincidencias.
Hablo aquí como representante de la UNESCO en el Perú y abordaré tres temas articulados por el gran mandato fundacional de la UNESCO, que es contribuir a la construcción y promoción de la paz:
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La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible – ODS, que se conoce como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que muchos de ustedes han escuchado e incluso han participado en varias discusiones.
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Los mandatos que tiene la UNESCO con relación a la contribución para la paz y la humanización del mundo.
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Las oportunidades que representan estos marcos e instrumentos mundiales, para quienes como ustedes y sus organizaciones tienen en el centro de su misión a los seres humanos.
Algunos antecedentes sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
No me extiendo en este punto porque en este panel ya fueron desarrollados por Leticia y Augusto, sobre todo los aspectos relacionados con la crisis ambiental extrema y el cambio climático, solamente reitero que el planeta vive procesos críticos con alteración de la naturaleza y, por tanto, de los entornos en los que habitan los seres humanos. Todos los días tenemos información sobre la extinción de especies animales y vegetales, el retroceso de los glaciares, sequías, inundaciones.
Al mismo tiempo, pese al gran desarrollo científico y tecnológico y el vertiginoso avance de las tecnologías de información y comunicación, persisten gigantescas brechas de equidad en todos los ámbitos: social, económico, educativo, cultural, digital, tecnológico, brechas asociadas a la gran concentración de la riqueza y a la distribución de la pobreza.
Esta situación de desigualdad y exclusión, que afecta a amplios sectores de la población en todos los continentes, se acompaña de múltiples y peligrosas expresiones que dan cuenta que la paz está amenazada: guerras, terrorismo, fundamentalismos, intolerancia, corrupción se han convertido en enemigos de la paz, de la justicia social, de la igualdad y del bienestar de los seres humanos.
Afortunadamente, como un signo alentador, en distintos lugares del planeta han surgido, se amplían y fortalecen todos los días movimientos sociales, organizaciones, comunidades y personas que asumen compromisos por un mundo sostenible, que expresan de numerosas maneras su profunda aspiración por la paz. Ciertamente, vemos un entorno complejo en crisis, pero al mismo tiempo hay esta emergencia de seres humanos, de comunidades humanas, que no dejan de levantar las banderas de la paz, de la noviolencia, de la justicia y de la democracia; un factor clave en estos escenarios sociales para recuperar y levantar con mayor fuerza la mirada humana por la paz, la alegría y el bienestar de toda la población sin exclusión de ningún tipo.
En efecto, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es un acuerdo global adoptado por 174 Estados que integran las Naciones Unidas, que compromete el cumplimiento de sus 17 objetivos. Este acuerdo fue el resultado de un largo proceso de consenso y participación de gobiernos, organizaciones y movimientos sociales para asegurar el futuro del planeta y su sostenibilidad.
Las Naciones Unidas y, en este caso la UNESCO, señalan que la sostenibilidad es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social, en el sentido más amplio. Reitero en el sentido más amplio, porque el crecimiento económico y el desarrollo tienen sentido si contribuyen a la felicidad y al bienestar referido a todas las dimensiones del ser humano. En este contexto, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, más aún, los 17 ODS representan un compromiso mundial en el cual están involucrados los Estados y los movimientos y organizaciones sociales y, desde luego, todas y todos los ciudadanos.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) representan un salto cualitativo en la agenda del desarrollo global. Por citar un ejemplo, en la agenda llamada Objetivos del Milenio, (2000-2015)3 en el objetivo dedicado a la educación se proponía alcanzar la universalización de la educación primaria. Hoy, el ODS 4, que es el objetivo de la educación, se propone “alcanzar una educación equitativa, inclusiva, con aprendizajes a lo largo de la vida, con una educación de calidad, gratuita”. Esto supone un gran avance, como resultado de los logros y compromisos en el campo de la educación, en término de enfoques, conceptos y, desde luego, acciones para lograr el ejercicio pleno de la educación como un derecho humano.
En la base de los 17 ODS está la gran aspiración de construir, promover y proteger la paz como una condición para la vida humana. Sin embargo, dado el foco de este evento, quisiera destacar que, además, en esta Agenda del Desarrollo Sostenible, el ODS 16 se concentra de manera más específica en la construcción de la paz. En la lámina que se muestra a continuación, se pueden ver las estrategias de la UNESCO en los campos de su mandato para lograr la paz como derecho y responsabilidad de las sociedades, las comunidades y las personas.
Los 17 ODS, como se puede revisar en la Agenda, abordan los más amplios temas asociados a los grandes desafíos de la humanidad, como la erradicación del hambre, el cuidado de la salud, la desigualdad de género, la promoción de ciudades sostenibles, la conservación del agua, fauna, flora, vida marina, etc. Cada uno de los ODS aborda un campo central en la vida del planeta, en la sostenibilidad de la vida en el planeta, por tanto, es importante revisarlos y comprender su integralidad e interdependencia.
Por otra parte, destaco que estos 17 ODS se articulan e integran para alcanzar tres grandes metas extraordinarias que constituyen la columna vertebral de la agenda:
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Erradicar la pobreza extrema
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Combatir la desigualdad y la injusticia
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Responder al cambio climático.
Resulta importante, asimismo, señalar que el cumplimiento de los ODS para las tres metas extraordinarias se basa en tres principios: universalidad; integralidad y que nadie se quede atrás, que a la vez es un lema.
La universalidad quiere decir que los objetivos se consiguen si se cumplen para todas y todos. No se puede hablar de una educación de calidad, si todas las personas no tienen acceso a este derecho. La integralidad se refiere a que no se puede hablar de que hemos conseguido los objetivos, si estos objetivos no han sido alcanzados en su totalidad; y la iniciativa que nadie se quede atrás, precisamente da la idea de superar la desigualdad y la exclusión en toda la población.
La paz y la noviolencia en la carta fundacional y la trayectoria de la UNESCO
El segundo punto de esta presentación se orienta a compartir con ustedes algunos puntos relevantes del trabajo que realiza la UNESCO como la organización especializada de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, la Cultura y la comunicación en campos referidos a la paz y la noviolencia.
En el preámbulo de la Constitución de la UNESCO redactado en noviembre de 1945 se lee: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los seres humanos, es en la mente de los seres humanos donde deben erigirse los baluartes de la paz”. De igual modo, el objetivo de la UNESCO es:
“Contribuir a la conservación de la paz y de la seguridad estrechando, mediante la educación, la ciencia y la cultura, la colaboración entre las naciones con el fin de asegurar el respeto universal de la justicia, de la ley, de los derechos humanos y de las libertades fundamentales para todos, sin distinción de raza, de sexo, de idioma o de religión, que la Carta de las Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos.”
Ambas referencias describen el contexto del trabajo de la UNESCO y señalan los temas que han sido nuestra bandera a lo largo de estos casi 75 años de vida de la Organización y que se recogen en dos documentos fundamentales desarrollados en El Correo de la UNESCO (2011)4, en los que se expone cuánto ha avanzado la humanidad y cuáles son los desafíos en este momento. Desde 1951, cuando la UNESCO convocó por primera vez un evento que marcó un hito, se reafirmó la necesidad de un nuevo humanismo global. Quisiera destacar este hecho, porque me parece que precisamente estas declaraciones y estas adhesiones de los organismos internacionales son herramientas de trabajo y plataformas para avanzar en las contribuciones de la sociedad civil y de las organizaciones sociales.
En 1951, pocos años después del fin de la nefasta Segunda Guerra Mundial, en un encuentro de pensadores y filósofos sobre las relaciones culturales y filosóficas entre oriente y occidente, convocado por la UNESCO en Nueva Delhi, se formuló un documento histórico denominado Hacia un nuevo humanismo. En ese documento, se cuestiona la idea de que el desarrollo tecnológico fuera la base del desarrollo humano puesto que la guerra había hecho perder todo crédito al mito del progreso tecnológico, dominante en la cultura occidental. Los participantes en el encuentro enfatizaron cuatro temas centrales que aun ahora se encuentran vigentes; 1) hablaron de una “crisis del humanismo” desde los poderes dominantes; 2) se refirieron a que esta crisis “resiente la inteligencia puesto que había hecho perder la conciencia humana”; 3) se refirieron a la necesidad de una “revolución espiritual”; y 4) al compromiso por un “progreso intelectual común”. Claramente, allí se fijaron las nociones centrales de la lucha por la igualdad y la inclusión. Revolución espiritual que significa precisamente esta transformación de valores y a la vez el reconocimiento de que solo de manera compartida es posible lograr un progreso intelectual común.
Esta perspectiva global e integral de la felicidad y el bienestar se retomó en 2011, año en que la UNESCO convocó en la sede de la ONU a un Grupo de Alto Nivel sobre la Paz y el Diálogo entre las Culturas. Sesenta años después se consideró que los desafíos planteados a la humanidad, así como los contenidos del concepto de humanismo habían cambiado. Este grupo produjo el documento Hacia un nuevo humanismo y una mundialización bajo el signo de la reconciliación. Ustedes notan este nuevo término, la reconciliación, que puso en cuestión todo lo que en los años anteriores había ocurrido en relación con los enfrentamientos, la resolución de conflictos de la guerra, la violencia y la pérdida de valor de la vida humana, etc.
Por otro lado, plantea la necesidad de iniciar una nueva reflexión sobre la paz y la reconciliación, que “debía ir al unísono con la búsqueda de un nuevo humanismo para el siglo XXI”. En este contexto, se señaló que la mundialización de este nuevo humanismo debe anclarse en la diversidad cultural, en el diálogo y en la reconciliación entre el norte y el sur, como una manera de graficar también la necesidad de reconciliar posiciones extremas colocando en el centro los valores universales de la humanidad.
Además, se enfatizó la necesidad fortalecer las identidades en un marco de pluralidad, poniendo en cuestión lo que ha sido esta corriente globalizadora que anula las diversidades, las diferencias y que pretende homogeneizar el mundo mediante la homogeneización de la educación, la cultura, la ciencia, etc. Este grupo afirmó también que “la creación de un clima impregnado de la sensibilidad hacia el otro, da un sentimiento de pertenencia y de comprensión mutua”.
Estos elementos deben ir asociados también a aspectos que en estos momentos que vive el planeta resultan centrales. El hecho de mencionar que los progresos realizados en el ámbito de los derechos humanos nunca son adquisiciones irreversibles y que su perdurabilidad exige un esfuerzo continuo, da sentido al trabajo que se está realizando. Todos estos logros en términos de superar la desigualdad, vencer la discriminación o alcanzar el respeto a los derechos humanos son logros que no son gratuitos y tienen que ser afirmados de manera constante. De ahí la importancia del trabajo que hacen grupos como los que hoy están presentes en este evento.
El humanismo para el diálogo intercultural y la convivencia basada en el respeto y el ejercicio de los derechos
La UNESCO destaca la relevancia del rol de la educación, la cultura, la ciencia y la comunicación como vehículos para desarrollar estas nuevas visiones, estas nuevas perspectivas y estas nuevas prácticas. Es importante recalcar también que los desafíos no se podrán afrontar sin recurrir a los principios éticos que sirven de base para la construcción de la paz y el respeto entre los pueblos y las culturas y que adquiere total sentido en un momento en que la corrupción está atravesando las diferentes dimensiones de la vida social contemporánea y minando los principios éticos de convivencia en el ejercicio de los derechos y la democracia.
De igual modo, el documento Hacia un nuevo humanismo y una mundialización bajo el signo de la reconciliación enfatiza que si los principios humanistas no se encarnan en la práctica, el humanismo será una nueva ilusión. Un maestro autoritario, una escuela autoritaria, un sistema educativo autoritario no pueden formar personas democráticas, inclusivas, respetuosas. Por eso, el valor de converger el trabajo individual con el trabajo colectivo; la dimensión social con la dimensión personal, la responsabilidad del Estado y los gobiernos con la responsabilidad de la sociedad civil.
Ese mismo documento hace un llamado para desarrollar todas las fuerzas imaginativas, todas las iniciativas y posibilidades para llegar al humanismo que respeta la diversidad cultural y que además considera que no hay culturas monopólicas. En esta misma dirección, la defensa y la promoción de los derechos de las mujeres y la igualdad de género ocupan en la agenda humanista un lugar central y constituyen una prioridad. Hoy en día, el humanismo también tiene un rostro femenino, tiene el rostro de la diversidad en todas las dimensiones humanas.
Por todo eso es fundamental aprovechar estas plataformas globales, como la Agenda de los ODS, como una oportunidad de respuesta en los ámbitos de la educación, la cultura, la eliminación de las disparidades de género, el impulso a la participación social, la promoción de la ciudadanía global, el diálogo intercultural y otros ámbitos fundamentales en la vida humana.
Finalizo esta presentación mencionando que la UNESCO señala que el proyecto humanista está inscrito en nuestra historia desde la Antigüedad y, sin embargo, en cada época brilla con un nuevo resplandor. Esto significa que en cada época los actores de este humanismo tienen la posibilidad, la oportunidad de reinventarse constantemente y erigirse como baluartes de la dignidad humana. Como señaló en su momento la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova 5:
“El humanismo es una vieja promesa y, al mismo tiempo, es una idea siempre nueva que debemos reinventar constantemente. Erigir los baluartes de la dignidad humana en la vida de cada día no es una utopía. El humanismo es una promesa que debemos cumplir. Los ODS son la oportunidad en el nivel global para traer de vuelta los más altos principios de la dignidad y los derechos humanos.”
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es una gran plataforma ética y política que constituye una oportunidad para fortalecer alianzas, sumar esfuerzos y generar procesos de amplia participación para enfrentar los grandes desafíos de la humanidad y avanzar por el camino de la igualdad, la inclusión y el bienestar para todas y todos.
1 Organización de las Naciones Unidas. (2015). Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
2 Representante de la UNESCO en el Perú.
3 Organización de las Naciones Unidas. (2000). Objetivos del Milenio (2000). http://www.un.org/es/millenniumgoals/
4 UNESCO (2011). El humanismo, una idea nueva. El Correo de la UNESCO. (octubre- diciembre). https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000213061_spa
Guillermo Sullings: ¿Qué estamos haciendo los movimientos y organizaciones sociales para cambiar este planeta?
Guillermo Sullings1
Buenas tardes. Vengo de Argentina, un país donde tenemos un gobierno neoliberal hace tres años y en estos momentos está la Cumbre del G-20, así que vine a lomo de burro para compartirles mi punto de vista sobre estos temas.
Hace un año y medio estuve en Perú y otros países presentando el libro Encrucijada y futuro del ser humano. Los pasos hacia la nación humana universal, que trata sobre los cambios que necesita este mundo para ser vivible y más humano. Decía, entonces, que ese libro no es una receta en el sentido de que podríamos darles a los gobernantes y a los organismos internacionales y quedarnos tranquilos esperando que cambien el mundo. Eso, obviamente, es una total ingenuidad. Lo que quiero decir es que los grandes cambios que se requieren lo deben hacer las personas comunes, que trabajan día a día en movimientos sociales, en organizaciones que están tratando de cambiar este planeta.
Entonces, cuando me invitaron a este simposio para hablar sobre corrientes de cambio preferí encarar el tema sobre qué están haciendo esos pequeños o grandes grupos, esas organizaciones, esos movimientos para cambiar este mundo, porque no podemos esperar que lo cambien los gobiernos. Latinoamérica está viviendo un proceso bastante nefasto con los cambios de gobierno, pasa en Argentina, está pasando en Brasil. Si nos atenemos a las corrientes de cambio que parecieran venir por el lado de los cambios de gobierno, como solemos decir en Argentina, “estamos en el horno”. Mejor hay que tratar de ser optimistas viendo lo que hay detrás de eso, o por debajo, lo que puede tratar de infiltrarse en algún momento, para que cuando la ola venga para otro lado, lograr cambios reales.
En ese sentido, me parece muy importante este simposio, los foros donde van a participar, porque en ellos se produce la convergencia de gente que trabaja día a día para producir cambios que tienen que ver con la economía, la ecología, los derechos humanos, los derechos de la mujer, los derechos de los inmigrantes, cambios en la educación, en la salud. Gente que trabaja voluntariamente a diario para cambiar eso, aunque a veces el hecho de que ellos estén solamente en su particularidad, en lo específico, hace que se enlentezca más la posibilidad de llegar a esos cambios. Por ello, la necesidad de convergencia entre todos para tener mayor masa crítica y producir realmente esos cambios que nunca lo van a producir los gobiernos, que nunca lo van a producir los organismos internacionales. Es necesaria esta convergencia. Y estos ámbitos y los ámbitos de los foros y otras actividades son propicios para ir cimentando esta convergencia.
En estos días, he estado trabajando sobre la democracia real y no voy a hablar mucho de ello porque pasado mañana voy a tener un conversatorio sobre este tema. Sin embargo, voy a mencionar algunos párrafos al respecto porque creo que tiene que ver con esto de la convergencia y que es la gente común es la que tiene que producir el cambio, con esto de que no podemos esperar que los gobiernos produzcan el cambio. ¿Cómo puede la gente producir esos cambios? Bueno, organizándose. Y, ¿cómo se puede organizar la gente? Bueno, a través de algo que podemos llamar una democracia real, donde realmente la gente se empodere, logre ir produciendo los cambios y desplazar a los gobernantes que hoy tenemos y que precisamente se oponen a esos cambios.
Recordaba que hace algunos siglos, en el siglo XVII, un señor llamado Thomas Hobbes nos hablaba de un Leviatán, una suerte de monstruo bíblico. Hobbes lo utilizaba como una metáfora haciendo un paralelo entre ese monstruo todopoderoso y lo que tenía que ser el Estado. Lo que sostenía Hobbes es que el hombre por naturaleza es violento, desordenado, no se organiza, entonces necesita alguien que ponga orden y ese orden lo debía poner ese Leviatán. Esa era la metáfora, en realidad, eran los reyes, el poder absoluto de los reyes.
Esa era la concepción que se tenía en aquella época de por qué se necesitaba un Estado fuerte, un Estado que dijera lo que se tenía que hacer y los demás tenían que obedecer. Eso con el tiempo fue mutando, en siglos posteriores fueron surgiendo los primeros movimientos por la democracia, se fueron sentando las bases de lo que se llamó la soberanía del pueblo, que en realidad nunca llegó a plasmarse. En la práctica, en las democracias lo que cambiamos fue el modo de elegir los Leviatanes. En vez de que el cambio del rey fuera por herencia, empezamos a tener la posibilidad de elegir qué rey queremos que nos gobierne cada cuatro o cinco años. Desde el punto de vista de que nosotros no somos capaces de autogestionarnos y que no somos capaces de producir transformaciones, tenemos que esperar que las haga alguien de arriba.
Entonces, el problema es doble. El problema no es solamente quiénes tienen el poder y se resisten a que haya una democracia real en la cual la gente realmente produzca los cambios que necesita, no los cambios que necesitan las multinacionales o los bancos. Los cambios que necesita la gente los tiene que hacer la gente autogestionándose. Pero la resistencia no está solamente en quienes detentan el poder, que obviamente van a poner resistencia, sino que también está en nuestras cabezas, está en las cabezas de la gente que tiene esa suerte de Leviatán internalizado, con el convencimiento de que tenemos que esperar que los problemas los resuelvan otros. Entonces, se resiste a participar, se resiste a involucrarse, se resiste a estar activo. Por eso, vuelvo a insistir, y doy la vuelta, son tan importantes estos ámbitos donde podemos intercambiar y podemos converger con gente que ha logrado salir de ese Leviatán internalizado que tiene en la cabeza y proponerse cambiar las cosas, aunque sea poco a poco.
Tenemos muchísimos movimientos sociales, organizaciones y grupos que trabajan en el mundo con diferente fuerza, con diferente potencia, algunos tienen más gente, otros tienen menos gente. En el caso de Argentina, les puedo comentar que tenemos una experiencia muy importante con el movimiento de mujeres, que ha movilizado cientos de miles de personas, la mayoría jóvenes, en los últimos tiempos, por los derechos de la mujer, contra la violencia a la mujer, por el tema de la ley del aborto. Tenemos jóvenes que se han movilizado en España, tenemos la experiencia del 15M. En Chile, la experiencia de movilización de los estudiantes secundarios y universitarios.
Tenemos a las nuevas generaciones totalmente movilizadas y tenemos muchos aspectos por los que la gente se moviliza, muchas áreas temáticas como la ecología, la educación, los derechos de la mujer, los derechos de los inmigrantes y siempre chocamos con la misma muralla: el poder instituido de los gobiernos y de los organismos internacionales que dilatan todo o directamente niegan toda posibilidad de cambio. Nuevamente, insisto en la necesidad de esa democracia real donde la gente realmente se autogestione, la necesidad de que la gente sea la que participe.
En esos movimientos sociales y en esas movilizaciones que la gente hace por sus derechos, por esos derechos renovados, existen algunas diferencias en la posibilidad de potenciar esas organizaciones. A veces, resulta más fácil lograr la identidad de un colectivo que está afectado por algún conflicto, por algún derecho que es violentado, en esos casos, esa identidad es más fácil de constituir, ese colectivo puede cohesionarse más fácilmente. Y si lo que hay que lograr es algo concreto y preciso, y si a quien hay que reclamarle y exigirle eso es bien identificable, se suele avanzar más rápido.
Vamos a examinar un ejemplo. En los años sesenta, setenta y aún hoy los afroamericanos lucharon para ganarse los derechos, pero es recordada la lucha de los años sesenta, de los años setenta, esa lucha fue muy difícil (no voy a decir que sea fácil), pero lo que era un poco más simple era constituir ese colectivo, ese sentido de pertenencia. Obviamente, eran todos los afroamericanos. Estaba fácil. Era más sencillo decir qué derecho nos están violentando (no te dejan votar, no te dejan tomar un café junto con los blancos, no te dejan usar el mismo baño); estaba bien claro qué derechos había que reclamar. A quién había que reclamar: a los gobiernos que tenían una disposición discriminatoria. Lo mismo pasa con los movimientos de mujeres, lo mismo pasa con los colectivos LGTB.
Entonces, cuando es un poco más fácil identificar el colectivo que ha sido afectado por una violación de derechos se suele avanzar un poco más rápido en ir sumando voluntarios a ese movimiento de cambio. Cuando es más fácil identificar qué derecho hay que reclamar y a quién hay que reclamarlo se puede avanzar un poco más rápido. O, por lo menos, la gente siente que puede hacer algo al respecto.
Pero hay otro tipo de conflictos. Recién se hablaba de la contaminación, del calentamiento global, algo que afecta a todos los países y a todas las personas, de modo diferente, pero no se sabe muy bien de dónde vienen. Las crisis económicas se desatan en un lado y repercuten en otros. Las crisis políticas, el armamentismo, las guerras. Hay muchos conflictos que la gente siente que son como fenómenos de la naturaleza. Un banquero especuló en Estados Unidos con una hipoteca, un banco de Europa retira sus fondos de América del Sur, entonces una fábrica que se estaba financiando tiene que cerrar y un argentino se quedó sin trabajo. Y ese argentino que se queda sin trabajo porque cerró la fábrica no sabe si tiene que protestar al dueño de la fábrica, que en realidad se quedó sin fábrica y cerró, al intendente del lugar, o ir a protestar al banquero de Estados Unidos que especuló, o al otro que retiró los fondos en Europa. O sea, se va burocratizando esa violación de los derechos de las personas, y uno no sabe contra quién protestar, contra quién quejarse. Resulta difícil constituir ese colectivo que debe protestar por ese derecho que se está violentando porque son muchos y están en diferentes lugares y no nos conocemos entre todos. Y no es muy claro lo que hay que exigirle porque es una cadena de hechos que terminan repercutiendo en nosotros, dejándonos sin trabajo, pero ¿a quién acudimos?
Esa violación de los derechos que se va burocratizando hace que la gente sienta como si fuese un fenómeno natural, entonces eso la inmoviliza, porque siente que no puede hacer nada; siente que sería como salir con un cartel a decir ¡basta de terremotos!, ¡terminemos con los tornados!. Porque con los fenómenos naturales que nos afectan no podemos hacer nada. Bueno, parece que fueran fenómenos naturales la desigualdad, la pobreza, las crisis económicas, la contaminación del medio ambiente. Aunque todos sabemos que son fenómenos sociales, se nos presentan como fenómenos naturales y nos quedamos inmovilizados. O, a lo sumo, ese Leviatán internalizado, que tenemos adentro, nos dice “esperemos que lo resuelvan los gobiernos, esperemos que lo resuelvan los organismos internacionales”.
Pero, no lo van a resolver, porque precisamente son los poderes que no quieren que se resuelvan esas cosas porque afectan intereses poderosos, sobre todo intereses económicos, intereses geopolíticos, intereses del complejo militar-industrial. Entonces, es ahí donde todos los militantes de movimientos sociales y organizaciones pequeñas, medianas o grandes ‒que trabajamos para cambiar algún aspecto de la ecología, de la educación, de la salud o de la democracia real o de lo que fuera‒, tenemos que tratar de converger porque convergiendo podemos llegar a sumar fuerzas. Sobre todo, esclarecer y divulgar al resto de la gente de que esos conflictos que le afectan no son fenómenos de la naturaleza, no son como los terremotos, no son como los tornados, sino que son producto de decisiones de los que ejercen el poder los que producen todas esas tragedias.
1 Economista y político argentino. Impulsa la Red de Democracia Real. Autor de libros y ensayos sobre economía y sociedad. Su última publicación difundida a nivel mundial es Encrucijada y futuro del ser humano. Los pasos hacia la nación humana universal. Huancayo: Ténetor, 2017. E-mail: [email protected]