
En una época crítica que reduce al ser humano a mero consumidor y asfixia sus profundas aspiraciones, urge reflexionar e imaginar nuevos caminos para ir gestando una dirección histórica y personal que nos permita salir de la encrucijada y atrevernos a cambiar creencias, miradas, paradigmas y conductas. El neoliberalismo se impuso en las décadas de los 80’s y 90’s solo como un modelo económico, sino como una mentalidad y una actitud frente al mundo, como una práctica de la convivencia social, como una forma de vida que rompe los lazos sociales, reemplaza la solidaridad por la competencia y el individualismo y debilita y subordina el valor de la vida humana.
Ahora, experimentamos una gran base de coincidencias entre muchos actores y movimientos sociales, de mujeres, jóvenes, educadores, profesionales, que muestran gran disposición para intercambiar entre iguales y emprender acciones juntos.
Temas:
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Transformaciones culturales, ética, valores y creencias
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Derechos humanos y relaciones de género, de paridad
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Noviolencia y reconciliación personal y social
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Educación humanizadora para la paz y la noviolencia
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Nuevas sensibilidades en las artes y en la cultura
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La espiritualidad en función de la vida.
Carlos Crespo: Encrucijada histórica y nuevos paradigmas educativos
Carlos Crespo1
Deseo hacerles una invitación para desentrañar los caminos cruzados y disputas por los que transitan hoy la educación y la cultura en el contexto mundial del poder concentrador de la globalización capitalista. Con una mirada abierta al futuro, esperanzadora, a partir de las señales de búsqueda y nueva sensibilidad que están mostrando las poblaciones en diversos rincones del planeta, las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas, entre otros. Nos preguntamos por la dirección que van tomando los acontecimientos en estos campos de la vida actual. Buscamos alcanzar un sentido mayor para lo que estamos viviendo y lo que queremos hacer con nuestras vidas, y alentamos la tarea de construir horizontes por donde el futuro humano que queremos pueda abrirse paso. Buscamos comprender el devenir histórico desde nuestras condiciones y al hacerlo, también buscamos “humanizar el proceso”2 de la educación y la cultura.
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Vivimos en una encrucijada histórica
El mundo cambia aceleradamente. El sistema global se organiza crecientemente en función del capital financiero internacional y aumenta la violencia. Se acelera, a la vez, una crisis global que nos envuelve y trae consecuencias, pero a la vez oportunidades3. Vivimos una etapa histórica de mundialización en la que se ha multiplicado la interconexión entre todas las latitudes y las culturas se interpenetran, pero también donde el tejido social se ha fracturado y crece la discriminación y las guerras. Se han debilitado también las creencias que hasta ahora sostuvieron a las personas y a los pueblos, pero tampoco están a la vista soluciones que provengan de una sociedad, unas instituciones y unos individuos que padecen el mismo debilitamiento.
Necesitamos nuevas referencias, pues las referencias tradicionales y las que impone el sistema nos resultan asfixiantes y antihumanas, con una organización social que ha colocado como pilares y máximos valores la competencia, el lucro y la acumulación, y han postergado las necesidades y derechos de todos como seres humanos, necesidades no solo físicas y biológicas, sino también la felicidad, la seguridad y la vida compartida. Hace ya un siglo el poeta y pensador universal Rabindranath Tagore4 observaba esta deshumanización que experimentamos hoy y que se ha venido formando a lo largo de muchos años:
“La historia ha llegado a un punto en el que el hombre moral, el hombre íntegro, está cediendo cada vez más espacio, casi sin saberlo (…) al hombre comercial, el hombre limitado a un solo fin. Este proceso, asistido por las maravillas del avance científico, está alcanzando proporciones gigantescas, con un poder inmenso, lo que causa el desequilibrio moral del hombre y oscurece su costado más humano bajo la sombra de una organización sin alma”.
Como un manto que obscurece al planeta se extienden los efectos de una globalización económica uniformadora, bajo la centralidad del capital, que se impone como un poder mundial concentrador orientado a su reproducción ilimitada y su extensión planetaria. El poder financiero internacional (la banca y las grandes corporaciones transnacionales) ejerce su dominio sobre la economía y la política, acrecienta la desigualdad en el mundo y combate los esfuerzos políticos progresistas por superar la desigualdad y el hambre en una espiral irracional de violencia económica que arroja a los grandes conjuntos a la asfixia y la desesperación5. Como ha señalado Nazaretyan6, aunque “la ciencia interdisciplinaria moderna proporciona puntos básicos para los significados panhumanos; sin embargo, las actitudes políticas reales se están orientando hacia una dirección peligrosa”.
Las condiciones descritas se expresan crecientemente en un malestar generalizado y demandas de las poblaciones en diversos campos. La insurgencia mundial de las mujeres en plazas y calles, el movimiento de los chalecos amarillos en Francia o la reciente huelga masiva de profesores en Los Ángeles (Estados Unidos) son algunos casos recientes. La disconformidad social se siente también en otras manifestaciones espontáneas de desborde y la aparición de fenómenos psicosociales de crecimiento explosivo, que generan condiciones propicias para el peligroso neoirracionalismo, que asume formas de intolerancia como bandera de lucha7.
La globalización con su modelo neoliberal muestra, a la vez, una fractura social que conduce al rompimiento de la solidaridad social y de las raíces comunitarias de la construcción de la vida. Un grupo de economistas que propone una reflexión frente a la crisis actual8 ha destacado que la situación mundial genera una batalla de todos contra todos, no solo de los trabajadores marginados contra los inmigrantes, sino de las clases medias contra las poblaciones rescatadas de la pobreza y los trabajadores dependientes de las redes públicas. “Buena parte de las clases medias están renegando de la igualdad de oportunidades porque entienden que les perjudica al capacitar a los otros para competir por los escasos puestos del ascensor social que el capitalismo actual deja vacantes”. En síntesis, afirmamos que la situación global se presenta hoy como una gran encrucijada9 .
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La educación y la cultura como campos de disputa del capital neoliberal
Nos preguntamos, ¿qué está sucediendo con las poblaciones? y ¿cuáles son los efectos en la cultura y la educación, como resultado de estos giros? Los filósofos franceses Pierre Dardot y Christian Laval10 sostienen que el neoliberalismo se ha convertido en un estilo de vida, mucho más que una ideología o política económica. Permea las distintas actividades humanas, influye mucho más allá de los sistemas económicos que reducen las funciones del Estado y recorta los presupuestos de las políticas sociales, privatiza los servicios y los recursos naturales, para irse extendiendo con sus formas individualistas y competitivas hacia los ámbitos de la cultura e incluso de los vínculos interpersonales, imponiendo conductas.
En este marco, la globalización neoliberal disputa el control de la educación y la cultura, pues busca modelar las subjetividades en función del mercado y del capital; interviene activamente produciendo la subjetividad para lo que requiere gestionar y administrar a las poblaciones11. Silo12 había anunciado años atrás que frente a una lucha de eslóganes y formas vacías, el ciudadano medio se irá alejando de toda participación para concentrarse en lo más perceptual e inmediato.
Refiriéndose al caso reciente de Brasil, Jessé de Souza13 mostró cómo los diversos medios de comunicación contribuyen a producir un “obscurecimiento de la génesis de los procesos sociales, que sirve al interés político de volver invisibles las causas de la desigualdad y la injusticia social”. Se impide, de esta manera, que las personas podamos mirar las raíces de los acontecimientos y preguntarnos con autonomía.
En el campo de la subjetividad, por otra parte, se experimenta una crisis psicosocial, que se manifiesta en un creciente deterioro cognitivo, con algunas características como las siguientes14:
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Fijeza de imágenes (p. ej., ideas obsesivas) o poca movilidad. Dificultad para establecer relaciones entre datos. Se los percibe aisladamente sin advertir su patrón, su común denominador, etc.
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Dificultad para advertir los puntos de vista propios o ajenos. Mucho menos intentar ver las cosas desde el punto de vista de los demás.
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Dificultad para experimentar empatía con otros. Disminuyen el amor, la compasión, la solidaridad, la reciprocidad, la consideración, la cortesía, etc.
Este deterioro, a la vez, resulta funcional para la conservación del sistema. Nazaretyan15 ha señalado que el retroceso de la inteligencia humanitaria, junto con el acelerado desarrollo tecnológico están plagados de efectos fatales para la civilización mundial y grafica esta situación con una cita de Edward Wilson: “hemos creado una civilización de la Guerra de las Galaxias, con emociones de la Edad de Piedra, instituciones medievales y tecnología divina”.
Como hemos mostrado hasta aquí, no se trata de limitaciones o debilidades individuales, según tratan de explicar los sistemas educativos, resolviéndolos con el uso de fármacos. Se trata apenas de síntomas de un sistema global que moldea respuestas y manipula los temores de los individuos y las poblaciones.
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Paradigmas para una revolución plenamente humana en la educación y la cultura
En búsqueda de señales de aquello que en el ser humano puede sobrevivir al control de la subjetividad, el psicoanalista argentino Jorge Alemán pregunta, ¿qué parte de nosotros no se puede integrar a la forma del capital? y responde: La palabra (dicha) y el silencio, el amor y el deseo, nuestros ideales más secretos, la muerte, la amistad, lo imposible.
En la encrucijada histórica de esta etapa global y en el escenario de disputa de las subjetividades, tanto individuos como movimientos sociales y poblaciones manifiestan, a la vez, en distintos rincones del planeta una creciente conciencia de la necesidad de otra educación y otra cultura, con expresiones diversas que muestran la emergencia de una nueva sensibilidad en las diversas culturas de la sociedad contemporánea. Va apareciendo en el corazón y en la mente de los pueblos la necesidad de otro modelo de sociedad que valore y brinde oportunidades a todos, que dote de sentido a la vida humana, que apoye por igual tanto a hombres y mujeres para su crecimiento personal y colectivo.
Vivimos momentos de necesidad de un nuevo pensamiento y nuevos paradigmas que ayuden a encontrar un nuevo sentido a la vida y ofrezcan otro modelo de sociedad donde todos puedan vivir con dignidad. Se requiere fortalecer un estado de ánimo y una voluntad colectiva en torno a un horizonte deseable16.
Han surgido también en las últimas décadas, desde la raíz de los pueblos indígenas de América, propuestas de sociedad y educación, que han contribuido con horizontes de esperanza, sustentados en sus modos de vida y su sabiduría ancestral. Así, en los inicios de la nueva era de la civilización maya, sus sabios han invitado a la humanidad a ‘ensoñar la trama de la vida’17:
“Se trata de comprender la vida como búsqueda de sentido en… nuestras relaciones, en lo que hacemos y en lo que dejamos de hacer, en lo que somos y en lo que quisiéramos ser. Este conocimiento integra el sentir, el saber, el vivir”.
Y agregan, recordando a los mayores:
“Nada debe hacer quien aprende si a eso que tienen que hacer no le encuentra sentido. (…) Educar y educarse es en consecuencia encontrar sentido a la propia vida. Descolonizándonos de la razón y buscando nuestra conciencia cósmica, como experiencia compleja, significa volver a la tierra fecunda con mitos, leyendas, tradiciones, ritos, cuentos y poesía. Igualmente, encarna la comprensión del propósito espiritual del universo, en el ánimo de recuperar el simbolismo del hombre como hijo de la inmortalidad y nexo de todo cuanto existe”.
Los pueblos indígenas andinos contribuyeron en la década pasada a incorporar en las constituciones y leyes de educación de Ecuador y Bolivia, las propuestas del sumak kawsay (buen vivir) o el sumaq qamaña (vivir bien)18, que destacan la centralidad de la vida humana en convivencia y armonía con la naturaleza.
¿Cómo revolucionar la pedagogía para cambiar el estado actual de cosas desde el proceso educativo? se ha preguntado el pensador brasileño José Souza Silva19. Su respuesta se orienta a la utopía de instituir lo que denomina pedagogía de la vida, para lograr la felicidad de todos en el contexto de una sociedad que inaugurará ‘el día después del desarrollo’.
Finalmente, complemento esta reflexión con un llamado del pensador y comunicador humanista Javier Tolcachier, que ya he citado, quien delinea con fuerza el sendero que debemos transitar:
“Frente a la irracionalidad del poder único, la relación solidaria entre pueblos y estados, la cooperación, la autodeterminación de los pueblos y su integración creciente hacia un nuevo paradigma de “nación humana universal”, la lucha por la desconcentración del poder de las corporaciones trasnacionales aparece como el sendero a transitar”.
1 Ecuatoriano. Doctor en educación. Miembro del Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización de Lima, Perú. Profesor e investigador de la Facultad de Educación en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Animador de la Red de Educadores Humanistas de Perú. E-mail: [email protected]
2 Silo (1992). La crisis de la civilización y el humanismo. En: Habla Silo. Recopilación de opiniones, comentarios y conferencias 1969-1995. Moscú: Academia de Ciencias.
3 Pressenza International Press Agency (2014). La crisis global. Consecuencias y oportunidades. Santiago: Virtual Ediciones.
4 Citado en: Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires: Katzediores.
5 Tolcachier, J. (2019). Un nuevo capítulo de la disputa por el futuro. Publicado en Pressenza International Press Agency, 25.12.2018.
6 Nazaretyan, A. Heroísmo, terrorismo y violencia social: Notas en psicología política III. Moscú: Centro Mundial de Estudios Humanistas. Publicado en Pressenza International Press Agency, 09.08.2018.
7 Silo. (1994). Cartas a mis amigos. Sobre la crisis social y personal en el momento actual. Santiago: Virtual Ediciones.
8 Economistas frente a la crisis. La izquierda necesaria: mucho más que gasto social. Publicado en Pressenza International Press Agency, 15.01.2019.
9 Sullings, G. (2017). Encrucijada y futuro del ser humano. Los pasos hacia la nación humana universal. Huancayo: Ténetor.
10 Entrevista realizada por Pía Figueroa a Pierre Dardot. Santiago de Chile. Pressenza International Press Agency, 10.10.2018.
11 Alemán, J. (2016). Horizontes neo liberales en la subjetividad. Buenos Aires: Grama Ediciones.
12 Silo. (1994). Op. cit.
1321 Souza, J. (2016). A radiografia do golpe. Entenda como e por que você foi enganado. Rio de Janeiro: LeYa.
14 García, F. (2017). Características de la crisis psicosocial: El creciente deterioro cognitivo. Buenos Aires.
15 Nazaretyan, A. Heroísmo, terrorismo y violencia social: Notas en psicología política III. Publicado en Pressenza International Press Agency, 09.08.2018.
16 Economistas frente a la crisis. La izquierda necesaria: mucho más que gasto social. Pressenza International Press Agency, 15.01.2019.
17 Matul, D. (2012). El poema galáctico. Solsticio de invierno del año 2012 del tiempo cultural maya. Quetzaltenango: Editorial Cultura.
18 Crespo, C. (2017). Transformaciones educativas en Ecuador y Bolivia (2005-2013). Escenarios en disputa y nuevos sentidos para la educación (Sumak Kawsay / Sumak Q´amaña). Tesis de doctorado en Educación. Facultad de Educación de la Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil.
19 Souza Silva, J. (2013). La pedagogía de la felicidad en una educación para la vida. El paradigma del ‘buen vivir’/’vivir bien’ y la construcción pedagógica del ‘día después del desarrollo’. En: C. Walsh, Pedagogías decoloniales. Prácticas insurgentes de resistir, (re)existir y (re)vivir (v. 1, pp. 469-507). Quito: Ediciones Abya Yala.
Feminismo radical para los tiempos actuales
Natalia Iguiñiz1
Es un gusto estar aquí y pensar de manera más radical el tiempo en que vivimos. Como sabemos, radical viene de raíz. Es poder ir no solo a los síntomas, sino a los orígenes, a las estructuras que sostienen, a las raíces de los problemas. Sobre los feminismos, por ejemplo, cuando hay personas que no están de acuerdo con tal o cual cosa hecha por feministas o en nombre del feminismo, ya que afecta sus intereses o no coincide con sus ideas, rápidamente se refieren al feminismo como radical. O sea, está bien el feminismo, pero que no se ponga confrontacional, que no cuestione mucho, que no sea violento (esto último es lo más saltante en términos de indicios del subconsciente, ya que como dice una frase anónima, el temor es que hagamos con ellos lo que han hecho con nosotras).
Mi respuesta es que todo feminismo es radical, ya que implica cuestionarnos las estructuras mismas de la sociedad y la base de la desigualdad, justamente ahí donde el patriarcado y el capitalismo han buscado naturalizarse. Justamente, además, ambas ideologías se complementan y se renuevan permanentemente. ¡Ojalá tuvieran caducidad programada!
Hace unos días, estuve en una reunión del Acuerdo Nacional de la CEPLAN2, cuyo propósito era convocar a un grupo y preguntarles qué era importante tener en cuenta para pensar y planificar el Perú hasta el 2030. Muchos plantearon los cambios y retos que tendría que enfrentar el Perú y también el mundo en los próximos años, más allá del calentamiento global o el uso cada día más integrado entre biología y tecnología. Me parecía que cualquiera sea el escenario futuro, este no afectaría igual a todos y propuse pensar en quienes son más vulnerables hoy.
Si bien la pobreza y la injusticia nos afecta a todos, hay un grupo bastante extendido a quienes el camino resulta doblemente cuesta arriba, las niñas y mujeres de este país. Esto no es nuevo y además todos lo sabemos, la pregunta es: ¿Por qué con toda la información que tenemos y la toma de conciencia cada día más expandida sobre la magnitud del problema no se declara un estado de emergencia? ¿Por qué no se enseña a las niñas defensa personal? ¿Por qué no hay educación con enfoque de género? ¿Por qué no se enseña a los niños a no abusar, a no violar, a no discriminar? ¿A quiénes conviene que las cosas sigan así? ¿Por qué semejante indolencia ante el dolor de tantas?
Sé que esto suena radical, pero estamos frente a una pandemia mundial que está naturalizada. Más de la mitad de la población mundial vive con miedo, condicionando sus rutinas, recorridos, presupuestos y su propia integridad cada día. Lo que trato de entender es cómo podemos seguir viviendo en un sistema tan violento, donde las niñas y mujeres además de sufrir mayor pobreza e inequidad tenemos que sostener el sistema con nuestro trabajo gratuito, o casi, y aún más perverso es que todo ese trabajo no remunerado y no reconocido se justifica en nombre del amor.
Silvia Federici ha sido muy clara en identificar la relación entre capitalismo y patriarcado y plantea que la distinción entre trabajo reproductivo y trabajo productivo es la madre del cordero y aunque puedan existir otras madres, esta separación ha implicado una larga cadena de malentendidos, que nos han sometido y encima se ha logrado que lo deseemos. La cito:
“Debemos admitir que el capital ha tenido mucho éxito escondiendo nuestro trabajo. Ha creado una obra maestra a expensas de las mujeres. Mediante la denegación del salario para el trabajo doméstico y su transformación en un acto de amor, el capital ha matado dos pájaros de un tiro. Primero, ha obtenido una cantidad increíble de trabajo casi gratuito, y se ha asegurado de que las mujeres lejos de revelarse contra ello, busquen obtener ese trabajo como si fuese lo mejor de la vida”3.
Estamos, pues, ante un reto enorme y radical, repensar aquellas costumbres con las que hemos crecido, aquellas canciones que hemos cantado, aquellos dioses que hemos adorado. Debemos repensarnos e imaginar que es posible vivir de otras maneras, resolver nuestros conflictos de maneras no sangrientas. Como dice Gianni Vattimo, redistribuir y cuidar los recursos que hoy sabemos finitos, dejar de mirar al norte como súbditos enajenados, hoy por hoy demostremos que el amor no es el opio de las mujeres y que no es una forma más de dominación, liberémonos de todo aquello que nos somete y transformemos en cada uno de nuestros espacios, nuestras casas, grupos, colectivos, instituciones y empresas, aquellas prácticas que nos violentan.
Termino citando de nuevo a Federici4:
“El trabajo reproductivo no es, sin duda alguna, el único trabajo en el que se pone en cuestión lo que le otorgamos al capital y lo que nos damos a nosotras mismas. Puesto que no hay nada tan asfixiante para la vida como ver transformadas en trabajo las actividades y las relaciones que satisfacen nuestros deseos. De igual modo, es a través de las actividades cotidianas por las que producimos nuestra existencia que podemos desarrollar nuestra capacidad de cooperar y no solo resistir a la deshumanización, sino aprender a reconstruir el mundo como un espacio de crianza, creatividad y cuidado”.
1 Peruana. Licenciada en Artes. Docente investigadora de la Pontifica Universidad Católica de Perú. Activista por los derechos de género. E-mail: [email protected]
2 Centro Nacional de Planeamiento Estratégico. Organismo Técnico adscrito a la Presidencia del Consejo de Ministros del Perú. Es la instancia gubernamental rectora del Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico peruano.
3 Federici, S. (2013). Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. Traducción Carlos Fernández Guervós y Paula Martín Ponz. Madrid: Traficantes de Sueños
4 Ibid.
Una nueva civilización, más humana y más alegre
Paloma Carpio1
¡Qué tal! Es un gusto estar aquí. Gracias por la invitación, ya que siempre estas ocasiones nos permiten sentir que somos más los que resonamos porque compartimos ideas comunes, son oportunidades que nos fortalecen, nos nutren y nos dan impulso.
Deseo empezar con una idea que leí en los materiales de convocatoria a este espacio, la idea de una nueva civilización más humana y más alegre. Creo que, efectivamente, en esa idea se encuentra el aporte de la cultura. La cultura hace que nos reconozcamos como humanos, la cultura nos constituye como seres humanos en la medida que compartimos vivencias y espacios y es la que construye la subjetividad, la emotividad y la posibilidad de un horizonte común. Quiero situar las reflexiones en torno al ser específico que cada uno es. En mi caso, soy artista, y como varios de ustedes tengo inquietudes diversas y una de esas inquietudes es investigar el desarrollo y generar acciones, prácticas y políticas que ayuden a configurar otros mundos posibles, que es también una idea que nos convoca.
Cuando me propuse estudiar una maestría, sentí que lo que hacía converger mis intereses era el desarrollo humano, focalizar a la persona como centro. Con ese enfoque, voy a compartir algunos alcances de mi tesis de maestría, cuyo eje son las libertades que se expanden y las capacidades que se desarrollan a partir de la práctica teatral. No quiero situarme estrictamente en lo escénico, porque estoy con personas que tienen intereses distintos, pero me parece importante compartir lo que para mí fue un detonador de las motivaciones para hacer mi tesis.
Se trata de un breve video que hicimos con el Ministerio de Cultura2, donde trabajé durante algunos años y mi responsabilidad fue diseñar y construir colaborativamente con muchísimos actores sociales y políticos el Programa Puntos de Cultura. Ese programa tiene como premisa fortalecer las iniciativas de la sociedad civil que ya existen, con autonomía del Estado, y que impactan positivamente en el desarrollo de las personas y sus entornos en sus territorios. Este enfoque es parte también del movimiento latinoamericano Cultura Viva Comunitaria, al cual me voy a referir al concluir esta intervención, ya que tiene como propósito poder dialogar entre distintos, el Estado y la sociedad civil, y rescatar lo que la cultura genera para elevar la calidad de vida de las personas.
Ese video fue realizado con la finalidad de mostrar el alcance que tienen esas organizaciones y la urgencia de que el Estado las reconozca como aliadas y fortalezca su quehacer. Lo que rescato de esa experiencia y lo que me motivó a seguir investigando es que estas mujeres que hacen teatro en casas de su barrio, con piezas teatrales que van llevando de casa en casa para motivar luego una reflexión sobre situaciones de su vida cotidiana, comparten una sensación de afirmación a nivel individual y también un compromiso y valoración de lo que implica el otro, la otra, el otro ser humano con el que dialogan, con el que construyen y le da sentido a la experiencia escénica. Porque la experiencia escénica solo tiene sentido en la medida que hay un otro que la comparte.
Sentía que esas capacidades que estas mujeres valiosísimas evidencian y logran transmitir en el video es aquello que las sociedades tendríamos que cultivar. Esa idea de reconocer que “soy tan importante y valiosa como cualquier otra persona” es una dimensión de la vida de la que carecemos como sociedad porque, como ya se ha dicho, lo que estimula este sistema es la competencia, la negación del otro a partir del miedo, de eso que no quiero ver de mí mismo o de mí misma. Entonces, sentí que aquello que esas mujeres transmitían era un camino que debía seguir investigando y fortaleciendo.
Durante el desarrollo de mi tesis titulada Ser uno mismo desde los zapatos del otro: el teatro como estrategia para el desarrollo de capacidades desde el enfoque de Martha Nussbaum3, para mí fue fundamental encontrar con quien dialogar. Como en todo proceso de investigación, es necesario contrastar las ideas propias con las de otros y en el caso de mi investigación fue importante el diálogo con los aportes teóricos de Martha Nussbaum por el valor que le otorga a las emociones en el ámbito político y en la construcción de lo público.
Nussbaum aborda una serie de consideraciones que los sistemas políticos deben garantizar y privilegiar para convivir en sociedad y tienen que ver básicamente con cultivar emociones públicas, emociones compartidas, emociones políticas que nos permitan afirmar sensaciones, sentimientos y emociones ligados a la empatía, a la solidaridad, en lugar del miedo, la competencia, el odio, el asco, que también vemos que lamentablemente muchas veces las sociedades cultivan y los Estados propician. Hay personajes, como Bolsonaro en Brasil o Trump en Estados Unidos, que en su rol político estimulan el odio y el miedo en lugar de la empatía. Por su capacidad de contribuir al cultivo de emociones políticas que nos permitan convivir, me parece que la cultura tiene un papel importante en el desarrollo humano.
Nussbaum señala que la mayoría de las sociedades invierten en aspectos relevantes para el bienestar que son fundamentales, como la salud para evitar la morbilidad y la mortalidad, la alimentación, el transporte, etc., pero hay otras dimensiones, como lograr ser feliz, el autorrespeto, vivir una vida plena en comunidad o cosas tan simples referidas por Amartya Sen y Marta Nussbaum, como aparecer en público sin timidez4, en las cuales no se suele invertir, aun cuando nos permiten llevar una vida que consideramos valiosa, que es la finalidad del desarrollo humano. Esos son aspectos sobre los cuales se pregunta Nussbaum y los que yo intento reflexionar a partir de mi práctica.
Nussbaum se plantea:
“Se asume que las naciones necesitan unos cálculos técnicos: un pensamiento económico, un pensamiento militar, un buen uso de la informática y la tecnología. Entonces, ¿las naciones precisan de estas cosas, pero no del corazón? ¿Precisan de conocimientos técnicos, pero no de la emotividad cotidiana, la simpatía, las lágrimas y la risa que se requieren de nosotros mismos como padres, amantes y amigos, ni de ese asombro con el que contemplamos la belleza? Si las naciones son así, tal vez nos interese más vivir en otro sitio”5.
A partir de estas reflexiones que Nussbaum recoge en su libro Emociones políticas, que les recomiendo, se elaboran una serie de ideas que sustentan de qué manera cultivamos esas emociones que nos hacen ser más humanos y convivir mejor en sociedad. A partir de sus ideas y de mis experiencias en prácticas escénicas y de la evidencia de las personas que practican y participan en procesos de arte comunitario se propone el siguiente esquema que muestra el flujo de capacidades que se potencian con la práctica escénica:
La primera capacidad corresponde al poder afirmarse uno como individuo, como sujeto. La segunda se refiere a valorar lo que cada uno es y siente en relación con la existencia de un otro a partir del cual uno se define. Uno no puede definir su identidad negando la existencia de los otros. Desde esa lógica de reconocimiento de saber cuánto amplia tu mundo “el otro” es que uno también se afirma a nivel individual. Finalmente, el poder ser el otro potencia la tercera capacidad de ampliar la mirada hacia la posibilidad de “ser un nosotros”, un ser colectivo, un ser más amplio, que en el lenguaje de Nussbaum es ser un ciudadano global. Si somos ciudadanos globales y si somos conscientes de que aquello que resuena en nosotros también resuena en otros y que nuestra responsabilidad en nuestro espacio inmediato también tiene impacto en una escala mayor, entonces, vamos a poder convivir mejor. Esta idea de ser uno mismo, ser el otro, ser nosotros es lo que nos permite cultivar nociones de convivencia, de perspectivas en común. Por ello es que lo más significativo de este tipo de espacios es sentir que las resonancias tienen ecos en distintos contextos, en distintos grupos humanos.
En este contexto, me parece importante destacar el movimiento Cultura Viva Comunitaria, que articula organizaciones y personas que buscan que esas prácticas, como las que les mostré en el video, se extiendan más. Que sean derechos para todos, que todos podamos participar plenamente de la vida cultural. Deseo mostrar esta imagen, porque en el 2019 se realizará el Cuarto Congreso Latinoamericano de Cultura Viva en Argentina.
Esto muestra que en distintos ámbitos y prácticas culturales, desde el feminismo, desde distintos lenguajes y escenarios estamos encontrando coincidencias y eso confirma nuestro optimismo respecto al futuro, a pesar de lo abrumador que puede ser el actual escenario político mundial.
Luego de escuchar al panel, me entusiasma saber que hay ideas compartidas. Tengo plena conciencia de que construir lo colectivo implica una ética. Y la ética es importante porque es reflexión y hacer, y esta no tiene ningún sentido si no se pone en práctica. Esa ética de la que hablamos, de cultura, de comunidad, de construcciones colectivas, tiene que ver con ponernos a prueba en los espacios en los que nos toca y nos lleva a interpelarnos en todas las dimensiones de nuestra vida.
Recordaba que hace tres años con mi colectivo montamos la obra de teatro Vivir juntos, que fue un intento de hablar, a partir del cuerpo, cómo convivimos en sociedad. Este ejercicio con los cuerpos en movimiento, con las formas de contacto que fuimos explorando en este proyecto nos fue develando que nuestro trabajo colectivo tenía que ver con la respuesta a la pregunta ¿qué hacemos para mejorar la convivencia en la sociedad?
Obra “Reconstrucción_Nombre Femenino”, de la asociación cultural Tránsito – Vías de Comunicación Escénica
Hace poco, pusimos la obra Reconstrucción Nombre Femenino, que buscaba generar una reflexión colectiva sobre la necesidad de encontrar formas de ejercicio del poder, de protagonismo, de construcción de vínculos diferentes de las que propone el patriarcado. Creo que eso tiene que ver con el ejercicio permanente de preguntarnos si en nuestra vida cotidiana, en nuestros espacios de construcción conjunta, estamos cultivando lo que deseamos para la sociedad y en ese sentido me parece que las artes y el teatro (mi experiencia más concreta) son ejercicios de ensayo de aquello que esperamos que sea la vida. Ese es el sentido y la importancia del trabajo de grupo y de los procesos de creación colectiva, que siguen enseñándonos mucho, tanto en la creación escénica, como en la creación de la vida en comunidad.
1 Docente en la Facultad de Artes Escénicas del Pontificia Universidad Católica del Perú. Magister en desarrollo humano – enfoques y políticas. Licenciada en artes escénicas y bachiller en ciencias y artes de la comunicación. Presidenta de la Asociación Tránsito – Vías de Comunicación Escénica. E-mail: [email protected]
2 Video de Haydée Masoni, Proyecto Madre Tierra, producido por el Programa Puntos de Cultura del Ministerio de Cultura, 2013. Enlace https://www.youtube.com/watch?v=_qiNk9j1S2s&t=6s
3 Tesis de maestría de Desarrollo Humano – Enfoque y Políticas. Pontificia Universidad Católica Perú. 2018.
4 Nussbaum, M. y Sen, A. (1996). La calidad de vida (p. 62). México D.F.: Fondo de Cultura Económica
5 Nussbaum, M. (2014). Emociones políticas (p. 479). Barcelona:Paidós.
Signos de una nueva espiritualidad
Madeleine Jhon1
Buenos días a todas y todos.
Agradezco al Centro de Estudios Humanistas la invitación a participar en este panel y agradezco al LUM que nos acoge hoy en este lugar tan significativo que simboliza lo que estamos buscando en este simposio. Detrás nuestro está la exposición que recoge las imágenes de la violencia y el sufrimiento vivido durante la guerra interna en el Perú y al frente se extiende el horizonte infinito del mar.
Mirada
Hablar de nuevos paradigmas culturales implica hablar de una mirada que busca los signos de los nuevos tiempos, los signos de cambio en medio de las turbulencias y marasmos de la crisis actual. Estos nuevos paradigmas no son lo instalado, lo predominante en nuestra vida social y nuestra vida cotidiana. Necesitamos hacer un esfuerzo para reconocerlos, para saber cómo orientarnos en nuestra acción, porque aún son frágiles e incipientes.
Interés
Cuando hablamos de nuevos paradigmas, no estamos buscando lo novedoso per se. Estamos buscando aquello que nos permita salir del aparente atolladero en el que nos encontramos, que nos permita avanzar y crecer como seres humanos y que nos posibilite construir el mundo al que aspiramos. Y hablamos de lo nuevo porque sentimos que el viejo mundo ya no da respuesta a nuestras aspiraciones y necesidades, aunque en algunos casos lo nuevo implique retomar hilos antiguos que se rompieron o hilos existentes en otros ámbitos culturales.
Forma mental dicotómica/antagónica y jerárquica
No es solamente un sistema, una forma de organización social, la que está en crisis. También está en crisis la imagen del ser humano y su sentido. Es una forma mental, un modo de mirar y estructurar la realidad y de actuar en ella la que agoniza, un modo de estructurar la realidad dicotómica y antagónica como opuestos en lucha y tensión (el cuerpo y el espíritu, la ciencia y la mística, la mujer y el hombre, lo personal y lo social) y, al mismo tiempo, una mirada jerárquica que aplicada al paisaje humano establecía quién era el ínfimo grupo de seres humanos que estaban en la cima de la escala y luego quiénes eran de segunda, de tercera, incluso quiénes eran los fallados o los desechables. La imagen de un ser humano naturalizado. Ese modo de estructurar el mundo, que ha generado tanto sufrimiento y violencia, llega a su fin.
Resistencias
Los cambios acelerados que estamos viviendo, sin embargo, encontrarán resistencias. No solamente los que se creen poderosos y privilegiados se negarán a los cambios. Mucha gente sentirá temor ante la inestabilidad y el vacío por la pérdida del mundo conocido. Tratarán de detener la historia, congelar los cambios con mayor represión y violencia, veremos en el futuro inmediato surgir nuevas formas de fascismo y surgirán los Bolsonaro, los Trump, los Erdogan, Duarte, Le Pen… pero es imposible frenar la dinámica de la historia y de la conciencia.
El mundo ya cambió
El mundo ya cambió y seguirá cambiando. Nosotros cambiamos y seguiremos cambiando. Nuevos impulsos provienen de los distintos campos del quehacer humano. La ciencia, la inteligencia artificial, la ingeniería genética, los multiversos y demás avances y descubrimientos nos llevarán a nuevas preguntas y búsquedas. Hoy vivimos en un mundo global absolutamente interconectado, interpenetrado y multicultural. Eso, entre otras cosas, nos está transformando. Eso no es producto del paso de algún cometa, es producto de la intencionalidad del ser humano. Nos buscamos, anhelamos el encuentro con la nación humana y nos fuimos encontrando.
El nuevo mundo que nos llama desde el futuro aún no se configura con claridad. Los cambios y descubrimientos que se están produciendo aceleradamente seguramente nos llevarán a una nueva imagen del ser humano y sus posibilidades, a una nueva comprensión de la vida y su sentido. En el vacío que produce la caída del viejo mundo, desde la profundidad del ser humano ya emergen los signos de los nuevos tiempos. Una nueva sensibilidad, un nuevo modo de acción y relación y nuevos sueños se agitan en nuestro interior. Quisiera compartir algunos que me parecen destacables:
- El creciente rechazo a la violencia en todas sus formas; el rechazo a la violencia física, económica, racial, religiosa, sexual, psicológica, etc. Coherentemente con esa sensibilidad, la metodología de la noviolencia da lugar a formas cada vez más creativas y bellas de denuncia, protesta y propuesta.
- El reconocimiento de la plena humanidad de todos los seres humanos y la valoración de su diversidad que nos lleva a profundizar en nosotros mismos y en el otro para encontrarnos más allá de las aparentes diferencias y a superar toda forma de discriminación.
- No queremos organizaciones jerárquicas. No queremos líderes, ni representantes que hablen, piensen y decidan por nosotros. Los sin voz queremos ser escuchados. Queremos formas inclusivas que permitan la participación de todos.
- También se profundiza en el reconocimiento de que no estamos aislados, no somos islas, sino que hay una íntima conexión entre todos nosotros y con la vida misma. Es una mirada abarcadora. Somos parte de un tejido. No es indiferente el sufrimiento de otros seres humanos. Por lo tanto, no es indiferente lo que haga. Surge un sentimiento de respeto y cuidado por las diversas formas de vida. Como en muchos momentos de crisis, surge la necesidad de “lo femenino” que existe en todos, hombres y mujeres, entendiéndolo como aquello que protege, cuida, alberga y sana.
- Intuimos las posibilidades infinitas de la mente humana y nos atrevemos a volcar la mirada hacia nuestra propia interioridad para descubrir su profundidad y en ella un nuevo horizonte y sentido.
Hay que aprender a mirar lo que nace, no lo que muere. Seguramente viviremos aún tiempos turbulentos, pero en la medida en que superemos en nosotros, en nuestra vida cotidiana y promovamos donde podamos la cultura de la noviolencia y de la reconciliación, que vayamos superando toda forma de discriminación y que participemos activamente reconstruyendo los vínculos y el tejido social desde la base, mientras profundizamos en nosotros mismos buscando un nuevo sentido y un nuevo horizonte más allá de todo límite que se nos haya impuesto, irá emergiendo y configurándose una nueva civilización cálidamente humana, una nación humana universal por primera vez.
Necesitamos atrevernos a soñar nuevos sueños y fortalecer en nosotros la esperanza.
1 Activista e investigadora humanista, dedicada a temas de noviolencia, no discriminación y espiritualidad. Participa en el Mensaje de Silo. E-mail: [email protected]