
En un contexto de agravamiento de la desigualdad mundial, los grupos de poder alentados por aires autoritarios de restauración conservadora y neocolonial se muestran resueltos a impedir los cambios que los seres humanos demandan. El viejo Estado-nación se encuentra atascado en una sumisa impotencia frente al para-Estado del capital financiero internacional.
Ante la aparente inercia, constatamos con gran esperanza en los más diversos lugares del planeta el crecimiento de iniciativas y propuestas para una nueva organización mundial, donde los pueblos y naciones –desde los espacios locales– puedan converger y aportar al desarrollo humano, la riqueza de la diversidad cultural, la protección de la vida, el despliegue de la democracia real y el cuidado de la casa común.
Muchas experiencias organizativas y sociales que están mostrando caminos diferentes necesitan reconocerse, intercambiar y potenciarse.
Temas:
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Construcción de la democracia real en todos los niveles de la sociedad
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La construcción de la unidad desde la base social
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Derechos sociales para todos: salud, seguridad social y la renta básica
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Lucha por el desarme nuclear y convencional
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Migraciones: exclusión y muerte o solidaridad entre los pueblos
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La participación de los pueblos originarios en la construcción de la utopía de la nación humana universal
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Nueva arquitectura institucional para la construcción de la nación humana universal.
Lía Méndez: Una nueva democracia
Lía Méndez1
Para abordar el tema que nos convoca, elegí como punto de partida la afirmación de Silo en El paisaje humano, del libro Humanizar la tierra, que expresa:
“Hasta tanto el ser humano no realice plenamente una sociedad humana, es decir, una sociedad en la que el poder esté en el todo social y no en una parte de él (sometiendo y objetivando al conjunto), la violencia será el signo bajo el cual se realice toda actividad social”2.
Para completar la idea con la visión de Silo sobre la situación de los derechos humanos hoy, un hoy que en la fecha de producción de la obra se situaba entre 1991 y 1993 y que, sin embargo, podemos trasladar al momento actual diremos que: “…los derechos humanos no tienen la vigencia universal que fuera deseable, porque no dependen del poder universal del ser humano, sino del poder de una parte sobre el todo social”.
El ser humano es portador de derechos y cuando los ejerce en plenitud construye libertad y como ser histórico y social, esa libertad la construye con otros. Y lo hace con intención, él va hacia los otros, elige ir hacia otros en todo su accionar, siempre está en relación con los otros, aun en lo más personal. Porque los otros son el mundo igual que él. El produce para otros, crea para otros, y con su acción construye y transforma al mundo. Un mundo que es propio y de los otros.
La mayoría de los seres humanos queremos vivir en un mundo de libertad, equidad y justicia social. Es una aspiración y también una necesidad. Sin embargo, existen fuerzas que llevan a la desestructuración, al individualismo, a la violencia en todas sus formas, e instala un sistema de relaciones personales y sociales caracterizado por la desconfianza y la crueldad.
Estamos atravesados por un sistema que desplazó violentamente toda posibilidad de centralidad del ser humano, que colocó en un lugar central al dinero y promovió e instaló el individualismo como cultura, como reaseguro de su perpetuidad, es decir, como herramienta para disuadir todo intento de conformación de cualquier fuerza de conjunto con capacidad para cuestionar, denunciar y rechazar la violencia de la inequidad, la discriminación y la injusticia.
Es la voracidad del capital financiero internacional la que determina hoy la dirección de los acontecimientos mundiales, es la que genera guerras, hambrunas, expoliación de los recursos, quiebra de países, subordinación y violencia en todas sus formas. Por ello, resulta urgente revertir esa tendencia de creciente violencia y deshumanización.
Simultáneamente, surgen movimientos sociales reivindicativos de derechos largamente postergados, sobre todo por el reconocimiento de derechos hasta ahora no contemplados, como el movimiento feminista, que interpelan al poder no solo para exigir políticas específicas, sino para diseñar los instrumentos que las recepten, en vínculo con las instituciones, políticas de inclusión en términos participativos, como elemento ineludible para desarticular los factores de violencia social e institucional que deshumanizan la sociedad, las relaciones y la política.
Esos movimientos sociales no llevan un “reclamo o demanda” al poder legislativo, respaldan con gran movilización la presencia de actores fundamentales, estudiosos, trabajadores, hacedores de nuevas políticas, instalan el debate social y parlamentario, ocupan lugares, exigen ser no solo escuchados, sino intervenir de modo directo en la sanción de nuevos instrumentos legales.
Y a la vez que concientizan a la sociedad, los movimientos sociales promueven políticas que hagan efectivo el derecho a la participación popular, al debate y el aporte al desarrollo e implementación de las políticas públicas. Y se han impuesto por la tremenda fuerza de su masividad, de su mística, de su contundencia, de su convicción. Falta que la política los comprenda, asimile y decida marchar en conjunto.
El derecho a la participación
Las metodologías participativas han avanzado significativamente desde su surgimiento en la década de 1970. Inicialmente, se las consideró una herramienta para aspectos específicos en el diseño de proyectos de desarrollo en diferentes áreas, como la gestión de recursos naturales, la resolución de conflictos, situaciones de conflictos urbanos, definiciones de programas de salud, entre otros.
En términos de participación popular, el enfoque de derechos en las políticas públicas ha transformado aquellas herramientas que estaban en manos del Estado en un derecho en la cabeza de las personas. En esta nueva situación, la política pública para no caer en incoherencia y contradicción tiene que orientarse a generar espacios a fin de que la ciudadanía ejerza el derecho a la participación real y efectiva en la toma de decisiones.
Nuestras democracias debilitadas al extremo durante décadas han empezado a ponerse en pie a partir de fortalecer sus pilares básicos de salud y educación. Sin embargo, profundizar la democracia requiere necesariamente mayor protagonismo en las decisiones y no limitarse a la emisión del voto cada dos años. De hecho, el avance de incorporar a los jóvenes a partir de los 16 años con derecho a votar y elegir, como en Argentina, es importante entenderlo con toda amplitud para que puedan intervenir en un proceso participativo genuino, aportando creatividad, discusión y rebeldía.
Los nuevos paradigmas sociales y políticos expresan una necesidad de la sociedad y de la democracia, un mayor involucramiento en todo el proceso de definición, diseño e implementación de las políticas. Expresan el agotamiento de las viejas formas más proclives a la formalidad que a la realidad. Y esto refiere también de modo ineludible a la transformación del Estado.
Enfoque de derechos. Del asistencialismo al empoderamiento y la participación en términos de derechos
El asistencialismo toma en cuenta, en el mejor de los casos, las necesidades de un sector de la población y promueve su respuesta, desde una mirada cosificadora del ser humano. No concibe las necesidades insatisfechas como una vulneración de derechos que le son propios, que son inherentes a su condición de ser humano.
El neoliberalismo tiene esa concepción cosificadora, en tanto “regula” la respuesta a las necesidades al límite de lo básico para “garantizarse” el mantenimiento de la “paz social”. Es una visión zoológica del ser humano. Lo provee de lo mínimo necesario para que no se rebele, para que no genere conflicto, pero no descuida el montaje de un potente aparato represivo. Ya que cuando el conflicto se instala, no es que cambie el enfoque, sino que recurre a métodos represivos para disciplinar. “Da” y “quita” derechos, según la oportunidad y las necesidades del poder que siempre tiene como centro la concentración económica, la ganancia sin límite y la especulación financiera.
En una organización social, cabe al Estado garantizar el pleno goce y ejercicio de todos los derechos que protegen la condición humana y la vida de relación (social, económica, cultural, política, civil). Podría afirmarse que es la función primordial del Estado y su razón de ser.
El enfoque basado en las necesidades concibe a las personas como objetos de caridad antes que como sujetos de derechos y en esta visión pierde fuerza la obligación legal que los Estados tienen de garantizar y respetar esos derechos. La falta de alimentación, de acceso a la salud, al trabajo, a la justicia o a la educación son consideradas, según la mirada, simples necesidades insatisfechas o derechos vulnerados.
Empoderamiento. Hacia un actor social con rango constitucional
Luego de la etapa de destrucción de vínculos y dignidad, surgió con fuerza el empoderamiento social, esto es, el descubrimiento que los sectores vulnerables, en particular, hacen de sus capacidades y sus posibilidades a partir de un proceso político que impulsó a reconocer los propios derechos para poder ejercerlos.
El empoderamiento incluye lo individual en un contexto colectivo, fomenta la solidaridad y la construcción colectiva, y le ha ganado espacio al individualismo a partir de la riqueza de una experiencia liberadora. Participar en la toma de decisiones, llevar el conflicto y la discusión al seno del poder establecido y cuestionar la estructura misma de ese poder negador de la identidad humana implica conocer y defender derechos, y a la vez ser parte activa de la generación de nuevos instrumentos que amplíen la esfera de reconocimiento y efectivización de derechos, en definitiva, la esfera de libertad.
El empoderamiento de la sociedad, con énfasis en los sectores vulnerables, debe ser una política de Estado, claramente desarticuladora de factores de violencia social. Otorgar instrumentos que reconozcan derechos y posibiliten su efectivización, debe necesariamente prever el empoderamiento de los sujetos de derecho para el cabal conocimiento de ellos, incluidos su enunciado, su alcance y los mecanismos de exigibilidad. La experiencia muestra que esto permite la recuperación de la dignidad y la autoestima de sectores postergados y marginados por décadas y por varias generaciones.
Hay que transferirle poder a la base social con herramientas que permitan conocerlo, ejercerlo y construirlo en comunidad. Hay que constituir un actor social con rango constitucional, con poder de decisión en consultas populares vinculantes, referéndums, organismos de control social de las diferentes áreas del Estado. Esto, a la vez que otorga derecho, genera responsabilidad por las decisiones que se toman. La educación es un factor clave en este proceso.
Transformación del Estado
Luego de la etapa neoliberal que vació de sentido el rol fundamental del Estado y lo convirtió en instrumento del capital financiero internacional, fue necesario ponerlo en pie para recuperarlo como articulador de equidad e igualdad, y garantizar el efectivo ejercicio de los derechos que están en la base de esa equidad e igualdad. Esta tarea fue abordada por países de nuestra región latinoamericana con gran vigor a principios de este siglo.
Este proceso puso otra dirección, aunque no necesariamente derivó en una transformación profunda del Estado, aún pendiente, que implica un cambio en la concepción misma del Estado (un bache por el que se nos ha filtrado nuevamente el neoliberalismo, en la mayoría de estos países). Esto requiere una estructura que contemple el ejercicio del poder por la base social, que inhiba la instalación de un para-Estado global determinado por el gran capital, que se instala en el interior de los países apoyándose en estructuras “de la democracia” que no obstante su constitución, no exhiben formas justamente democráticas.
Me refiero a los poderes judiciales, cuya función primordial es la restitución de derechos en caso de vulneración. Cuando los gobiernos incurren en violación a los derechos, cabe al poder judicial reponer el estado de “justicia” amparando a los más débiles frente al autoritarismo y la impunidad del poder político. Pero cuando las funciones de ese poder de “hacer justicia, mediante la aplicación de la ley” se han desvirtuado, el pueblo queda totalmente desvalido, sin mecanismos para revertir la situación.
Si no está en sus manos elegir y revocar mandatos de los integrantes del poder judicial, toda acción que pretenda llevar adelante será catalogada como “desestabilizadora de la democracia” o como intento de “golpe contra las instituciones de la república”. Así, los gobiernos van asestando los más duros golpes al Estado de derecho de los países, invocando un respaldo constitucional absolutamente ficticio. De hecho, hay políticas que no será posible desarrollar si no se acomete esta tarea transformadora. Y es aquí donde se pondrá a prueba la intención genuina de empoderamiento, del enfoque de derechos, de profundización de la democracia. Habrá que generar ámbitos de trabajo, discusión y estudios que contemplen las diferentes visiones y las articulen en una respuesta amplia e inclusiva, posibilitadora y abarcadora de lo diverso en complementación.
Un Estado que sea promotor y garante de progreso de todos y para todos es posible con la participación activa de todos los sectores en la formulación de su estructura y metodología. Los modelos de participación popular son un factor esencial en la desarticulación de la violencia social, porque empodera, acerca el interés, la mirada, el reclamo, la necesidad y las definiciones para la decisión legislativa y ejecutiva. El legislador, en tanto miembro de la sociedad con un rol transitorio, no tiene superioridad sobre el conjunto, sino que está al servicio del conjunto, y se vale de herramientas para habilitar la recepción de la necesidad y la propuesta y cooperación para la mejor respuesta en situaciones de conflicto no contempladas por la legislación.
Nuestra concepción acerca del empoderamiento es que tiene que derivar en la constitución de un actor que retenga el poder de decisión, antes que el concepto de actor social al que “se tiene en cuenta en su opinión y realidad” cuando el poder diseña las políticas. Lo concebimos incorporándose a los procesos de estudio, definición, diseño y concreción de las políticas sociales con un protagonismo no individual, sino como actor social.
El espíritu que anima la promoción y desarrollo de experiencias participativas es el de profundizar la democracia, de avanzar hacia una democracia, verdadera, real, que habilite canales para la mayor intervención de la sociedad en las decisiones que luego recaen sobre ella, y que a la vez desarticule los factores que impiden o postergan la democracia. Ya no será posible ignorar a ese actor social que primero se puso al hombro la problemática social más acuciante ante la desaparición del Estado, como mencionábamos antes.
Ese actor social luego se fue incorporando como sector a través de la implementación de las políticas públicas, insertándose de a poco en algún paso del proceso de desarrollo de las políticas y que hoy avanza, afortunadamente, hacia roles protagónicos más definidos, lo que exige la formulación de reglas de juego claras que lo reconozcan e incorporen dentro y en relación con la estructura estatal, con ingerencia sobre la determinación de las prioridades en el destino y administración de los recursos.
El diálogo, la denuncia y el derecho a decidir son los nuevos paradigmas que levantan la bandera de la noviolencia como única metodología de cambio. Es un camino que necesita el compromiso social de movimientos involucrados en la problemática social más dura y compleja. La democracia es de todos y la hacemos entre todos. Por eso creo que estos nuevos paradigmas se consolidarán si logran desterrar toda formalidad vacía e instaurar una verdadera democracia.
Es justamente el empoderamiento real y efectivo de la sociedad el que abrirá el camino a una transformación revolucionaria de las estructuras del Estado y del poder. Dado el momento en que nos encontramos, es coherente impulsar toda acción que se inscriba en la dirección de futuro que se avizora.
1 Abogada. Exlegisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Dos veces candidata a la presidencia por el Partido Humanista. Exdirectora de Relaciones Institucionales del Senado de la Nación. Autora de Violencia y noviolencia. Reflexiones sobre la acción personal y social. E-mail: [email protected]
2 Silo (1989). Humanizar la tierra. Recuperado de http://silo.net/es/collected_works/humanize_the_earth
Renato Méndez: Tomas Hirsh, diputado humanista en Chile. Seis meses de diputación
Renato Méndez1
Muchas gracias a todos por venir.
Voy a relatar la experiencia de la diputación del partido humanista en Chile; primero, describiré el contexto que enfrentamos como sociedad en el momento que llegamos a la diputación. En el análisis, se recalcó que el neoliberalismo dejó una de las cicatrices más grandes en la sociedad, pues generó individuos, rompió el tejido social y aisló a todo el mundo.
Ante el problema de contar solamente con individuos y no con comunidades, vimos que la gente no podía incidir realmente en la política, porque solos no pueden hacer mucho. Al momento de querer incidir en la política, piensan que la democracia formal es simplemente poner un voto en una urna cada tantos años. Ante eso, quisimos construir un libreto como diputación para profundizar o, por lo menos, generar algo de democracia real, y esta democracia real tenía que ver con el empoderamiento de la gente, realmente nada nuevo se ha dicho desde hace bastante tiempo, pero ahora teníamos al menos el mecanismo para generar ese empoderamiento a través de la herramienta que es una diputación. Siempre se planteó que es una simple herramienta, no significa estar en el poder por estar en el poder, sino que significa estar en el poder para que la gente tenga poder, para que los votantes sientan que de alguna manera pueden incidir en la política de una sociedad.
Desgraciadamente, pasada la dictadura, la concertación no cambió el modelo, sino que lo profundizó; y ante la necesidad de las personas de poder incidir en la política, empezaron a crearse también nuevos paradigmas políticos sociales que son regresivos, como los populismos de derecha en algunas partes como en Brasil, también en Chile, por ejemplo, hay evangélicos que empiezan a incidir en la política y son un síntoma de esta democracia formal, en la que la gente piensa que puede incidir a través de un voto, pero realmente no es así.
Entonces, empezamos a plantearnos la posibilidad de informar siempre a las personas del distrito donde estamos presentes, ya que no puede ser que una persona vaya a votar y nunca más sepa del candidato hasta las próximas elecciones y desconozca qué pasa en el congreso. No sabe qué pasa con las políticas, que de alguna manera tocan todas las aristas de su vida en sociedad. Así, decidimos hacer un boletín bimensual, que entregamos a la gente en las ferias y en las calles. Era muy interesante la reacción, porque ellos decían: “Bueno, qué elección viene ahora, por quién hay que votar”, pensando simplemente que el político se acerca para pedir el voto. La gente se empezó a acercar y a querer trabajar en la diputación.
Cuando la gente llegaba a trabajar a la diputación venían con problemas particulares, como pavimentos en mal estado, un semáforo que no funcionaba o un árbol que tapaba unos cables, pero ese problema no solo los tenía él como individuo, sino que los tenía su vecino también, entonces la respuesta era: “Bien, organícese, cree un conjunto de personas con ese mismo problema y vengan y trabajemos juntos. No trabajaremos solamente con usted, sino que trabajaremos con otros, empecemos a generar un ámbito de comunidad para poder restablecer nuevamente el tejido social”. Y así fue como mucha gente se acercó y empezamos a trabajar con algunos que incluso tenían temas bastante ajenos a los nuestros, como es el de la seguridad, del cual siempre se ha dicho que no es de “izquierda”, sino un tema netamente de la derecha. Así, nos fuimos dando cuenta de que a la gente no le importaba de qué lado estuviese el político que se le acercara, sino que le interesaba resolver el problema que lo aqueja. Fuimos entendiendo que la diputación es con otros, que tenía que ser una solución general y no una solución de caso a caso.
El siguiente paso fue profundizar las leyes, entendiendo que estábamos en el congreso y podíamos hacer algo. En el congreso, nos dimos cuenta que también existe un alejamiento de las personas, porque el congreso es un “no lugar”, o así lo experimentábamos nosotros, es un lugar que no conversa con su entorno. ¿Alguna vez han estado en Chile, en Valparaíso, que es una zona al lado de Santiago, que no tiene absolutamente nada que ver ese edificio con su entorno? Uno entra a ese edificio, se mete, no sale hasta las 8 de la noche de ahí y nunca se topó con nadie que no fuera otro parlamentario. Por lo tanto, se pierde el rumbo, se empieza a creer que la realidad que se construye dentro del congreso es la realidad de todos, y que al final no tiene nada que ver con la gente que necesita una respuesta ante sus complicaciones, ya sea de salud, educación o problemas como el hoyo que está fuera de la casa. Entonces decidimos que el congreso tenía que ser lo último, que realmente el trabajo estaba con la gente, por supuesto, sin dejar de lado el trabajar en el congreso, pero ya que teníamos esa herramienta empezamos a pensar cómo fortalecer el poder de la gente, dentro de una democracia formal y poder concretar ese libreto.
Así fue como presentamos proyectos de leyes que tienen que ver con plebiscitos comunales, hoy en día se pueden hacer vinculantes solo para los alcaldes, teniendo un quorum muy alto, lo cual los hace imposible, letra muerta. Presentamos proyectos de ley que tienen que ver con las urgencias para que poco a poco se pudiera ir dando sustancia a lo que sería una democracia real, a la incidencia de las personas y no que primara la política tradicional.
Otro ejemplo fue que la semana pasada en Santiago, un alcalde populista de ultraderecha Joaquín Lavín quiso sacar el segundo pulmón verde de Santiago, arrasarlo y hacer una laguna artificial para hacer deporte náutico en el sector oriente, que es el sector rico de Santiago. Él llamó a una consulta y nosotros nos metimos en esa consulta, dimos nuestro punto de vista respecto de los votos y la gente fue a votar, de hecho fue la consulta en la que más personas han participado y muy claramente dijo que no querían esa laguna artificial. Eso fue un trabajo no solamente de la diputación, sino que fue un trabajo con las comunidades que estaban relacionadas, con las personas que se veían directamente afectadas y que se expresaron con movilizaciones, se dieron cuenta de que no es un tema de politiquería, sino de tener un pulmón dentro de una ciudad contaminada como Santiago, y que no se quiere una laguna artificial como en Miami, porque no tiene ningún sentido con su entorno ni con la gente que está involucrada directamente. Esa fue una experiencia tremenda que puede tener un efecto de demostración en una situación real y nos muestra que ese es el camino, que la gente tiene que participar, tiene que empoderarse y nosotros, como diputación, somos solo una herramienta para eso.
Deseo mostrarles un video, que es un resumen de estos seis meses de diputación, en donde se muestra que la gente se conecta con esta necesidad de participar, la gente agradece y participa de manera activa y no solamente cuando tiene algún problema, la gente dice: “ok, ya resolví un problema, pero ahora quiero resolver el problema de otros, no me quedo solamente con mi problema”. Y también demuestra que el indicador más importante de todo trabajo político, por lo menos así lo he experimentado, es que lo principal es hacer el trabajo con la gente pasándola bien, conectando con la alegría de trabajar con otros. Cuando uno lo pasa mal es que perdió el camino y cuando la gente experimenta que lo está pasando mal es cuando el sentido de sociedad se pierde completamente y los políticos se alejan del rumbo hacia una democracia real.
Muchas gracias.
Video de la presentación de Renato Méndez:
1 Abogado chileno con estudios de derecho en la Universidad de Chile. Actual coordinador legislativo del diputado humanista del Frente Amplio, Tomas Hirsh, periodo 2018-2021. E-mail: [email protected]
Sinesio López: La globalización: características, desafíos y respuestas desde América Latina
Sinesio López1
Muchas gracias por la invitación. Yo he trabajado el tema de ciudadanía, escribí algunos libros sobre ese tema, acerca del Perú principalmente. He investigado también la política comparada sobre el Estado en América Latina.
Hoy les voy a hablar de un diálogo con uno de los intelectuales contemporáneos relevantes de América Latina, el brasileño Fernando Henrique Cardoso. Cuando era estudiante de sociología en San Marcos, Julio Cotler2 nos hizo leer su libro ‒todavía en mimeógrafo‒, Dependencia y desarrollo en América Latina3. Para los estudiantes de esa época fue un texto muy importante y lo sigue siendo para entender América Latina; lo he visto como bibliografía en Norteamérica y Europa. Cuarenta años después de haberla escrito, en 2007, en un balance de su obra Cardoso aventuró una mirada de América Latina hacia adelante. Con esa propuesta de análisis del mundo globalizado es que quiero dialogar ahora.
Como se ha destacado en este simposio, hemos vivido cambios acelerados en estas últimas cuatro décadas en el Perú, América Latina y el mundo. De lo que se trata es de entender esos grandes cambios y qué es lo que puede venir hacia adelante. En el centro está la discusión sobre la globalización, que no es sino el capitalismo de nuestros días. A partir del texto de Cardoso quiero discutir tres aspectos: 1) las características centrales de la globalización; 2) los desafíos que presenta la globalización y 3) las respuestas de los países de América Latina frente al mundo globalizado, con el fin de situar a nuestros países dentro de esos grandes cambios.
La globalización no es sino el capitalismo de nuestros días, con tres características fundamentales: el dominio del capital financiero, la revolución científica-tecnológica y la revolución en las comunicaciones. Nunca en la historia hemos tenido un dominio tan claro y contundente del capital financiero sobre el mundo y, al mismo tiempo, un cambio tan importante en la producción como el ocurrido en los últimos años. Y esto tiene que ver con la segunda característica, con la velocidad en la renovación de los conocimientos y a la vez grandes cambios en las relaciones internacionales. La tercera característica referida a las comunicaciones trae cambios en la sociedad, en la cultura y en la política. Estos cambios que estamos viviendo hoy han traído enormes consecuencias sobre la sociedad, la política, los partidos y, al mismo tiempo, la educación. Tenemos muy cerca la producción de conocimientos, tenemos acceso a las bibliotecas del mundo sin movernos de lugar, gracias a los medios de comunicación. La educación y la salud están experimentando grandes cambios.
En segundo lugar, nos interesa mirar los desafíos que nos plantean estos grandes cambios. El primer desafío es la democracia. Después de la caída del Muro se generalizó la cuestión de la democracia, habiendo ganado la batalla como principio de legitimidad: para gobernar se necesita contar con la autorización de los ciudadanos, se trata de la legitimidad de origen. El segundo desafío es el de la competitividad: tenemos que competir con otros países y de alguna manera obtener un éxito; hoy es imposible armar tienda aparte, como en su momento lo hizo la Revolución rusa para contraponerse al sistema capitalista. Una de las grandes exigencias del mundo actual es la necesidad de la competitividad y con ello el desarrollo de capacidades. No solo el desarrollo científico-tecnológico, sino condiciones políticas-institucionales, cierta capacidad de los Estados para defender una autonomía frente al poder globalizado del capital y las grandes empresas. Se necesita también un tejido institucional vigoroso, de partidos, de la sociedad civil, para darle sustento a una política nacional. El tercer desafío es la lucha por la igualdad, se mira cómo ha aumentado significativamente la desigualdad como resultado de la globalización. Trabajé este tema hace dos años sobre el Perú, América Latina y el mundo y comprobamos cómo había aumentado, sobre todo desde los años setenta en adelante. El mismo Krugman decía que en el caso de los Estados Unidos una de las razones del aumento de la desigualdad se debía a que la organización de los trabajadores se había debilitado y no tenía capacidad de negociar cuando los republicanos accedían al Gobierno. Este es uno de los grandes desafíos en el mundo.
Finalmente, la cuestión de las respuestas diferenciadas que han dado los países de América Latina frente a la globalización. No todos los países de la región latinoamericana somos iguales; hay varios factores que están en juego. Cardoso muestra esas diferencias. Hay países que han tenido una vinculación más estrecha con el mercado mundial, con posibilidad de articularse más en ese mundo globalizado y lo hacen con alguna ventaja, como es el caso de Brasil, Chile y Méjico. Otros países, en cambio, tienen una historia de menor diversificación productiva, con economías de enclave y dificultades para articularse con el mundo global.
En este marco de respuestas, hay las de antiglobalización, como es el caso de Bolivia, Ecuador y Venezuela, que han tenido una economía más de enclave. Tienen una resistencia más fuerte, pero no pueden quedarse fuera de la globalización. Hay también respuestas socialdemócratas como las de Brasil y algo de Chile, donde se pugna, se compite, pero al mismo tiempo se trata de obtener mejores ventajas. Hay también la postura de la deslealtad, que es el caso de los países de la Alianza del Pacífico, México, Colombia, Perú.
Frente a estas diversas respuestas, lo más complicado es el campo político y social. En toda América Latina hay gran volatilidad en la política. En el caso peruano ya no hay partidos. No solo hay crisis de los problemas que tenemos que enfrentar, sino crisis de los actores, que no tienen la capacidad, la fuerza, la organización, ni las ideas claras para enfrentar los problemas. Frente a estas diversas respuestas, el sistema neoliberal se presenta y mantiene como propuesta única de largo plazo; si bien ha entrado en crisis, no se cuenta con alternativas. Este es uno de los mayores dramas. La incapacidad de los actores para enfrentar los desafíos con nuevas alternativas. Este es una de los grandes desafíos de los latinoamericanos.
Entre estos desafíos es importante discutir el tema de la democracia. La democracia a veces se sobrevalora y otras se desvaloriza. Hay dos tipos de democracia: de mayorías y de consensos. Hay pocos países en el mundo en los que se aplica la democracia de consenso en sociedades rurales o en sociedades multinacionales, hay doce países en el mundo en los cuales se aplica la democracia de consenso. Esta funciona de acuerdo con cuatro instituciones fundamentales. Primero, el gobierno de coalición, si no se articulan los líderes de las distintas fuerzas que son culturalmente diferentes ‒caso de Canadá, Bélgica, Suiza y nueve países más‒ no es posible que haya democracia, ni es posible que haya gobierno. La segunda característica es la autonomía entre los grupos culturalmente diferentes, porque si uno se “metiera” con los otros, la convivencia no sería posible; de alguna manera se dan las “espaldas” entre ellos, es la única posibilidad de que pueda haber democracia; es el caso canadiense entre francófonos y anglófonos. La tercera característica es que sea proporcional, tanto en la representación como en los recursos que tienen que distribuirse en proporción al volumen de la población. La cuarta característica es el veto. Normalmente, los grandes grupos culturales tienen iniciativa; el grupo pequeño no tiene, pero tiene el veto. De alguna manera, si no hubiera tales instituciones en sociedades plurales no habría democracia.
En América latina, no tenemos esos ejemplos de democracia de consensos, salvo Bolivia y Ecuador que quieren pasar a una democracia de consenso, pero ello implicaría un cambio en el diseño institucional. Somos una sociedad muy especial, somos multiétnicos (por quechua y aymara) y multinacional (por las etnias de la selva), pero se aplica la regla de la mayoría. Es un avance importantísimo que al menos los ciudadanos elijan sus autoridades. Hoy, nadie puede elegirse para gobernar diciendo que representa a dios en la tierra; eso funcionaba en las sociedades medievales y nadie puede decir yo gobierno porque hice la revolución. Está bien, hiciste la revolución hace 80 años y encima has dejado al hermano. Ya no hay más legitimidad para gobernar que el ser autorizado por la población.
¿Dónde anda la debilidad de la democracia hoy en día? En el sistema político y en el Estado. El sistema político comprende el sistema electoral, el sistema de partidos y el sistema de gobierno. El sistema electoral es pésimo en América Latina. En ninguno de los países de América Latina hay un diseño del sistema electoral que pueda funcionar bien, porque el diseño lo hacen los políticos y ellos no saben de diseño o saben lo que les conviene. No convocan a la gente que sabe. Por ejemplo, organizar los distintos elementos que componen el sistema electoral es muy complejo, pues es necesario establecer equilibrios entre esos distintos elementos y no es una tarea fácil.
Los sistemas de partidos no existen, en nuestro país y en muchos países no existen. Cuando existen partidos y outsiders ya no hay sistema. Entonces, ¿qué es lo que estamos viendo? Vamos a una extinción del viejo formato de los partidos. Ya no hay estructuras sólidas con mucha ideología ni programa con una base de militantes. Yo diría que vamos hacia un partido “red” y ese es uno de los problemas de cambio de grandes paradigmas en la sociedad. La revolución de los medios en el campo de la política significa eso. Hoy, ya no hay la gente que no tiene voz y el partido le da la voz, hoy todos tienen voz; incluso le pueden decir al político la última información, el político a veces está desactualizado y el ciudadano no.
El otro elemento es la forma de gobierno, que es el presidencialismo, que solo existe en América Latina y fue creado en Norte América y nosotros lo copiamos. Ahora hay distintos formatos en América Latina. Frente al presidencialismo puro norteamericano que funciona más o menos bien, está el presidencialismo nuestro que es el peor porque es un presidencialismo parlamentarizado, es decir, con demasiado control parlamentario que lo traba, que le impide la gobernabilidad y cuando hay gobierno dividido (es decir, cuando el ejecutivo es de un partido y el parlamento de otro) es imposible. Cuando tienes presidencialismo parlamentarizado y el gobierno dividido es imposible, por eso Pedro Pablo Kuczynski4 duró solo año y medio. Todos los gobiernos de este tipo han terminado en golpe de Estado, autogolpe o golpe parlamentario. Considero que las grandes reformas tienen que comprender todo el sistema político, es decir, entrar en un shock de cambios brutales.
Finalmente, está el tema del Estado. No es que la democracia funciona siempre mal, a veces, el déficit de la democracia no viene del diseño institucional ni del sistema de partidos, sino del Estado, esa es la gran intuición de Guillermo Donel, que dice que hay democracias que no funcionan porque, por ejemplo, el Estado de derecho no es realmente un Estado de derecho, es decir, que la ley no tiene vigencia en todo el territorio de un país; allí hay un déficit liberal de la democracia. Hice un mapa de la democracia en el Perú y descubrí que lo que falla es el lado liberal de la democracia, hay mucha participación, pero hay poca libertad, sobre todo en la sierra centro. Entonces, si se hicieran estudios en América Latina o dentro de cada país se van a encontrar las vallas fundamentales que son necesarias superar.
1 Investigador y analista político peruano. Profesor principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sociólogo con doctorado en la Universidad de París, Francia, con la dirección de Alain Touraine y doctorado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Consultor de organismos nacionales e internacionales como el PNUD, BID, UNICEF, Presidencia del Consejo de Ministros (2002), entre otros. Autor y coautor de varios libros sobre Estado, sociedad y política en el Perú y en América Latina. E-mail: [email protected]
2 Destacado antropólogo, sociólogo, profesor universitario e investigador principal del Instituto de Estudios Peruanos.
3 Cardoso, F; Faletto, E. (1967). Dependencia y desarrollo en América Latina (Ensayo de interpretación sociológica). Serie: documentos teóricos Nº1. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
4 Presidente del Perú en el periodo julio de 2016 al marzo de 2018.
Magdalena Reyes: La experiencia del Colegio de Profesores de Chile
Magdalena Reyes 1
Hola, muy buenas tardes, a todas, a todos.
Antes de comenzar mi tema, deseo destacar la diputación de nuestro representante humanista del Frente Amplio, Tomás Hirsch. La diputación humanista que tenemos actualmente en nuestro Congreso de la República de Chile creo que ha llevado nuevos aires, ha refrescado ese ambiente añejo que teníamos y es una real revolución en nuestro país y de eso estoy muy orgullosa. Deseaba mencionarlo porque creo que es destacable.
Como lo dijo aquí el compañero, soy profesora de Educación General Básica, soy profesora en ejercicio y también dirigente nacional del Colegio de Profesores por el Movimiento de Refundación Pedagógica y Gremial de mi país.
Un poco de historia: el Colegio de Profesores y el Movimiento de Refundación Pedagógica y Gremial
En primer lugar, deseo mencionar la historia del Colegio de Profesores. Nuestro Colegio de Profesores fue creado, lamentablemente, en la dictadura militar; efectivamente, fue el dictador quien formó esta institución después de eliminar y desaparecer las organizaciones de profesores que teníamos. Entonces, al Colegio de Profesores se le designaron sus dirigentes, se obligó a todos los profesores del país a ser parte de esta institución; en el fondo, era la manera de controlar y silenciar a los docentes de mi país.
Luego, pasada esa etapa dura, vino la democracia. Una democracia poco real a mi parecer, en donde las políticas educacionales impuestas por el modelo neoliberal se fueron acrecentando y estableciendo en nuestro país. El Colegio de Profesores durante la última década había perdido el discurso pedagógico, puesto que se estaba dedicando solo a la reivindicación salarial. Desde ahí, desde esa necesidad, de la lucha contra las políticas neoliberales y de la reivindicación pedagógica vino el Movimiento Refundación Pedagógica y Gremial. Refundación, inicialmente, fue creado por profesores humanistas, pero su programa atrajo rápidamente al resto de los docentes del país y ahora es un movimiento integrado por profesores de distintos credos políticos, de distintos credos religiosos y también profesores apolíticos, que están cansados del manoseo que hacen los partidos políticos en las dirigencias actuales.
En ese contexto, Refundación se creó para defender los intereses de todos las profesoras y profesores de Chile, desde la formación en Inicial hasta la Enseñanza Media. Refundación se ha extendido a lo largo y ancho de nuestro país y también tiene lazos con el resto de países de América Latina. Estamos en la búsqueda de esa pedagogía humanizadora que nuestros pueblos tanto anhelan.
La misión y la voz del profesorado
Los profesores y profesoras cumplimos una misión insustituible: somos los primeros llamados a trabajar por la humanización de la sociedad; somos quienes debemos promover una ética personal y social que nos permita evolucionar como individuos y como colectivo; somos quienes guiamos a las nuevas generaciones a prepararse para transformar aquello que necesita ser mejorado en esta sociedad.
Hoy, vivimos un sistema que empequeñece nuestra tarea, que pretende que seamos meros reproductores de un orden establecido, simples transmisores de los pequeños valores de una sociedad consumista y materialista. Quienes de verdad amamos la tarea de educar no aceptamos esa visión reducida, somos conscientes del vasto sentido de ser educadora o educador y, por ende, no renunciamos a nuestra misión profunda.
Entendemos al Colegio de Profesores como una herramienta de transformación para hacer frente a la deshumanización de la sociedad y de la educación. Chile necesita que se exprese con vigor la voz de los educadores. Durante décadas se ha escuchado a los economistas, quienes han dictado las directrices en cuanto a conceptos, propósitos y la praxis en educación. Ello es una distorsión que nos ha llevado a una educación sesgada, estandarizada, instrumental, al servicio de intereses económicos y del aparato productivo, pero no de un desarrollo humano integral.
El Colegio de Profesores está llamado a defender los derechos salariales, laborales y previsionales del profesorado. Asimismo, tenemos una misión en el campo educativo y pedagógico para propiciar que las decisiones que toman los poderosos vayan en la dirección correcta y no para empeorar el estado de cosas, como ha ocurrido tantas veces en los últimos años.
Las profesoras y profesores debemos recuperar el espacio de expertos en educación que nos pertenece. Somos nosotros quienes conocemos la verdadera realidad de los colegios, ahí nos vinculamos directamente con nuestros estudiantes y apoderados. Somos los que sufrimos en carne propia las consecuencias de las malas políticas que diseñan los expertos tecnócratas en sus cómodas oficinas, mientras los profesores experimentamos el agobio laboral producto de la burocracia inútil a que nos somete el sistema.
Compartimos con ustedes una galería de imágenes y un video de los trabajos de Refundación (Ver www.simposiocmeh2018.com).
¡Muchas gracias!
1 Educadora. Profesora en ejercicio de Educación General Básica. Dirigente nacional del Colegio de Profesores de Chile. E-mail: [email protected]
Tony Robinson: Desarme y nuevos paradigmas
Tony Robinson1
Queridos amigos: en primer lugar, deseo agradecer a los organizadores de este simposio por haberme invitado a participar en el panel de hoy. Como muchos de los panelistas aquí presentes, he sido activista por el cambio social noviolento durante la mayor parte de mi vida y la ponencia de hoy tratará sobre los nuevos paradigmas sociales en mis campos actuales de activismo, a saber, el desarme y el periodismo.
Muchos de ustedes pueden pensar, ¿por qué el desarme es siquiera un tema en un simposio que se está celebrando en el Perú?. Muchos de ustedes tal vez no lo sepan, pero según las estadísticas más recientes publicadas por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por su sigla en inglés), el presupuesto para gastos militares en Sudamérica en el 2017 ascendía a más de 57.000 millones de dólares estadounidenses2. Este dinero es, por supuesto, más que suficiente para eliminar la pobreza en toda la región mediante la creación de empleo sostenible que no destruya el planeta. También se puede comparar con el presupuesto militar que gastan sus vecinos centroamericanos: Costa Rica, cuyo presupuesto militar era precisamente de cero dólares, dado que en 1948 abolieron sus fuerzas militares.
Sin embargo, podemos considerar muy favorablemente el hecho de que América Latina, en conjunto, es una de las regiones más pacíficas del planeta en términos de conflictos internacionales y guerras civiles. Ahora que la guerra civil colombiana ha sido eliminada del panorama, esperemos que permanentemente, no hay un conflicto militar activo en la región. Cabe decir, además, que la región es notablemente buena en impulsar al mundo en los foros de desarme. Todos los países de la región son miembros del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, la Convención sobre las Armas Químicas, la Convención sobre las Armas Biológicas y el Tratado de Prohibición de las Minas Terrestres. La región se convirtió en la primera zona poblada en declararse zona libre de armas nucleares en 1968. Los únicos tratados pendientes de universalización en la región son la más reciente Convención sobre Municiones en Racimo del 2008 y el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares del 2017.
También podemos tomar como ejemplar el hecho de que la Constitución de Bolivia dice: “Bolivia es un Estado pacifista” y “Bolivia rechaza toda guerra de agresión como instrumento de solución a los diferendos y conflictos entre Estados”. En coherencia con esta constitución, también es ejemplar que la disputa fronteriza entre Chile y Bolivia haya sido examinada en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en lugar de una confrontación militar entre los dos Estados. Es posible que muchos de nosotros no estemos de acuerdo con la decisión y consideremos que se trata de una cuestión política que ambos países deben resolver bilateralmente, o que debe resolverse a nivel regional, superando el nacionalismo mezquino, pero todos podemos estar de acuerdo en que una alternativa militar sería una catástrofe para la humanidad.
Sin embargo, el panorama en la región en conjunto no es tan saludable cuando se trata de armas pequeñas. En el 2016, el número de muertes en Sur América por armas de fuego fue de 77.0753, pero, para ser justo con una región en su mayor parte pacífica, son Brasil, Colombia y Venezuela los que representan el 90% de este total. Las cifras de Brasil son alarmantes, ya que las estadísticas de homicidios son mucho más altas que las de Colombia, que en ese momento estaba en guerra civil. Me pregunto, si no es guerra civil, ¿cómo llamaríamos a un conflicto en el que mueren tantas personas?
En términos de periodismo, lo que podemos decir es que el periodismo se encuentra en una gran crisis en este mundo neoliberal que exige beneficios por encima de todo lo demás y presiona cada vez más a las empresas de medios de comunicación para que recorten sus presupuestos y, por lo tanto, su personal, manteniendo al mismo tiempo el mismo nivel de producción. Los medios de comunicación predominantes en todo el mundo también están al servicio de los mayores bancos y empresas del mundo o en manos de los gobiernos. El periodismo independiente lucha por sobrevivir y sus súplicas de dinero para salvarse de la insolvencia a menudo ahogan el buen trabajo que hacen al destacar cuestiones importantes.
Esta crisis del periodismo pone a las poblaciones en una crisis de información, de la que muchas veces ni siquiera son conscientes. La mayoría de las poblaciones no reciben información variada; leen los mismos periódicos; ven los mismos canales de noticias en la televisión (si ven alguna noticia); y no se dan cuenta de que lo que están viendo y leyendo es una selección cuidadosamente escogida de artículos que los editores de esos medios quieren que vean. No existe objetividad de la información. Lo que el espectador o lector ve es lo que entra por la pequeña ventana que el propietario de los medios le permite ver. Ni siquiera son conscientes de que lo que están viendo es una visión increíblemente parcial y distorsionada del mundo. En esta situación, es fácil manipular opiniones y en un mundo en el que cada vez es más difícil sobrevivir económicamente, el tiempo que dedica la población a buscar otras fuentes de información es cada vez más reducido. Esto no es un accidente. Pero esta falta de sed de buena información no se limita a los que están económicamente oprimidos; la mayoría de las personas con un alto nivel de educación también están contentas de atenerse a las fuentes de información que conocen y en las que confían, ya que a todas estas personas les ha ido muy bien hasta ahora con los consejos de sus formadores de opinión favoritos en los canales de televisión que ven y en los periódicos que leen.
Este es el contexto en el que nos encontramos en este simposio. Pero ¿qué podemos identificar en los nuevos paradigmas que están emergiendo y qué necesitamos desarrollar? Voy a cerrar con ejemplos de mis áreas, pero antes deseo destacar que los nuevos paradigmas que están surgiendo representan cada vez más una convergencia de la diversidad. En otras palabras, los nuevos paradigmas nos están llevando al surgimiento de una nación humana universal. Esta convergencia de la diversidad se produce, porque cada vez está más claro que los conflictos que vive la raza humana se deben a un conjunto de paradigmas que, aunque alguna vez hayan sido útiles para llevar a la humanidad al lugar que ocupa en la actualidad, ya no sirven para su propósito4. La ropa de nuestra infancia ya no nos queda bien.
Estos paradigmas en los que el dinero es el valor más importante, en los que se acumula mágicamente de un día para otro en los sistemas informáticos de los bancos, y en los que un mercado mítico decide el precio de cada mercancía y calcula cada valor en términos financieros, estos paradigmas nos están fallando ahora y el auge de la tecnología que nos permite ver cualquier cosa que suceda en cualquier parte del mundo está haciendo que estos fracasos de paradigmas resulten evidentes para todos los que los estén viendo.
Basta con buscar rápidamente en Internet para ver la destrucción del medio ambiente, las guerras en Oriente Medio, la violencia contra las mujeres, la violencia religiosa, las muertes causadas por la pobreza y por armas de fuego, la persecución de los migrantes que huyen de los conflictos y la pobreza, las crecientes tasas de suicidio y muchos más. Estos son síntomas de los viejos paradigmas que ya no funcionan.
Los nuevos paradigmas ya están empezando a derribar los viejos paradigmas, pero estamos en el periodo de transición en el que los viejos paradigmas todavía parecen estar en control del mundo. Sin embargo, esto no será por mucho tiempo, porque el abismo entre los valores de las nuevas generaciones y los de las viejas está creciendo cada día más. Así que volviendo a los campos en los que estoy directamente involucrado, podemos ver que estos nuevos paradigmas ya están en acción y dando resultados.
En materia de desarme, por poner un ejemplo, está la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por su sigla en inglés), ganadora del Premio Nobel de la Paz el año pasado, se ha convertido en los últimos 10 años en una red de más de 500 organizaciones con representantes en casi todos los países del mundo. Son organizaciones que no solo se preocupan por el poder destructivo de una bomba; son grupos de mujeres que saben que cualquier guerra y, especialmente una guerra nuclear, les afectará de forma desproporcionada; son ambientalistas que saben que una guerra nuclear destruirá el hábitat de todas las formas de vida del planeta; son científicos que se oponen a que su oficio de mejorar la calidad de vida se canalice hacia el poder de matar; son personas del sur global que saben que cualquier guerra nuclear en el hemisferio norte perjudicará a las personas del hemisferio sur; son militantes en contra de la pobreza y trabajadores de la salud que saben que una guerra nuclear empeorará la vida de todos. En resumen, la ICAN es una campaña que refleja todos los campos del activismo social.
En los medios de comunicación independientes, vemos que el periodismo lo hacen cada vez más los activistas, es decir, los activistas de las organizaciones sociales y las campañas están haciendo sus propios medios de comunicación. La organización de medios de comunicación con la que trabajo, Pressenza International Press Agency, es un ejemplo de ello. Somos el portavoz de cientos de organizaciones sociales que no tienen espacio en los medios de comunicación convencionales y tenemos alianzas con más de 200 organizaciones de otros medios de comunicación con cuyas políticas editoriales coincidimos. Empezamos a actuar gracias a la Primera Marcha Mundial por la Paz y la Noviolencia, que no ganó espacio en los medios de comunicación hasta que formamos Pressenza para crear ese espacio. Desde entonces, hemos seguido trabajando en todo el planeta para apoyar la labor de las organizaciones que trabajan en pro de la nación humana universal, ¡aunque nunca antes habían oído hablar de ella!
Pero si los nuevos paradigmas se caracterizan por una convergencia de la diversidad, también hay otra característica que marca estos paradigmas; hay un creciente rechazo a la violencia en todas sus formas. Hace algunos años, el mundo fue barrido por la movilización social, desde la Primavera Árabe hasta los indignados en España, pasando por el movimiento de los Occupy en Nueva York, las protestas de Gezi Park en Turquía y el Movimento Passe Livre de Brasil, todos ellos caracterizados por la negación a recurrir a la violencia y a resistir pasivamente a la violencia que proviene del sistema en el poder.
Esta es la noviolencia activa que fue ampliamente usada por Mahatma Gandhi y Martin Luther King y promovida como un estilo de vida por Silo, y está basada en otro paradigma que subyace a todos los otros paradigmas de la nación humana universal: tratar a los demás como uno quiere ser tratado.
1 Codirector de Pressenza International Press Agency, Mundo sin Guerras, miembro del Coordinating Committee Abolition 2000 y The International Campaign to Abolish Nuclear Weapons. E-mail: [email protected]
2 Cifras del SIPRI para 2017 en millones de dólares estadounidenses: Argentina: 5680,7; Bolivia: 656,8; Brasil: 29283,5; Chile: 5135,5; Colombia: 9713,8; Ecuador: 2427,2; Guyana: 57,3; Paraguay: 348,2; Perú: 2085,6; Uruguay: 1241,7, y Venezuela: 464,8.
3 Estudio de mortalidad global por armas de fuego 1990-2016: Argentina (3120), Bolivia (535), Brasil (43200), Chile (495), Colombia (13300), Ecuador (1520), Guayana Francesa (n/a), Guyana (79), Paraguay (716), Perú (925), Surinam (28), Uruguay (357) y Venezuela (12800). Basado en: Naghavi, M. et. al. (2018). Global Mortality From Firearms, 1990-2016. JAMA, 320(8), 792-814.
4 Entre paréntesis, argumenta que diferentes paradigmas nos habrían llevado aquí más rápido, por ejemplo, si la Iglesia cristiana no hubiera quemado la biblioteca de Alejandría y sumergido a Europa en un oscurantismo que duró siglos hasta que el Renacimiento emergió finalmente.