
La especie humana ha dado pasos agigantados en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y ha producido un gran excedente económico, lamentablemente acumulado en pocas manos. Estos hechos no tienen paralelo con el cuidado de la casa común y menos aún con la distribución del excedente producido. Los paradigmas del crecimiento económico sin límites y de que la tecnología resolverá los graves problemas ambientales que va dejando irresueltos nuestra generación están tocando fondo (calentamiento global, contaminación y degradación ambiental, etc.).
Como humanidad, estamos atravesando una de las peores crisis del capitalismo ‒dos crisis financieras internacionales en menos de cuatro años, la primera en el 2008-2009, que tuvo como eje a EE. UU. y la segunda en el 2012 en Europa‒. El desempleo en el mundo ha crecido notablemente y la desigualdad económica es imperante, mientras la población se enreda en una vorágine de consumismo. Los retos del siglo XXI son lograr un nuevo tipo de economía, un nuevo sistema de propiedad plural y condiciones que garanticen que la población tenga un ingreso digno y estable que le permita gozar de la cultura, del intercambio con diversos países del mundo y del desarrollo de la ciencia y la tecnología para el bienestar y el cuidado de la naturaleza.
Hoy, en el planeta entero se sienten voces que demandan y actúan para hacer realidad la declarada responsabilidad ambiental intergeneracional; superar la crisis climática; la internalización de los costos ambientales con tecnología cero desechos; una alimentación saludable basada en la agricultura orgánica; etc. Estos cambios también conllevan intrínsecamente la necesidad de repensar el tipo de economía que sustenta este sistema en crisis.
Requerimos un nuevo tipo de economía con indicadores que desvinculen el crecimiento de la extracción de recursos naturales, indicadores de equidad y justicia social, de distribución de la riqueza, que incorporen el valor social del trabajo en la producción. Es decir, necesitamos una forma de organización social, económica y ambiental que coloque al ser humano como valor central de la sociedad y una economía organizada desde sus leyes básicas de forma social y ambientalmente sostenible.
Este eje aborda los siguientes temas:
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Repensar salidas al neoliberalismo con un nuevo sistema económico que coloque al ser humano como valor central frente al capital y que tenga como base el desarrollo ambientalmente sostenible.
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Orientar la economía a la sociedad con un enfoque solidario (banca social, nuevos modelos productivos, viabilidad de la renta básica, entre otros).
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Enfrentar la lucha contra el cambio climático y la crisis ecológica.
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Reorientar la economía, la ciencia y la tecnología con una lógica de cero desechos.
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Revalorar la acción social organizada ambientalmente responsable tanto individual como colectiva como base de los cambios.
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Aprender los aportes de las culturas originarias para superar la crisis ecológica global.
Alfonso Cotera: Economía solidaria: propuesta y acción para democratizar las relaciones económicas con sostenibilidad social y ambiental
Alfonso Cotera1
Buenas tardes. Agradezco al Centro Mundial de Estudios Humanistas por la invitación. Coincido en que vivimos una crisis prolongada que tiene componentes económicos, sociales, culturales, ambientales, éticos y tecnológicos, que ha puesto en riesgo las relaciones humanas y la vida en el planeta. En esta oportunidad, presentaré la propuesta de economía solidaria y de comercio justo, con el objetivo de intercambiar, dialogar e interactuar en el futuro.
Una propuesta en construcción
La economía solidaria no es un modelo económico acabado, es una propuesta en construcción, por lo que hay distintas versiones y enfoques, como las llamadas economía popular, economía social, socioeconomía, economía del cuidado, economía feminista, economía del trabajo, economía sustentable. Todas ellas son parte de este proceso y aportan una perspectiva específica en la construcción de la propuesta. La economía solidaria no se queda solo en la teoría, sino que busca recoger de la práctica económica, de miles de experiencias, los elementos sustanciales para construir esa propuesta.
La economía solidaria surge de las necesidades fundamentales de la gente, principalmente de los sectores populares, de la relación de apoyo mutuo, de cooperación y reciprocidad que ha existido y aún subsiste entre los seres humanos para enfrentar problemas comunes. Por lo tanto, la lógica de la economía solidaria no es la acumulación de la riqueza, sino la satisfacción de las necesidades. En ese sentido, recupero la etimología del concepto economía, que proviene de oikos, casa y nomos, gestión. Por lo que la economía es gestionar (administrar) la casa, la sociedad, la casa grande (el planeta). Es saber utilizar y proteger los recursos y los medios para la convivencia, para resolver los problemas y necesidades existentes. Se trata de que la economía esté al servicio de las personas y de su hábitat. No es un modelo antropocéntrico, es una propuesta que se considera parte de la naturaleza y de sus relaciones sociales.
Deseo enfatizar estos cinco principios de la economía solidaria:
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La economía solidaria coloca como factor central el trabajo humano. En la actividad económica confluyen diversos factores, uno de ellos es el trabajo, los otros son el capital, la tierra y, ahora cada vez más, la tecnología y la gestión. La propuesta de la economía solidaria enfatiza la centralidad de esos factores en el trabajo.
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Se plantea como una relación armoniosa entre los seres humanos, productores y consumidores respecto a la naturaleza y, por lo tanto, se trata de desarrollar una convivencia social en un entorno sustentable.
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Se esfuerza en conjugar los intereses individuales con los colectivos. Se discute si la economía solidaria es solo experiencia colectiva o también es esfuerzo individual. De lo que se trata es de lograr esa concatenación (articulación) de los intereses individuales con los intereses colectivos y que la práctica económica exprese la conveniencia de vivir en comunidad.
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Reconoce la diversidad y complementariedad en la acción económica y social. El reconocimiento del otro no solo en su cultura, sino también en sus capacidades y funciones. El mundo no funcionaría solo con intelectuales o solo con campesinos o solo con obreros, todos tienen un aporte significativo y necesario en esta sociedad. Se trata de que todos estos esfuerzos y capacidades, a la vez de ser reconocidos sean complementados y articulados.
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Incorpora la justicia en las relaciones económicas y sociales. Frente a la explotación y marginación del trabajo, a la inequidad en los intercambios comerciales y a la creciente desigualdad en el reparto de la riqueza producida en el sistema económico predominante, la economía solidaria apuesta por la justicia en la distribución de la riqueza producida.
Una apuesta para la realización del ser humano
El ser humano es central en esta apuesta económica. En el siguiente gráfico se pueden ver los tres aspectos del círculo de desarrollo personal en la economía solidaria:
Fuente: Elaboración propia
La búsqueda del bienestar. Se trata de conseguir los elementos materiales necesarios para vivir con comodidad y disfrutando lo que nos brinda la naturaleza y el desarrollo de los avances científicos y tecnológicos.
El desarrollo de la capacidad de bien hacer. Se logra al potenciar las capacidades intelectuales, habilidades técnicas y manuales de las personas para realizar cada vez más y mejor su trabajo.
Alcanzar el bien ser. Es lograr trascender en la vida a través de la obra y la manera de relacionarse con los otros. Es la realización plena que hace que la persona se sienta satisfecha consigo misma, más allá de los logros materiales y el desarrollo de sus capacidades.
Es fundamental avanzar en los tres aspectos, porque la actividad económica la hacemos los seres humanos y si no nos miramos en esa integralidad, en la interrelación del bien hacer para lograr el bien estar y avanzar en el bien ser, la economía no podrá funcionar adecuadamente.
Una apuesta que revalora el trabajo
La economía solidaria apuesta por la centralidad del trabajo humano. José Luis Coraggio, uno de los especialistas de la economía del trabajo desarrolla el concepto de fondo de trabajo. En la siguiente lámina se puede ver el trabajo no remunerado (TNR), que es lo que hacen principalmente las mujeres en la casa, no tienen horario de trabajo y no son reconocidas no solo económicamente, sino socialmente; y el trabajo remunerado (TR) que puede ser dependiente, independiente o mercantil, por el cual se recibe una contraprestación económica y es reconocida socialmente.
Fuente: Módulo Didáctico: Economía Local. Alfonso Cotera.
Ambos tipos de trabajo son indispensables para que funcione la sociedad, son interdependientes, y conforman el fondo de trabajo. De lo que se trata, por lo tanto, es de optimizar este fondo de trabajo a través de estrategias y actividades económicas solidarias.
Una apuesta por la sostenibilidad
Otro elemento fundamental de la economía solidaria es su apuesta por la sostenibilidad del planeta. Es decir, propiciar la actividad económica sin depredar la naturaleza, conscientes de que toda acción humana modifica y transforma la vida de los seres vivos (plantas, animales, agua, aire y todo lo que habita en un territorio); se trata de rescatar y recoger las experiencias comunitarias en su relación armoniosa con la naturaleza. Por ejemplo, frente al calentamiento global que deteriora las fuentes generadoras de los recursos hídricos, en las comunidades altoandinas y en los pueblos originarios de la selva se realizan acciones de recuperación y sostenibilidad de este recurso (siembra y cosecha de agua), para ello integran sus expresiones de espiritualidad (pago a la tierra y permiso de sus deidades) antes de trabajar comunitariamente en la creación de lagunas artificiales, recuperación de sus bofedales y la reforestación de sus campos. De esta manera, van recuperando la vida en diversas zonas a través de estas experiencias económicas cooperativas y comunitarias. Se trata de mirar a la tierra como la pachamama y al agua como yacumama.
En las zonas urbanas, se realizan otras acciones de sostenibilidad. Por ejemplo, la experiencia de comercio justo y ecológico, que busca el desarrollo de una relación armoniosa entre productores y consumidores, con respeto al equilibrio de la vida en la naturaleza y la justicia en los intercambios económicos. Una de estas experiencias concretas la tenemos en el Mercado Saludable de La Molina2, donde se establecen relaciones de confianza entre productores y consumidores, ya que no solo se busca intercambiar bienes y productos, sino también intercambiar saberes y sentires, diálogos y comprensión de las cosas, y una buena relación social.
Una apuesta que desarrolla la cooperación y solidaridad
Otro elemento de la economía solidaria es el rescate y desarrollo del factor C. ¿A qué se le llama factor C? En una actividad económica confluyen los llamados factores de productividad. Tradicionalmente, estos factores son el capital, la tierra y el trabajo. En la actualidad, a esos tres factores se le han agregado otros, como la tecnología y la gestión. Sin embargo, cada vez más se desvaloriza el factor trabajo, que puede ser individualizado o cooperativo y comunitario. Es este elemento que Luis Razeto destaca como factor de productividad y lo denomina factor C, porque alude a palabras que empiezan con la letra C, como colaboración, cooperación, comunidad, compañerismo, corazón, etc. Este factor C también es un elemento de productividad. Donde hay el factor C se potencia mucho más la productividad y la eficiencia en la actividad económica.
Una apuesta hacia la equidad de género
La economía solidaria apuesta por el reconocimiento de que existe inequidad entre hombres y mujeres, especialmente en la actividad económica. Para superarla, se propone que hombres y mujeres trabajamos en las mismas condiciones y con el reconocimiento social y político necesario. Por ello, busca hacer visible el trabajo doméstico y comunitario no remunerado. Promueve políticas públicas orientadas a democratizar las oportunidades y respetar los derechos de todos. Desarrolla prácticas orientadas a democratizar las relaciones entre hombres y mujeres en la actividad económica y social.
Una apuesta por el desarrollo nacional
En un mundo cada vez más globalizado, lo nacional se ha desdibujado y desvalorizado, especialmente en lo económico, al desaparecer las fronteras y soberanías a través de los tratados de libre comercio que buscan perpetuar las inequidades del comercio internacional. En este marco, la propuesta de la economía solidaria rescata también lo nacional (la identidad y soberanía del qué hacer económico) y en ese rescate, reconoce que la economía puede ser diversa y plural, integrada principalmente por tres sectores: el sector social, el sector privado y el sector público.
Es una economía que rescata la experiencia que surge de la fuerza social de los sectores populares en diversas formas económicas, algunos la llaman pequeñas empresas, pero no es un tema de tamaño, otras son asociativas, se trata de unidades económicas populares o solidarias, muchas de ellas en sobrevivencia, pero avanzan y se desarrollan, generan su propio empleo y, a partir de ello, generan también vida. Este sector social está cada vez más organizado y se articula por tipo de actividad económica, por tipo de relaciones sociales y territoriales.
Esta propuesta también reconoce la intervención del Estado en la economía. Por ello, estamos en contra de lo que se aprobó en la Constitución de 1993 respecto a que el Estado no debe intervenir en la economía, sino que es subsidiario a la inversión privada, entonces, donde los privados no quieren invertir recién puede intervenir el Estado. Esto debilita tremendamente las posibilidades del desarrollo nacional y hace que el Estado abandone responsabilidades en sectores estratégicos de la economía (energía, minas, etc.) y también en servicios fundamentales (salud, educación, vivienda, etc.). Por lo tanto, la intervención del Estado en la economía es fundamental para el desarrollo integral del país.
También se busca incorporar al sector privado (mediana y gran empresa) en el desarrollo del país, ampliando su responsabilidad social. Es decir, que la empresa sea responsable con sus trabajadores, responsable con el ambiente en el que desarrolla su actividad y responsable con el Estado y la normatividad del país, mediante el pago de impuestos y el respeto a la normatividad. Por lo tanto, la economía solidaria, no es antiempresa multinacional o privada. En resumen, la economía solidaria apuesta por un enfoque de desarrollo integral y sostenible que coloca al ser humano en el centro de la actividad económica y en su interacción armoniosa con la naturaleza.
Estrategias de la economía solidaria
¿Cómo se aplica en la práctica este discurso de economía solidaria? A través de las siguientes estrategias, entre otras:
- Producción local y sostenible. Revalora el trabajo en ámbitos específicos territoriales y establece relaciones tanto de la producción, la comercialización (distribución), los servicios y el consumo, orientados a satisfacer las necesidades de la gente, a la vez que genera ingresos y trabajo, y respeta el medio ambiente.
- Comercio justo. Surgió como una relación de solidaridad de los consumidores en los países del norte frente a los productores de los países del sur. Reconoce el trabajo de los pequeños productores a través del pago de un precio justo por los productos. Ahora ya existe el comercio justo en los mercados locales, tanto de los países del norte como del sur. Se trata de desarrollar una relación armoniosa entre productores, consumidores y la naturaleza (producción sustentable, distribución sostenible y precio justo).
- Consumo ético. Busca generar una conciencia crítica de lo que se consume, de quiénes y cómo lo producen, en qué condiciones trabajan y quiénes se benefician de los intercambios. Aquí hay una relación de interdependencia, pues no puede haber comercio justo, sino hay consumidores éticos. Responde a la necesidad de organizar la actividad económica a través de empresas o unidades económicas en las que la relación entre sus integrantes sea democrática, es decir, una relación de respeto y de trabajo cooperativo.
- Finanzas solidarias. Buscan promover y practicar el ahorro, el uso del crédito adecuado al desarrollo de sus unidades económicas y del entorno donde esta se ubica. Se trata de que el dinero que se genera en un territorio circule y dinamice la economía local.
- Turismo social. Promueve relaciones de intercambio cultural entre los visitantes y residentes de un territorio determinado. Revalora lo que hay de riqueza en lo cotidiano y en la cultura de los grupos y de las comunidades.
- Trueque y la moneda social. Es el intercambio de productos y servicios sin intermediación del dinero. En algunos países como en Argentina han funcionado muy bien los clubes de trueques, que fueron significativos en los momentos más agudos de crisis. Ahora lo están retomando, porque como todo proceso social, hubo problemas en su implementación, por ejemplo, en lugar de vender sus propios productos empezaron a hacer intermediación de otros y entonces la relación de confianza se fue perdiendo.
- Desarrollo económico local. Estrategia de intervención orientada a privilegiar el espacio local, reconociendo las riquezas y potencialidades de su territorio y de la gente que lo habita. Es una apuesta al desarrollo endógeno, pero articulado al mundo. No se busca la autarquía.
Experiencias organizativas de economía solidaria
Las formas de organización que establecen las experiencias de economía solidaria son diversas y variadas, y corresponden a su propio contexto y enfoque. En esta oportunidad, resalto algunas de las más significativas:
- Las prácticas económicas comunitarias, que son reconocidas en el mundo rural, como el que realiza la comunidad de Quispillacta (Chuschi, Cangallo, Ayacucho) a través de la siembra y cosecha de agua, como parte del desarrollo ecológico, económico y social.
- Las prácticas urbanas autogestionarias, como las de Villa El Salvador, a través de acciones comunales para dotarse de servicios básicos y construir sus viviendas y espacios públicos.
- Las experiencias cooperativas que mediante el apoyo mutuo y la solidaridad entre sus asociados encaran problemas comunes, como la Cooperativa Los Andes de Cotarusi (Aymaraes, Apurímac), que agrupa a 33.000 socios campesinos y migrantes que utilizan el ahorro y crédito para la producción ecológica y negocios familiares.
- Las asociaciones que agrupan a productores individuales y colectivos de un rubro determinado o de un lugar de origen común para compartir problemas y alternativas para mejorar su calidad de vida, como la Central Interregional de Artesanos del Perú (CIAP) y la Asociación Nacional de Productores Ecológicos (ANPE Perú)
- Las redes y articulaciones que promueven la economía solidaria y el comercio justo a nivel nacional en América Latina y en el mundo. Por ejemplo, la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético, que articula a organizaciones de personas libradas de su libertad (presos), que producen y colocan en el mercado sus productos para solventar los gastos familiares, las cooperativas cafetaleras y cacaoeteras, las asociaciones de artesanos, las instituciones promotoras, las empresas sociales, etc.
El reto que tenemos ahora para revertir la situación de pobreza, deshumanización, deterioro del medio ambiente y corrupción generalizada es fortalecer a estas iniciativas de economía solidaria y comercio justo, desarrollar el diálogo y cooperación con otras apuestas alternativas en el campo de la economía, en las relaciones sociales, en la defensa de los derechos humanos, en el respeto a los pueblos originarios, en la unión y apoyo a todos los sectores sociales y a la inmensa diversidad cultural, sexual, religiosa y política que forman parte de nuestra casa común, de nuestro mundo, que queremos sea un mundo para todos y todas.
1 Sociólogo, consultor en temas de economía solidaria, comercio justo y desarrollo local. Director ejecutivo de la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético. Coordinador de la Mesa de Coordinación Latinoamericana de Comercio Justo. Directivo de RIPESS LAC. E-mail: [email protected]
2 Distrito de Lima Metropolitana.
Relaciones entre economía, naturaleza y sociedad
Rodrigo Arce1
Gracias por la invitación para participar en este Simposio.
El día de ayer, Augusto Castro nos decía que para él la palabra que mejor podría describir la realidad en la que vivimos es la desigualdad. Por mi parte, hice el mismo ejercicio y encuentro que la principal palabra que describe la realidad es división, fragmentación, separación y voy a explicar por qué. Esta historia se remonta a la forma como hemos ido construyendo nuestro pensamiento con las ideas platónicas que separan el cuerpo del alma, la materia de las ideas, la sociedad de la naturaleza. Para muchos pueblos, tal separación no existe o simplemente todo es naturaleza y esta forma de concebir la realidad es muy sugestiva.
No solamente hemos separado el cuerpo del alma, sino que también hemos separado las ciencias sociales de las ciencias naturales, hemos separado la ciencia de la ética, la ciencia de la estética. Se ha considerado que el ser humano es el único que tiene dignidad, porque tiene raciocinio y conciencia, pero investigaciones de las últimas décadas demuestran que no hay tal separación entre seres con conciencia (humanos y animales) y seres sin conciencia (las plantas). Ahora sabemos que las plantas se comunican a través de aromas, las plantas perciben, las plantas tienen sentidos, tienen un sistema equivalente al cerebro en las raíces, reconocen a sus congéneres y a otras especies y establecen interacciones, las plantas aprenden, y también resuelven problemas, las plantas también modifican su metabolismo. Esto nos hace cambiar la forma tradicional como nos hemos acercado a otros seres vivos y eso da mucho que pensar.
En esta separación y en esta arrogancia hemos pensado que el ser humano es el único que tiene la capacidad de tomar decisiones por la naturaleza y sobre la naturaleza, ello nos permite cosificarla, explotarla sin ningún remordimiento. En tanto consideramos que la materia representa a la naturaleza y las ideas representan al alma, pensamos que lo más importante es salvar el alma (las ideas) y no tanto el cuerpo (la materia). Esta forma de pensamiento nos ha llevado a considerar a la naturaleza como sujeto de explotación, verla únicamente por su valor monetario, por su utilidad al ser humano. Desde esta perspectiva solo podemos desarrollarnos en la medida en que dominemos a la naturaleza y la pongamos a nuestro servicio. ¿Pero qué pasaría si encontramos que no hay tal separación entre naturaleza y sociedad?
Encontramos que cada vez es más difícil separar la naturaleza y la sociedad, la naturaleza y la cultura o incluso separar lo natural de lo artificial. Estamos ante la emergencia de nuevas formas de reconocernos nosotros mismos, pero también reconocer nuestra relación con lo que hemos llamado naturaleza. Si otra vez nos vamos a los pueblos, encontramos que no hay tal separación y que nosotros hemos llegado a la convicción de que somos superiores a la naturaleza, porque en el origen mismo de la ciencia hemos desarrollado una visión disyuntiva, reductiva, lineal de lo que significa la realidad y no nos reconocemos como parte de un conjunto de interacciones. No estamos hablando únicamente de sistemas naturales o sistemas sociales, estamos hablando de socioecosistemas, en los cuales vamos a reconocer que materia, masa, energía, información y sentido están interrelacionados, son interdependientes e interdefinibles.
Estamos en una crisis profunda del capitalismo y es interesante reconocer que desde el propio capitalismo también se están generando algunas alternativas diferentes. Frente a la pretensión de que el modelo económico capitalista (economía clásica, economía neoclásica y economía neoliberal) es un producto acabado y que, por tanto, no merece más discusión por considerársele exitoso e irreversible, en el mundo se han desarrollado múltiples escuelas, tendencias, corrientes, disciplinas y propuestas que tratan en diversos grados de superar las críticas a la economía hegemónica.
Así tenemos, entre otras, la economía azul2, la economía naranja3, la economía verde4, la economía del bien común5, la economía colaborativa6, la economía solidaria7, 8, la economía circular, la economía de la felicidad9 e incluso se podría hablar de una emergente economía indígena10. También podríamos mencionar a las disciplinas híbridas, como la economía ecológica, la economía ambiental y la economía de recursos naturales.
El propósito de esta ponencia es pasar revista a las principales características de estas propuestas y tratar de identificar su nivel de articulación con el concepto de sustentabilidad. Se entiende que esta es una primera aproximación y es a la vez una invitación para que se desarrollen investigaciones más profundas para que los tomadores de decisiones de los diversos sectores de la sociedad puedan extraer lecciones aplicables a la formulación e implementación participativa de políticas públicas.
Conceptos
Vamos a recoger de la literatura los principales aspectos que caracterizan a estas propuestas. Se aclara que no todas tienen el mismo desarrollo teórico, pero igual se valoran todas. Desde la perspectiva del pensamiento complejo no hay discriminación respecto al grado de sustentación científica de las propuestas, pues todas tienen algo que decir y por la tanto hay que prestarles atención.
Economía azul: Busca servirse del conocimiento acumulado durante millones de años por la naturaleza para alcanzar cada vez mayores niveles de eficacia, respetando el medio y creando riqueza, y traducir la lógica del ecosistema al mundo empresarial.
Economía naranja: Representa una riqueza enorme basada en el talento, la propiedad intelectual, la conectividad y, por supuesto, la herencia cultural de nuestra región.
Economía verde: Se refiere a una economía que mejora el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica (PNUMA).
Economía ecológica: Disciplina científica que integra elementos de la economía, la ecología, la termodinámica, la ética y otras ciencias naturales y sociales para proveer una perspectiva integrada y biofísica de las interacciones que se entretejen entre la economía y entorno11.
Economía del bien común: Se define como un sistema económico alternativo apartidista, que propone construir tomando como base los valores humanos universales que fomentan el bien común. Sitúa su foco de acción en la cooperación y no en la competencia, en el bien común y no en el afán de lucro. Desde ese lugar, propone convertirse en palanca de cambio a nivel económico, político y social, y en un puente entre lo viejo y lo nuevo.
Economía colaborativa: Alude a un nuevo modelo económico que se basa en el “intercambio entre particulares de bienes y servicios, que permanecían ociosos o infrautilizados, a cambio de una compensación pactada entre las partes” (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, citado por Diez12).
Economía solidaria: Estudia los distintos modos de satisfacer las necesidades humanas teniendo en cuenta los recursos disponibles poniendo, en primer lugar, el respeto por los derechos humanos, la protección del medio ambiente y la dignidad de las personas. Es, por tanto, un tipo de economía con carácter ético13.
Economía circular: Es restaurativa y regenerativa, trata que los productos, componentes y materiales mantengan su utilidad y valor máximos en todo momento, y distingue entre ciclos técnicos y biológicos. Se concibe como un ciclo de desarrollo positivo continuo que preserva y mejora el capital natural, optimiza los rendimientos de los recursos y minimiza los riesgos del sistema al gestionar reservas finitas y flujos renovables. Funciona de forma eficaz en todas las escalas. Este modelo económico trata de desvincular el desarrollo económico global del consumo de recursos finitos14.
El mapa de las economías y su articulación con la sustentabilidad
Para ubicar las diversas propuestas económicas usaré una línea que va desde aquellas que se encuentran en el campo de la sustentabilidad débil y en el otro extremo las propuestas que pueden caracterizarse como de sustentabilidad fuerte. Entiéndase por sustentabilidad fuerte a aquellas que genuinamente consideran las dimensiones económicas, sociales y ambientales en el mismo nivel y ponderación. Una línea que va paralela a la primera refiere a las propuestas donde en el extremo izquierdo se considera la ecología superficialmente y en el extremo derecho la ecología profunda.
En el campo de la sustentabilidad débil se encuentra la economía clásica (neoclásica, neoliberal) en tanto que su orientación fundamental es el crecimiento económico a todo costo y considera que la sociedad humana está separada de la naturaleza y que esta última es fuente ilimitada de recursos. En este caso, se considera que las personas están al servicio de la economía y no la economía al servicio de las personas. Este modelo económico es causante de las grandes crisis de la humanidad, entre las que se destaca la crisis climática y la crisis de valores al propugnar el individualismo, el consumismo y la competencia.
En el campo de la sustentabilidad fuerte se encuentra la economía ecológica que parte de una crítica profunda a la economía neoclásica (neoliberal)15. Esta es una propuesta científica que no ha alcanzado el desarrollo instrumental de la economía clásica (neoclásica, neoliberal), pero sí ha influenciado en la generación de indicadores biofísicos16.
Cercanos a la sustentabilidad también se encuentran las propuestas de bioeconomía y economía del bien común. Mientras que en la economía clásica (neoclásica, neoliberal) el indicador de éxito fundamental es el dinero, en la bioeconomía el indicador fundamental es el respeto a la vida antes que únicamente la producción de bienes y servicios que proceden de la naturaleza17. De igual forma, la economía del bien común considera que el dinero es un medio y no un fin, y presta más atención a aspectos sustanciales, como los valores humanos y la colaboración.
Muy cerca de estas propuestas se encuentra la que pone en el centro del desarrollo a la felicidad, como es el caso de Bután. La felicidad nacional bruta de Bután mide:
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El bienestar psicológico (espiritualidad y satisfacción con la vida)
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El uso del tiempo (equilibrio trabajo, ocio y dormir)
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La vitalidad de la comunidad (integración entre comunidades, familias y amigos)
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La diversidad cultural y la continuidad de tradiciones como festivales y demás
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La resiliencia ecológica (evaluación de las condiciones medioambientales y los comportamientos ecoamigables)
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El estándar de vida (ingresos, seguridad financiera y capacidad adquisitiva)
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La salud (condiciones físicas y mentales de la población)
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La educación (educación formal e informal, conocimientos, valores y habilidades)
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El buen gobierno (percepción de la gestión gubernamental y la prestación de servicios18.
Aunque la economía de la felicidad se interesa por investigar acerca de la felicidad de las personas más allá de la perspectiva de los economistas19 todavía es más un método de medición que una propuesta independiente que abogue por la sustentabilidad. No obstante, el solo hecho de superar los indicadores materialistas de desarrollo ya constituye un aporte de fundamental importancia.
En el mismo nivel que la felicidad nacional bruta de Bután estaría la economía indígena. La economía indígena está basada en la cooperación, solidaridad y reciprocidad, y toma como eje ordenador la distribución y la relación estrecha entre el ser humano y la naturaleza20. Hay que reconocer, no obstante, que la economía indígena es por ahora más una propuesta política que teórica.
Un poco más atrás, pero con gran peso por su orientación hacia la sustentabilidad estarían la economía azul y la economía solidaria. La economía azul propone que se usen las lecciones de la naturaleza para generar alternativas ingeniosas, creativas y rentables de desarrollo. Por su parte, la economía solidaria tiene fuerte peso al reconocer el trabajo de los productores que toman en cuenta consideraciones sociales y ambientales.
En el medio estarían la economía circular y la economía naranja. Ambas ponen en relieve especificidades de la sustentabilidad que también son muy importantes de tomar en cuenta. La economía circular enfatiza el reciclaje y el reúso de las cosas con la finalidad de disminuir la contaminación y generar nuevas oportunidades sustentables de empleo. La economía naranja también pone el acento en el despliegue del talento creativo de personas y comunidades. Lo interesante de la economía naranja es que es un llamado de atención a los que consideran que lo único que puede desarrollar un país es la apuesta por las industrias extractivas. Con esta consideración, las propuestas de posextractivismo cobrarían real sentido, pues apuestan a mirar con mayor atención la riqueza de la biodiversidad y la diversidad cultural de los pueblos21. En este mismo nivel pondríamos a la economía colaborativa, que pone énfasis en la colaboración usando las posibilidades que ofrece el internet.
Algo más atrás de estas propuestas (entrando ya en el campo de la sustentabilidad débil) estarían la economía verde, la economía ambiental y la economía de recursos naturales. La característica fundamental de estas propuestas es que han tomado nota de las críticas a la economía clásica (neoclásica, neoliberal) y dicen incorporar activamente los aspectos sociales y ambientales. No abandonan los supuestos básicos de la mercantilización de la naturaleza y por ello necesitan la valoración para poder internalizar las externalidades.
¿Qué podemos hacer frente a esta perspectiva múltiple y compleja? La propuesta del pensamiento complejo nos dice que no solamente se piensa con el cerebro, sino que se piensa con todo el cuerpo, se piensa con el entorno, se piensa con la acción, es decir, reconocemos el carácter de la construcción social del conocimiento para acercarnos a la realidad de manera articuladora, religante, transformadora, estratégica para dar cuenta de esta realidad compleja. En este contexto, reconocemos el valor de las diferentes formas de conocimiento sin primacía alguna de ciencia, conocimientos y saberes ancestrales, pero no solamente desde la racionalidad, sino también desde la intuición, desde la poesía, desde la calle, es decir, el aprendizaje de totalidades, reconociendo interacciones y emergencias. No se trata de totalidad a modo de reduccionismo inverso, sino la posibilidad de reconocer en este conjunto de elementos dónde están los elementos estratégicos catalizadores que llevan hacia una dirección, reconociendo que las dinámicas no son necesariamente lineales y están alejadas del equilibrio. Lo interesante es que estos sistemas tienen capacidad de aprendizaje, por lo tanto, capacidad adaptativa y de evolución.
Ahora bien, hay propuestas interesantes como la economía ecológica, que constituye una crítica profunda a la economía neoclásica. Si bien es cierto que la economía ecológica tiene avances sustanciales con base científica, ética, espiritual, política e ideológica, su desarrollo instrumental aún es débil. No obstante, a partir de la economía ecológica se han generado herramientas importantes, como la huella ecológica, que es un elemento que ahora se considera normalmente.
El pensamiento complejo incorpora una diversidad de formas de pensamiento alternativo, como el pensamiento crítico, pensamiento relacional, pensamiento sistémico, pensamiento divergente, entre otros. De esta manera, podemos favorecer el diálogo y las sinergias entre las diferentes propuestas alternativas de economía que son más amigables con las personas, con el ambiente y con la vida en general.
También es importante reconocer la necesidad de descolonizar el pensamiento. Tenemos un listado de términos que los damos por sentado y simplemente pensamos que no hay mayor discusión. Estamos hablando de trabajar en términos de desarrollo sostenible, de competitividad, de productividad, eficiencia, etc., pero no lo hemos discutido suficientemente a la luz de la complejidad creciente de la realidad actual. Necesitamos saber en qué marco se inscribe cada concepto y cuáles son sus reales objetivos.
Finalmente, esto tiene que avanzar hacia procesos en los cuales se discutan abiertamente estas propuestas, donde haya el sello de la ética en las propuestas económicas, espacios de diálogo, espacios de construcción y co-construcción y espacios para la formulación de políticas públicas. Las palabras no solamente describen la realidad, sino que también construyen la realidad, entonces tenemos el gran reto construir ese sueño de reconexión, justicia, equidad, paz y democracia que imaginamos.
A modo de conclusión
Aunque el mapa desarrollado todavía es preliminar, nos permite extraer valiosas conclusiones:
- En el propio capitalismo se desarrollan propuestas que erosionan los dogmas fundamentales de la economía clásica (neoclásica, neoliberal). Esto revela una profunda crisis del modelo capitalista, aunque sus defensores insistan en negarlo.
- Un giro fundamental hacia la sustentabilidad constituye el hecho de cambiar el enfoque en el dinero por la vida.
- Otro giro es superar la visión centrada exclusivamente en la competencia para reconocer el valor de la cooperación.
- Es interesante reconocer las propuestas que ponen el real valor de la vida y felicidad como indicadores de éxito.
- Aunque la economía ecológica no ha tenido el desarrollo instrumental y metodológico de la economía clásica (neoclásica, neoliberal), sí ha ejercido una influencia notable en la generación de propuestas alternativas orientadas hacia la sustentabilidad.
- Las diversas propuestas revisadas dan cuenta de la necesidad de fortalecer un pensamiento complejo que preste atención a aspectos que no se habían visto o que no se han querido ver por conveniencia.
- Las propuestas ponen en evidencia la necesidad de romper la colonización del pensamiento y buscar creativa e innovadoramente alternativas que apunten a gestionar de mejor manera las energías locales.
- Finalmente, existe la necesidad de que estos temas entren al debate público, que se desarrollen más investigaciones, estudios de caso y proyectos piloto. Ya existe una buena base de información que da cuenta de las posibilidades de estas alternativas, pero aún no son suficientemente valoradas y conocidas.
1 Doctor en pensamiento complejo por la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin de México. Magíster en conservación de recursos forestales e ingeniero forestal por la Universidad Nacional Agraria La Molina, Perú. E-mail: [email protected]
2 Pauli, G. (2011). La economía azul: 10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleos: Un informe para el Club de Roma. Barcelona: Tusquets.
3 Buitrago, F. y Duque, I. (2013). La economía naranja. Washington: Banco Interamericano de Desarrollo.
4 Pearce, D. W., Markandya A. y Barbier, E. B. (1989). Blueprint for a Green Economy. London: Earthscan.
5 Felber, C. (2013). La economía del bien común. Una alternativa democrática desde abajo. Deusto.
6 Algar, R. (2007). Collaborative Consumption. Leisure Report.
7 Singer, P. (2002). Introdução à Economia Solidária. São Paulo: Perseu Abramo.
8 Mance, E. (1999). A revolução das redes: a colaboração solidária como uma alternativa pós-capitalista à globalização atual (p. 178). Petrópolis: Vozes.
9 Easterlin, R. (1974). “Does Economic Growth Improve the Human Lot? Some Empirical Evidence”. In Paul A. David; Melvin W. Reder. Nations and Households in Economic Growth: Essays in Honor of Moses Abramovitz. New York: Academic Press, Inc.
10 Instituto Interamericano de Derechos Humanos. (2007). Economía indígena y mercado. San José: Instituto Interamericano de Derechos Humanos.
11 Castiblanco, C. (2007). La economía ecológica: Una disciplina en busca de autor. Investigación. Volumen 10 No. 3 Diciembre.
12 Diez, B. (2015). La economía colaborativa: un nuevo modelo de consumo que requiere la atención de la política económica. Grado en Administración y Dirección de Empresas. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Universidad de Valladolid.
13 OXFAM Intermóm. (2018). Economía solidaria: la definición de un futuro más justo.
14 Fundación Ellen MacArthur (s.f). Hacia una economía circular: motivos económicos para una transición acelerada.
15 Arce, R. Aportes de la economía ecológica a la gestión ambiental. Blog SERVINDI. Lima. 1 de mayo, 2016.
16 Van Hauwermeiren, S. (1998). Manual de economía ecológica. Quito: Instituto de ecología política. Pp. 97
17 Maldonado, C. (s.f.) Biodesarrollo y complejidad. Propuesta de un modelo teórico.
18 Espitia, R. (2016). La Felicidad Nacional Bruta (FNB) y sus efectos como indicador del bienestar social sobre la población en el Reino de Bután (2010-2015). Estudio de caso Presentado como requisito parcial para optar por el título de Internacionalista En las facultades de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales Universidad Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario.
19 Easterlin, R. (1974). Op.cit.
20 Instituto Interamericano de Derechos Humanos. (2007). Economía indígena y mercado / Instituto Interamericano de Derechos Humanos. San José, C.R.: IIDH.
21 Alayza, A. y Gudynas, E. Editores. (2011). Transiciones Post extractivismo y alternativas al extractivismo en el Perú. Lima: Red Peruana por una Globalización con Equidad – RedGE y Centro Peruano de Estudios Sociales – CEPES.
Nueva relación economía, naturaleza y sociedad desde el punto de vista de la ecología social
Doris Balvín1
Se nos pregunta: ¿Qué concepciones están en la base de las actuales relaciones que se establecen entre economía, naturaleza y sociedad? Intentaré dar respuesta a esta pregunta desde el punto de vista de la ecología social, desarrollado por el humanismo universalista, es decir, abordaré el análisis de las relaciones de la economía, naturaleza y sociedad, y mostraré lo imbricadas que están en la construcción de un nuevo paradigma, que requiere repensar estas relaciones y actuar sobre ellas en conjunto.
El punto de vista del humanismo universalista
Para el humanismo universalista “la relación ser humano-medio ambiente se define como una estructura indivisible en la que es fundamental la interacción armónica de ambos en función de transformaciones evolutivas” 2. Esta afirmación se basa en la concepción del ser humano como un ser intencional, histórico y social transformador de realidades. Los animales actúan por un mecanismo más o menos automático de estímulo-respuesta y responden a las leyes de la evolución natural. El ser humano, sin embargo, es capaz de dar una respuesta diferida; es decir, puede detener la respuesta de los estímulos y elegir entre diferentes opciones3, o sea, puede separarse mentalmente de la naturaleza. Gracias a este funcionamiento de la conciencia, resulta posible la actividad intencional sobre la naturaleza y, por lo tanto, la actividad de la ciencia y la tecnología.
Se puede centrar la discusión sobre cómo el ser humano ha dejado de respetar las leyes de la naturaleza y, por tanto, evidenciar su responsabilidad en la crisis ambiental. Nuestro interés más bien es resaltar cómo en la base del hecho de separarse de la naturaleza está el mecanismo de funcionamiento de la conciencia humana. Quien mira y actúa en su medio y sobre su medio es el ser humano, quien a su vez al hacer esto transforma el mundo y se transforma a sí mismo como resultado de estas interacciones en un proceso de adaptación creciente. En términos de Nazaretyan4, en este proceso “la biocenosis natural (salvajes) se iba convirtiendo en antropocenosis en los cuales creció el rol de la conciencia humana como factor de regulación productiva y contraproductiva”.
En el proceso evolutivo, el ser humano es la única especie que ha sido capaz de romper las leyes que rigen la lógica de la naturaleza. Según la ciencia, la evolución del género Homo se inició en África hace 2,5 millones de años, se asume que de esta época datan los primeros utensilios líticos5. El humanismo universalista considera que el punto de quiebre, de animales a humanos, se habría producido con el descubrimiento del fuego, porque otras especies animales también utilizan utensilios, pero todos los animales huyen del fuego. Pareciera que con el descubrimiento del fuego algo pasó en la conciencia humana que hizo que el ser humano fuera capaz de acercarse al fuego y dominarlo. Este hecho está graficado en la obra Mitos raíces universales6: “Prometeo se burló de los sagrados designios robando en una caña hueca el incansable fuego que puso en manos de los hombres”. Se inicia así otro momento en la historia humana, el desarrollo de la intencionalidad y la separación del ser humano de la naturaleza. Según Diamond7, en el proceso de domesticación de la naturaleza surgieron sociedades agrícolas y ganaderas cada vez más complejas; empezó el proceso de acumulación de los excedentes producidos y por ende la diferenciación del poder. Mientras que las sociedades agrícolas se asentaron en territorios y florecieron de manera creativa, las ganaderas fueron en busca de aquellos8. Ambas, a diferencia de las sociedades recolectoras, donde el rol comunitario es básico para la sobrevivencia, consolidaron una nueva estructura del poder y la acumulación. Eisler refiere, sin embargo, que se han encontrado vestigios de sociedades agrícolas organizadas alrededor del mito de la diosa, que consiguieron orientar el excedente de la producción al bien común. Esa forma de organización, que se perdió en el creciente fértil, por presión de las sociedades ganaderas dio paso a la consolidación del patriarcado9.
Consolidación del modelo de acumulación productivista y consumista y de utilización de la naturaleza
El enfoque de poder y acumulación del excedente producido se afianzó con la sociedad industrial y posindustrial y más aún con la globalización de los mercados y, con ello, el paradigma que lo rige: el dinero como valor central de la sociedad. No se exime de ello la relación con la naturaleza, que es objeto de apropiación y acumulación. Consideramos que mientras este paradigma no caiga, todo lo que se plantee dentro de este sistema solo serán maquillajes, porque todo se convierte en objeto de acumulación, incluso las salidas para mitigar el cambio climático. Tenemos, por ejemplo, la venta de los bonos de carbono y el desarrollo de combustibles ambientalmente amigables, como el biodiesel. Este último ha traído como consecuencia la destrucción de bosques para dedicarlos al cultivo de palma aceitera, la sobreexplotación del agua en zonas desérticas, el desplazamiento de las pequeñas parcelas campesinas, etc. Según un informe del Banco Mundial, este fenómeno también habría sido el responsable de la crisis alimentaria que azotó al mundo en el 200810.
Resulta evidente que las muestras palpables del desequilibro en la relación economía, naturaleza y sociedad están en el modelo de acumulación productivista y consumista que se rige por la ley de la oferta y la demanda sin considerar la capacidad de carga de los ecosistemas y menos aún al ser humano. Sullings (2016) en su libro Encrucijada y futuro del ser humano, los pasos hacia la nación humana universal menciona que en este paradigma productivista y consumista los recursos se concentran en las prioridades de consumo del 10% de la población mundial; que gran parte de esta, está vinculada laboralmente para atender esta demanda; que se necesitaría duplicar el PBI mundial para que los más pobres puedan incrementar en 20% su nivel de consumo, pero ello no lo lograríamos ni con 10 planetas; y que actualmente EE. UU. con el 4% de la población mundial es responsable del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero, es decir, todos somos parte de esta rueda. Como puede verse, el cambio climático, producido por causas antropogénicas es solo la punta del iceberg de esta forma de organización social ya caduca11.
Por una parte, es paradójico constatar que, a pesar del enorme progreso tecnológico, grandes conjuntos humanos siguen quedando fuera de los beneficios del crecimiento económico, mientras que, por otra parte, se consolida una élite que alcanza índices de consumo totalmente insostenibles. Además, es importante precisar que la base de ese desequilibrio está en la violencia contra la naturaleza y contra los seres humanos, siendo sus expresiones más descarnadas las guerras que sostienen un gran complejo militar-industrial y la crisis climática provocada por causas antropogénicas, que empobrecen a vastas regiones del planeta y que ponen en peligro la vida humana y la casa común.
La ciencia económica basada en la ley de la oferta y la demanda, en la práctica, plantea que se puede seguir creciendo sin límites a la espera que todo se vaya regulando de manera natural. Creemos que esta postura parte de la premisa de que el ser humano es parte del engranaje natural, lo que desconoce que el ser humano es un ser intencional capaz de transformar la naturaleza y de transformarse a sí mismo. En suma, el humanismo universalista considera que es la intención humana la que ha puesto en marcha este paradigma productivista y consumista y que en consecuencia somos los llamados a superarlo.
¿Cómo superar el paradigma productivista y consumista?
El tema en debate es, entonces ¿cómo hacerlo?, ¿cómo armonizar las relaciones sociedad naturaleza?, ¿cuáles son los nuevos paradigmas?, ¿cómo poner la economía al servicio del bien común?
Desde mi punto de vista hay tres tareas básicas:
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La primera tarea es desmontar los paradigmas vigentes que sostienen la organización de la economía, recuperar el principio de que todo ser humano por el solo hecho de nacer debe tener iguales derechos y oportunidades y con base en esta premisa reorganizar la economía a fin de atender las necesidades básicas de todos (las propuestas de renta básica universal van en esta dirección).
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La segunda tarea es orientar la ciencia y la tecnología a desacoplar el crecimiento económico de la extracción de recursos naturales, es decir, “desmaterializar” la economía, como señala el World Resources Forum, plataforma que reúne a científicos de todo el mundo. No es posible que el crecimiento del PBI de los países siga creciendo al ritmo que su huella ecológica. Será necesario apostar por garantizar una producción en ciclo cerrado, lo que requiere repensar el diseño de los productos y llegar a una producción con cero desechos, es decir, instalar una forma de economía circular.
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La tercera tarea es un trabajo con nosotros mismos en dos niveles, a) asumiendo nuestra responsabilidad como consumidores, es decir, no seguir alimentando el paradigma productivista y consumista que rige este modelo12; y b) descubriendo en nosotros mismos el sentido que anima nuestras vidas en el gran engranaje de la evolución de la especie humana. De ser así, el paradigma productivista-consumista caerá. Entonces, parafraseando a Silo diremos:
“El ser humano del futuro no va a querer ganar y poseer cosas; va a querer sentir, crear, construir, aprender sin límite. No va a querer poseer, tener, controlar, ese humano comprenderá que hay millones de formas de desarrollar la emoción y el pensamiento, que hay una diversidad inimaginable de formas de sentir y pensar”13.
Teniendo clara la visión del futuro que deseamos, coincidimos con Sullings (2016) en que ahora urge dar pasos en esa dirección. A continuación, señalo algunos pasos que consideramos centrales sobre la producción y el consumo:
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Reorganizar la economía para redistribuir el ingreso y posibilitar que las necesidades de todos sean satisfechas.
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Planificar e implementar una reingeniería del aparato productivo, basada en la innovación tecnológica hacia una reconversión gradual e internalización de los costos ambientales. Por ejemplo, poner fin a la producción de energía basada en la extracción de recursos naturales no renovables, y financiar y subsidiar la producción de energías limpias e incorporar el costo de la huella ecológica en el valor de cada producto.
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Revalorar los aportes de la cultura andina ‒su cosmovisión y forma de organización social orientada al bien común‒ que considera a la naturaleza como madre y a los seres humanos como parte de la pacha, es decir, parte de la madre naturaleza.
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Promover nichos de mercado con cero desechos, la alimentación saludable de base local y la agroecología14. Recordemos que uno de los mayores generadores de los gases de efecto invernadero (GEI) es la agricultura química y la ganadería a gran escala que sostienen los denominados productos básicos y el monopolio de la industria alimentaria, que a su vez desplaza a grandes sectores de la población a la miseria. Bermejo estima que los efectos directos e indirectos de la agricultura superarían el 30% de todas las emisiones de GEI producidas por el ser humano15 y que a su vez concentran el poder de la alimentación en pocas manos.
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Eliminar progresivamente la producción de armas porque agotan recursos naturales no renovables y son fuente de la violencia más descarnada.
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Promover acuerdos nacionales internacionales para avanzar hacia una transformación de la matriz de producción y consumo insostenibles.
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Concientizar a la población sobre la relación que existe entre productivismo – consumismo – depredación de recursos naturales y el calentamiento global.
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Apostar por una educación humanizadora que permita reconocernos como parte del nosotros y, en consecuencia, parte de una misma casa común. Ello requerirá que la educación proponga redescubrir el mundo interno y, con ello, la espiritualidad liberadora de las más profundas intenciones que anidan en el corazón de cada ser humano.
Desafíos por resolver
¿Qué desafíos tenemos como ciudadanos, organizaciones sociales, colectivos, pueblos originarios para superar la crisis ambiental global e instalar nuevos paradigmas?
Por nuestra parte, como ciudadanos, nos toca estar atentos para promover gobiernos que asuman el reto de cambiar los paradigmas culturales vigentes y que contribuyan a superar la crisis ambiental global y, sobre todo, vincularnos con las iniciativas que van forjando las organizaciones sociales de base, colectivos, movimientos, etc. Por ejemplo, participar en:
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Las campañas contra el calentamiento global que develan las causas de la relación entre productivismo, consumismo, depredación y cambio climático y contra las empresas más contaminantes, por ejemplo, Monsanto (productora de transgénicos) y petroleras interesadas en mantener el statu quo.
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Movimientos y comunidades que trabajan para reemplazar la cultura del descarte por la de bienes más durables y optan por un estilo de vida sobrio en el consumo y promueven campañas contra la obsolescencia programada16.
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Iniciativas de producción sostenible, como las de energías limpias de base local, tomando conciencia de que los consumidores tenemos el poder de transformar el statu quo.
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Iniciativas agroecológicas locales que mejoren la calidad de vida de los agricultores y de sus familias, y que fomentan la toma de conciencia de que uno de los mayores emisores de los gases efecto invernadero es la agricultura química y la ganadería a gran escala17.
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Iniciativas de organizaciones sociales que defienden sus territorios frente a empresas mineras y petroleras que contaminan y que no las toman en cuenta en el proceso de toma de decisiones.
En síntesis, lo que hay que poner en discusión es la dirección de la conciencia humana, el sentido de la sociedad, de la ciencia y de la tecnología. Dado que la actual forma de organización no atiende ni al ser humano ni al cuidado de la casa común, nos corresponde cuestionar los pilares, creencias e intenciones del modelo en curso, ya que es la intención humana la que la puso en marcha y la que puede desmontarlas. Corresponde, entonces, orientar nuestra intencionalidad a concretar las mejores aspiraciones de todos los seres humanos en dirección evolutiva, siendo el cuidado de la casa común el fin y el medio de esta gran tarea.
1 Abogada. Miembro del Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización de Lima, Perú. E-mail: [email protected]
2 Conclusiones del Foro Humanista Europeo, 2018, Madrid.
3 Silo (2010). Apuntes de Sicología. Santiago: Ulrica.
4 Nazaretyan, A. (2016). Futuro no lineal. Traducción de Hugo Novotny. Buenos Aires: Editorial Suma Qamaña.
5 Harari, Y. N. (2017). Sapiens. De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Editorial Penguin.
6 Silo. (1993). Mitos raíces universales. Editorial Planeta.
7 Diamond, J. (2016). Armas, gérmenes y acero: Breve historia de la humanidad en los últimos 13.000 años. Debolsillo.
8 Eisler, R. (1995). El cáliz y la espada, nuestra historia, nuestro futuro (pp. 49-50). Editorial 4 Vientos.
9 Ibid. Explica el desarrollo de la cultura cretense.
10 El informe del Banco Mundial señala que entre un 70 y un 75 por ciento del alza en los precios de los alimentos está directamente causado por la demanda de biocombustibles. Según el informe, las razones son prioritariamente dos: que los granos producidos se desvían del consumo humano hacia la producción de biocombustibles; y que el uso de las tierras cultivables se reorienta a la producción de materias primas para biocombustibles, lo que desfavorece la producción de alimentos. Recuperado de https://www.ictsd.org/bridges-news/puentes/news/biocombustibles-y-crisis-alimentaria-nuevas-evidencias.
11 Sullings, G. (2016). Encrucijada y futuro del ser humano los pasos hacia la nación humana universal. Santiago: Virtual Ediciones.
12 En esta dirección, hay colectivos y movimientos que desarrollan distintas iniciativas en sus comunidades y apuestan por el decrecimiento, como el denominado movimiento de transición de gente que se organiza para hacer frente al desafío del pico del petróleo y el cambio climático. http://www.decrecimiento.info/2018/09/el-movimiento-de-transicion.html
13 Novotny, A. et al. (2012). Aportes para una teoría y práctica del aprendizaje intencional (en un contexto latinoamericano). COPEHU. Santa Fé, Argentina.
14 Aportes como el de Marie Monique Robin en su libro Cosechas del futuro son importantes porque muestran que es posible desandar el camino recorrido por la agricultura química y recuperar alternativas, como la agricultura orgánica, la biodinámica, la permacultura, etc.
15Bermejo. I. (2010). Agricultura y cambio climático. El Ecologista (67). Recuperado de https://www.ecologistasenaccion.org/?p=19945
16 Del Río, J. (2015). Guía del movimiento de transición. Cómo transformar tu vida en la ciudad. Madrid: Editorial Los Libros de la Catarata.
17 Bermejo, I. (2010). Op. cit.
Diálogo de saberes, economía, naturaleza y sociedad
Luz Gladis Vila1
Deseo saludar y agradecer la oportunidad de participar en este importante diálogo. Después de escuchar a los ponentes anteriores, quienes abordaron el tema desde un punto de vista académico y científico, deseo hacer unas reflexiones desde el punto de vista de nuestros pueblos indígenas. Cuando me invitaron para disertar sobre este tema, llegué a la siguiente reflexión: el diálogo de saberes, economía, naturaleza y sociedad no es una nueva relación, sino una relación natural, de convivencia entre la madre tierra y los seres humanos que habitamos en una comunidad. Los pueblos indígenas nos planteamos el modo de mejorar dicha relación.
¿Quiénes somos los pueblos indígenas? Somos pueblos, ayllus, comunidades y familias que hemos existido incluso antes del Estado peruano, como es ahora. Actualmente, somos 55 pueblos indígenas reconocidos a nivel nacional y hablamos 48 lenguas originarias. Por tanto, tenemos 55 pueblos diversos que vemos la economía, la relación entre la naturaleza y los seres humanos de diferentes maneras y estamos presentes en los Andes, la Amazonía y parte de la costa. También estamos en las grandes ciudades debido a la violencia política que nos condujo a una migración masiva, a ello se suman los jóvenes que se trasladan a las ciudades para concluir sus estudios superiores y tener mayores oportunidades laborales.
Comparto con ustedes las reflexiones sobre cómo vemos las relaciones entre economía, naturaleza y sociedad y luego los desafíos que tenemos por delante.
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Cosmovisión de la economía, la naturaleza y la sociedad en los pueblos indígenas
¿Cómo vemos la economía?
Aclararemos nuestro modo de concebir y abordar la economía. Para nosotros, los pueblos indígenas, la economía está basada en el ayllu, la familia y en la troja (almacén de reserva de alimentos para todo el año), porque nuestra producción no es mensual, tampoco quincenal, sino, dependiendo del clima, podemos obtener una, dos o tres cosechas al año. La economía no está basada solamente en el dinero, por ello, planteamos una mirada distinta del desarrollo. Para nosotros, el desarrollo se traduce en el sumaq kausay, el buen vivir, no queremos ser superiores al otro, sino estar bien con uno mismo y con todo lo que nos rodea; vivir en armonía con los seres humanos y la naturaleza. En nuestra cosmovisión son fundamentales el hanan pacha, que es la vida de los seres que habitan en el aire; el kay pacha, que es la vida de la tierra y el ucco pacha, que es la vida del subsuelo, son las raíces de las plantas que contribuyen a la alimentación de los seres humanos.
Consideramos importante la seguridad alimentaria y la salud plena. Ello está enmarcado en la troja de nuestras comunidades. Sin embargo, no podemos negar la necesidad del dinero en nuestra comunidad. En la actualidad, hay presencia de empresas mineras que se asientan en nuestras comunidades, que nos imponen su economía; allí empiezan los conflictos, por ejemplo, conseguir 100 soles es difícil para nosotros (porque la economía está basada en la troja) y cuando la mina opera en nuestro territorio, ofrecen como pago un jornal de 50 soles y muchos dejan la agricultura para irse a la mina y así se inicia la dependencia económica. Por otro lado, nuestra seguridad alimentaria peligra por los efectos del cambio climático, más aún, en la actualidad no hay presencia del Estado en nuestros pueblos y poco a poco ese almacén integral que garantizaba un año de alimentación ya no es seguro. Además, gran parte de la agricultura ya no es ecológica, pues por la demanda del mercado se utilizan agroquímicos. En las comunidades hay sembríos que se destinan al mercado y otras a nuestra alimentación. La economía se ha visto afectada, debido a la dependencia del dinero y con ello se ha incrementado el empobrecimiento de nuestras comunidades.
En nuestro país se evalúa la pobreza y la extrema pobreza por el ingreso per cápita, sin embargo, en una comunidad la economía es colectiva, por lo que necesitamos plantear otra forma de medición, ya que nuestra economía es compleja debido a los factores antes mencionados.
¿Cómo vemos la naturaleza?
¿Qué es la naturaleza? Para los pueblos indígenas, la pachamama es nuestra madre tierra. ¿A la madre se la puede destruir, maltratar, tirar desechos? La respuesta es no. La pachamama es nuestra madre tierra y allí es donde tenemos el mercado, los centros de recreación, jugamos, compartimos con los abuelos, son espacios de transmisión de conocimientos. Ella es nuestra farmacia, porque cuando nos enfermamos acudimos a las plantas medicinales. Esa relación, antiguamente estrecha con nuestra naturaleza, obviamente se está resquebrajando. Si retrocedemos algunos años, vemos que había pocas tiendas ecológicas y algunas casas naturistas ofrecían productos para curar. En la actualidad, a cada paso encontramos este tipo de establecimientos, como propuestas innovadoras; además, hay bibliografía elaborada por especialistas que no reconocen como fuente los conocimientos colectivos de los pueblos indígenas y olvidan que mucha sabiduría fue transmitida de generación en generación. Por ello, estamos trabajando para que se reconozcan estos derechos de los pueblos indígenas.
Es fundamental para nosotros proteger y preservar nuestro medio ambiente, cuidar a nuestra Pachamama, así garantizaremos la seguridad alimentaria. Actualmente el 70% de los alimentos que se llevan a la mesa familiar, son producidos por la pequeña agricultura, es una pena que no tengamos ningún apoyo del Estado peruano para este sector. Otra preocupación es que los niños de las grandes ciudades, como es el caso de Lima, tienen la idea que los alimentos como la papa, el camote, etc. provienen del supermercado, desconocen el origen de ellos, cómo son los cultivos agrícolas que se realizan en los valles y comunidades, es un tema de trabajo y reflexión que tendríamos que hacer.
¿Cómo vemos la sociedad?
¿Qué es la sociedad? Nuestra concepción de la sociedad, como pueblos indígenas, es colectiva, porque los acuerdos se toman de forma conjunta. Una decisión se lleva adelante y aunque muchas veces nos equivocamos, aprendemos de ellas, es decir, aprendemos de los aciertos y desaciertos, y especialmente aprendemos del conjunto.
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Los desafíos de los pueblos indígenas
Los desafíos que nos planteamos y trabajamos los pueblos indígenas son:
- El allin kawsay o sumaq kawsay. Para la construcción del buen vivir, como lo plantean muchos estudiosos, no es suficiente el conocimiento personal o el de los pueblos indígenas. En la actualidad, existen muchos avances científicos y no podemos desconocerlos. El reto es lograr un diálogo intercultural, que respete los avances de la ciencia, así como el conocimiento colectivo de los pueblos indígenas y sus derechos.
- El ayni y la minka plantean una economía solidaria, de cooperación y confianza, que es posible en nuestros pueblos, el ayni y la minka consisten en apoyar con jornadas de trabajo al que lo necesita hoy, sabiendo que dicha ayuda será devuelta, porque es recíproca. Entonces, necesitamos encaminarnos hacia un diálogo real e intercultural.
- La dualidad y la complementariedad entre el varón y la mujer.
- El diálogo y la relación intergeneracional entre ancianos, adultos y niños es sumamente importante para nosotros, porque es un diálogo de conocimientos. Los abuelos y abuelas son nuestras bibliotecas vivientes en nuestros pueblos, ya que no hay literatura propia, pero sí aprendemos dialogando con los yachaq, los sabios y sabias.
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El cuidado del medio ambiente. Nos preguntamos cómo y de qué nos estamos alimentando. Ello nos lleva a plantearnos la preservación de la pachamama, el cuidado de nuestro medio ambiente y, por ende, garantizar la seguridad alimentaria de las futuras generaciones.
Concluyo que un desafío fundamental es lograr el equilibrio ¿El equilibrio entre qué y quiénes? Para nosotros, los pueblos indígenas y, sobre todo, en Huancavelica, hablamos del equilibrio de nuestro pensamiento con nuestro sentimiento y nuestra acción, que en quechua es ¡Huk umalla! ¡Huk sunqulla! ¡Huk makilla!, que quiere decir que todas nuestras acciones, nuestro pensar, sentir y quehacer deben estar en equilibrio. Entonces, los invito a buscar este equilibrio para que contribuyamos con un granito de arena desde donde nos encontremos de modo que las futuras generaciones puedan tener una sociedad mucho más justa, humana y equitativa.
Muchas gracias.
1 Coordinadora de la Comisión Mujer y Juventud de la Asociación Nacional de Productores Ecológicos del Perú (ANPE). Fundadora y presidenta de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP). E-mail: [email protected]