
La especie humana ha dado pasos agigantados en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y ha producido un gran excedente económico, lamentablemente acumulado en pocas manos. Estos hechos no tienen paralelo con el cuidado de la casa común y menos aún con la distribución del excedente producido. Los paradigmas del crecimiento económico sin límites y de que la tecnología resolverá los graves problemas ambientales que va dejando irresueltos nuestra generación están tocando fondo (calentamiento global, contaminación y degradación ambiental, etc.).
Como humanidad, estamos atravesando una de las peores crisis del capitalismo ‒dos crisis financieras internacionales en menos de cuatro años, la primera en el 2008-2009, que tuvo como eje a EE. UU. y la segunda en el 2012 en Europa‒. El desempleo en el mundo ha crecido notablemente y la desigualdad económica es imperante, mientras la población se enreda en una vorágine de consumismo. Los retos del siglo XXI son lograr un nuevo tipo de economía, un nuevo sistema de propiedad plural y condiciones que garanticen que la población tenga un ingreso digno y estable que le permita gozar de la cultura, del intercambio con diversos países del mundo y del desarrollo de la ciencia y la tecnología para el bienestar y el cuidado de la naturaleza.
Hoy, en el planeta entero se sienten voces que demandan y actúan para hacer realidad la declarada responsabilidad ambiental intergeneracional; superar la crisis climática; la internalización de los costos ambientales con tecnología cero desechos; una alimentación saludable basada en la agricultura orgánica; etc. Estos cambios también conllevan intrínsecamente la necesidad de repensar el tipo de economía que sustenta este sistema en crisis.
Requerimos un nuevo tipo de economía con indicadores que desvinculen el crecimiento de la extracción de recursos naturales, indicadores de equidad y justicia social, de distribución de la riqueza, que incorporen el valor social del trabajo en la producción. Es decir, necesitamos una forma de organización social, económica y ambiental que coloque al ser humano como valor central de la sociedad y una economía organizada desde sus leyes básicas de forma social y ambientalmente sostenible.
Este eje aborda los siguientes temas:
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Repensar salidas al neoliberalismo con un nuevo sistema económico que coloque al ser humano como valor central frente al capital y que tenga como base el desarrollo ambientalmente sostenible.
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Orientar la economía a la sociedad con un enfoque solidario (banca social, nuevos modelos productivos, viabilidad de la renta básica, entre otros).
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Enfrentar la lucha contra el cambio climático y la crisis ecológica.
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Reorientar la economía, la ciencia y la tecnología con una lógica de cero desechos.
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Revalorar la acción social organizada ambientalmente responsable tanto individual como colectiva como base de los cambios.
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Aprender los aportes de las culturas originarias para superar la crisis ecológica global.
Alfonso Cotera: Economía solidaria: propuesta y acción para democratizar las relaciones económicas con sostenibilidad social y ambiental
Alfonso Cotera1
Buenas tardes. Agradezco al Centro Mundial de Estudios Humanistas por la invitación. Coincido en que vivimos una crisis prolongada que tiene componentes económicos, sociales, culturales, ambientales, éticos y tecnológicos, que ha puesto en riesgo las relaciones humanas y la vida en el planeta. En esta oportunidad, presentaré la propuesta de economía solidaria y de comercio justo, con el objetivo de intercambiar, dialogar e interactuar en el futuro.
Una propuesta en construcción
La economía solidaria no es un modelo económico acabado, es una propuesta en construcción, por lo que hay distintas versiones y enfoques, como las llamadas economía popular, economía social, socioeconomía, economía del cuidado, economía feminista, economía del trabajo, economía sustentable. Todas ellas son parte de este proceso y aportan una perspectiva específica en la construcción de la propuesta. La economía solidaria no se queda solo en la teoría, sino que busca recoger de la práctica económica, de miles de experiencias, los elementos sustanciales para construir esa propuesta.
La economía solidaria surge de las necesidades fundamentales de la gente, principalmente de los sectores populares, de la relación de apoyo mutuo, de cooperación y reciprocidad que ha existido y aún subsiste entre los seres humanos para enfrentar problemas comunes. Por lo tanto, la lógica de la economía solidaria no es la acumulación de la riqueza, sino la satisfacción de las necesidades. En ese sentido, recupero la etimología del concepto economía, que proviene de oikos, casa y nomos, gestión. Por lo que la economía es gestionar (administrar) la casa, la sociedad, la casa grande (el planeta). Es saber utilizar y proteger los recursos y los medios para la convivencia, para resolver los problemas y necesidades existentes. Se trata de que la economía esté al servicio de las personas y de su hábitat. No es un modelo antropocéntrico, es una propuesta que se considera parte de la naturaleza y de sus relaciones sociales.
Deseo enfatizar estos cinco principios de la economía solidaria:
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La economía solidaria coloca como factor central el trabajo humano. En la actividad económica confluyen diversos factores, uno de ellos es el trabajo, los otros son el capital, la tierra y, ahora cada vez más, la tecnología y la gestión. La propuesta de la economía solidaria enfatiza la centralidad de esos factores en el trabajo.
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Se plantea como una relación armoniosa entre los seres humanos, productores y consumidores respecto a la naturaleza y, por lo tanto, se trata de desarrollar una convivencia social en un entorno sustentable.
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Se esfuerza en conjugar los intereses individuales con los colectivos. Se discute si la economía solidaria es solo experiencia colectiva o también es esfuerzo individual. De lo que se trata es de lograr esa concatenación (articulación) de los intereses individuales con los intereses colectivos y que la práctica económica exprese la conveniencia de vivir en comunidad.
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Reconoce la diversidad y complementariedad en la acción económica y social. El reconocimiento del otro no solo en su cultura, sino también en sus capacidades y funciones. El mundo no funcionaría solo con intelectuales o solo con campesinos o solo con obreros, todos tienen un aporte significativo y necesario en esta sociedad. Se trata de que todos estos esfuerzos y capacidades, a la vez de ser reconocidos sean complementados y articulados.
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Incorpora la justicia en las relaciones económicas y sociales. Frente a la explotación y marginación del trabajo, a la inequidad en los intercambios comerciales y a la creciente desigualdad en el reparto de la riqueza producida en el sistema económico predominante, la economía solidaria apuesta por la justicia en la distribución de la riqueza producida.
Una apuesta para la realización del ser humano
El ser humano es central en esta apuesta económica. En el siguiente gráfico se pueden ver los tres aspectos del círculo de desarrollo personal en la economía solidaria:
Fuente: Elaboración propia
La búsqueda del bienestar. Se trata de conseguir los elementos materiales necesarios para vivir con comodidad y disfrutando lo que nos brinda la naturaleza y el desarrollo de los avances científicos y tecnológicos.
El desarrollo de la capacidad de bien hacer. Se logra al potenciar las capacidades intelectuales, habilidades técnicas y manuales de las personas para realizar cada vez más y mejor su trabajo.
Alcanzar el bien ser. Es lograr trascender en la vida a través de la obra y la manera de relacionarse con los otros. Es la realización plena que hace que la persona se sienta satisfecha consigo misma, más allá de los logros materiales y el desarrollo de sus capacidades.
Es fundamental avanzar en los tres aspectos, porque la actividad económica la hacemos los seres humanos y si no nos miramos en esa integralidad, en la interrelación del bien hacer para lograr el bien estar y avanzar en el bien ser, la economía no podrá funcionar adecuadamente.
Una apuesta que revalora el trabajo
La economía solidaria apuesta por la centralidad del trabajo humano. José Luis Coraggio, uno de los especialistas de la economía del trabajo desarrolla el concepto de fondo de trabajo. En la siguiente lámina se puede ver el trabajo no remunerado (TNR), que es lo que hacen principalmente las mujeres en la casa, no tienen horario de trabajo y no son reconocidas no solo económicamente, sino socialmente; y el trabajo remunerado (TR) que puede ser dependiente, independiente o mercantil, por el cual se recibe una contraprestación económica y es reconocida socialmente.
Fuente: Módulo Didáctico: Economía Local. Alfonso Cotera.
Ambos tipos de trabajo son indispensables para que funcione la sociedad, son interdependientes, y conforman el fondo de trabajo. De lo que se trata, por lo tanto, es de optimizar este fondo de trabajo a través de estrategias y actividades económicas solidarias.
Una apuesta por la sostenibilidad
Otro elemento fundamental de la economía solidaria es su apuesta por la sostenibilidad del planeta. Es decir, propiciar la actividad económica sin depredar la naturaleza, conscientes de que toda acción humana modifica y transforma la vida de los seres vivos (plantas, animales, agua, aire y todo lo que habita en un territorio); se trata de rescatar y recoger las experiencias comunitarias en su relación armoniosa con la naturaleza. Por ejemplo, frente al calentamiento global que deteriora las fuentes generadoras de los recursos hídricos, en las comunidades altoandinas y en los pueblos originarios de la selva se realizan acciones de recuperación y sostenibilidad de este recurso (siembra y cosecha de agua), para ello integran sus expresiones de espiritualidad (pago a la tierra y permiso de sus deidades) antes de trabajar comunitariamente en la creación de lagunas artificiales, recuperación de sus bofedales y la reforestación de sus campos. De esta manera, van recuperando la vida en diversas zonas a través de estas experiencias económicas cooperativas y comunitarias. Se trata de mirar a la tierra como la pachamama y al agua como yacumama.
En las zonas urbanas, se realizan otras acciones de sostenibilidad. Por ejemplo, la experiencia de comercio justo y ecológico, que busca el desarrollo de una relación armoniosa entre productores y consumidores, con respeto al equilibrio de la vida en la naturaleza y la justicia en los intercambios económicos. Una de estas experiencias concretas la tenemos en el Mercado Saludable de La Molina2, donde se establecen relaciones de confianza entre productores y consumidores, ya que no solo se busca intercambiar bienes y productos, sino también intercambiar saberes y sentires, diálogos y comprensión de las cosas, y una buena relación social.
Una apuesta que desarrolla la cooperación y solidaridad
Otro elemento de la economía solidaria es el rescate y desarrollo del factor C. ¿A qué se le llama factor C? En una actividad económica confluyen los llamados factores de productividad. Tradicionalmente, estos factores son el capital, la tierra y el trabajo. En la actualidad, a esos tres factores se le han agregado otros, como la tecnología y la gestión. Sin embargo, cada vez más se desvaloriza el factor trabajo, que puede ser individualizado o cooperativo y comunitario. Es este elemento que Luis Razeto destaca como factor de productividad y lo denomina factor C, porque alude a palabras que empiezan con la letra C, como colaboración, cooperación, comunidad, compañerismo, corazón, etc. Este factor C también es un elemento de productividad. Donde hay el factor C se potencia mucho más la productividad y la eficiencia en la actividad económica.
Una apuesta hacia la equidad de género
La economía solidaria apuesta por el reconocimiento de que existe inequidad entre hombres y mujeres, especialmente en la actividad económica. Para superarla, se propone que hombres y mujeres trabajamos en las mismas condiciones y con el reconocimiento social y político necesario. Por ello, busca hacer visible el trabajo doméstico y comunitario no remunerado. Promueve políticas públicas orientadas a democratizar las oportunidades y respetar los derechos de todos. Desarrolla prácticas orientadas a democratizar las relaciones entre hombres y mujeres en la actividad económica y social.
Una apuesta por el desarrollo nacional
En un mundo cada vez más globalizado, lo nacional se ha desdibujado y desvalorizado, especialmente en lo económico, al desaparecer las fronteras y soberanías a través de los tratados de libre comercio que buscan perpetuar las inequidades del comercio internacional. En este marco, la propuesta de la economía solidaria rescata también lo nacional (la identidad y soberanía del qué hacer económico) y en ese rescate, reconoce que la economía puede ser diversa y plural, integrada principalmente por tres sectores: el sector social, el sector privado y el sector público.
Es una economía que rescata la experiencia que surge de la fuerza social de los sectores populares en diversas formas económicas, algunos la llaman pequeñas empresas, pero no es un tema de tamaño, otras son asociativas, se trata de unidades económicas populares o solidarias, muchas de ellas en sobrevivencia, pero avanzan y se desarrollan, generan su propio empleo y, a partir de ello, generan también vida. Este sector social está cada vez más organizado y se articula por tipo de actividad económica, por tipo de relaciones sociales y territoriales.
Esta propuesta también reconoce la intervención del Estado en la economía. Por ello, estamos en contra de lo que se aprobó en la Constitución de 1993 respecto a que el Estado no debe intervenir en la economía, sino que es subsidiario a la inversión privada, entonces, donde los privados no quieren invertir recién puede intervenir el Estado. Esto debilita tremendamente las posibilidades del desarrollo nacional y hace que el Estado abandone responsabilidades en sectores estratégicos de la economía (energía, minas, etc.) y también en servicios fundamentales (salud, educación, vivienda, etc.). Por lo tanto, la intervención del Estado en la economía es fundamental para el desarrollo integral del país.
También se busca incorporar al sector privado (mediana y gran empresa) en el desarrollo del país, ampliando su responsabilidad social. Es decir, que la empresa sea responsable con sus trabajadores, responsable con el ambiente en el que desarrolla su actividad y responsable con el Estado y la normatividad del país, mediante el pago de impuestos y el respeto a la normatividad. Por lo tanto, la economía solidaria, no es antiempresa multinacional o privada. En resumen, la economía solidaria apuesta por un enfoque de desarrollo integral y sostenible que coloca al ser humano en el centro de la actividad económica y en su interacción armoniosa con la naturaleza.
Estrategias de la economía solidaria
¿Cómo se aplica en la práctica este discurso de economía solidaria? A través de las siguientes estrategias, entre otras:
- Producción local y sostenible. Revalora el trabajo en ámbitos específicos territoriales y establece relaciones tanto de la producción, la comercialización (distribución), los servicios y el consumo, orientados a satisfacer las necesidades de la gente, a la vez que genera ingresos y trabajo, y respeta el medio ambiente.
- Comercio justo. Surgió como una relación de solidaridad de los consumidores en los países del norte frente a los productores de los países del sur. Reconoce el trabajo de los pequeños productores a través del pago de un precio justo por los productos. Ahora ya existe el comercio justo en los mercados locales, tanto de los países del norte como del sur. Se trata de desarrollar una relación armoniosa entre productores, consumidores y la naturaleza (producción sustentable, distribución sostenible y precio justo).
- Consumo ético. Busca generar una conciencia crítica de lo que se consume, de quiénes y cómo lo producen, en qué condiciones trabajan y quiénes se benefician de los intercambios. Aquí hay una relación de interdependencia, pues no puede haber comercio justo, sino hay consumidores éticos. Responde a la necesidad de organizar la actividad económica a través de empresas o unidades económicas en las que la relación entre sus integrantes sea democrática, es decir, una relación de respeto y de trabajo cooperativo.
- Finanzas solidarias. Buscan promover y practicar el ahorro, el uso del crédito adecuado al desarrollo de sus unidades económicas y del entorno donde esta se ubica. Se trata de que el dinero que se genera en un territorio circule y dinamice la economía local.
- Turismo social. Promueve relaciones de intercambio cultural entre los visitantes y residentes de un territorio determinado. Revalora lo que hay de riqueza en lo cotidiano y en la cultura de los grupos y de las comunidades.
- Trueque y la moneda social. Es el intercambio de productos y servicios sin intermediación del dinero. En algunos países como en Argentina han funcionado muy bien los clubes de trueques, que fueron significativos en los momentos más agudos de crisis. Ahora lo están retomando, porque como todo proceso social, hubo problemas en su implementación, por ejemplo, en lugar de vender sus propios productos empezaron a hacer intermediación de otros y entonces la relación de confianza se fue perdiendo.
- Desarrollo económico local. Estrategia de intervención orientada a privilegiar el espacio local, reconociendo las riquezas y potencialidades de su territorio y de la gente que lo habita. Es una apuesta al desarrollo endógeno, pero articulado al mundo. No se busca la autarquía.
Experiencias organizativas de economía solidaria
Las formas de organización que establecen las experiencias de economía solidaria son diversas y variadas, y corresponden a su propio contexto y enfoque. En esta oportunidad, resalto algunas de las más significativas:
- Las prácticas económicas comunitarias, que son reconocidas en el mundo rural, como el que realiza la comunidad de Quispillacta (Chuschi, Cangallo, Ayacucho) a través de la siembra y cosecha de agua, como parte del desarrollo ecológico, económico y social.
- Las prácticas urbanas autogestionarias, como las de Villa El Salvador, a través de acciones comunales para dotarse de servicios básicos y construir sus viviendas y espacios públicos.
- Las experiencias cooperativas que mediante el apoyo mutuo y la solidaridad entre sus asociados encaran problemas comunes, como la Cooperativa Los Andes de Cotarusi (Aymaraes, Apurímac), que agrupa a 33.000 socios campesinos y migrantes que utilizan el ahorro y crédito para la producción ecológica y negocios familiares.
- Las asociaciones que agrupan a productores individuales y colectivos de un rubro determinado o de un lugar de origen común para compartir problemas y alternativas para mejorar su calidad de vida, como la Central Interregional de Artesanos del Perú (CIAP) y la Asociación Nacional de Productores Ecológicos (ANPE Perú)
- Las redes y articulaciones que promueven la economía solidaria y el comercio justo a nivel nacional en América Latina y en el mundo. Por ejemplo, la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético, que articula a organizaciones de personas libradas de su libertad (presos), que producen y colocan en el mercado sus productos para solventar los gastos familiares, las cooperativas cafetaleras y cacaoeteras, las asociaciones de artesanos, las instituciones promotoras, las empresas sociales, etc.
El reto que tenemos ahora para revertir la situación de pobreza, deshumanización, deterioro del medio ambiente y corrupción generalizada es fortalecer a estas iniciativas de economía solidaria y comercio justo, desarrollar el diálogo y cooperación con otras apuestas alternativas en el campo de la economía, en las relaciones sociales, en la defensa de los derechos humanos, en el respeto a los pueblos originarios, en la unión y apoyo a todos los sectores sociales y a la inmensa diversidad cultural, sexual, religiosa y política que forman parte de nuestra casa común, de nuestro mundo, que queremos sea un mundo para todos y todas.
1 Sociólogo, consultor en temas de economía solidaria, comercio justo y desarrollo local. Director ejecutivo de la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético. Coordinador de la Mesa de Coordinación Latinoamericana de Comercio Justo. Directivo de RIPESS LAC. E-mail: [email protected]